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17 febrero 2022

El arzobispo Carlo M. Viganò respalda a los camioneros canadienses para derrotar al Gran Reinicio ‘infernal’.

Probablemente, el arzobispo C.arlo M. Viganò represente, en la actualidad, aunque no es la única, pero sí la mayor voz discordante dentro de la Iglesia Católica. Y, probablemente, también, esté siendo catalogado por la Jerarquía de la misma Iglesia Católica Apostólica de Roma como un autentico 'hereje'. ¡No olvidemos que, en su tiempo, el Maestro Jesús fue el primero y más escandaloso de los herejes! Con su plausible forma de pensar y proceder cristianamente, el arzobispo Carlo M. Viganó está consiguiendo poner en evidencia que las verdaderas enseñanzas del Maestro Jesús no tienen nada que ver con lo profesado por la Jerarquía de la Iglesia Católica de Roma ni con sus formas de actuar en la actualidad, incluído su Jefe Supremo, el Papa.

 

Alerta Digital - 16 de Febrero de 2022

Carlo Maria Viganò.

Queridos hermanos y hermanas, camioneros canadienses:

El golpe global que, en estos dos años de farsa psicopandémica, ha llevado a cabo la élite globalista aparece con mayor claridad si no nos limitamos a considerar lo sucedido en naciones individuales sino que ampliamos nuestra mirada a lo que ha sucedido en todas partes.

Su protesta, queridos amigos camioneros canadienses, se une a un coro mundial que quiere oponerse al establecimiento del Nuevo Orden Mundial sobre los escombros de los estados nacionales, a través del 'Gran Reinicio' deseado por el Foro Económico Mundial y por las Naciones Unidas bajo el nombre de Agenda 2030. Y sabemos que muchos jefes de gobierno han participado en la Escuela para Jóvenes Líderes de Klaus Schwab, los llamados Líderes Globales para el Mañana , comenzando con Justin Trudeau y Emmanuel Macron, Jacinta Ardern y Boris Johnson, y antes Angela Merkel, Nicolas Sarkozy y Tony Blair.

Parecería que Canadá es -junto con Australia, Italia, Austria y Francia- una de las naciones más infiltradas por los globalistas. Y en este proyecto infernal no solo debemos considerar la farsa de la psicopandemia, sino también el ataque a las tradiciones y la identidad cristiana, más precisamente la identidad católica, de estos países.

Lo entendistéis instintivamente, y vuestro anhelo de libertad se mostró en toda su armonía coordinada, avanzando hacia la capital Ottawa. Estimados camioneros, estáis enfrentando grandes dificultades, no solo por renunciar a vuestro trabajo para manifestaros, sino también por las condiciones climáticas adversas, las largas noches de frío y los intentos de desalojo que enfrentáis. Pero, junto a estas dificultades también habéis experimentado la cercanía de muchos de vuestros conciudadanos, quienes como vosotros han entendido la amenaza que se avecina y quieren apoyaros en la protesta contra el régimen. Permítanme también expresarles mi apoyo y mi cercanía espiritual, a lo que me uno a la oración para que vuestro evento se vea coronado por el éxito y se extienda también a otros países.

En estos días vemos caer las máscaras de tiranos de todo el mundo, y lamentablemente también vemos tanto conformismo, tanto miedo, tanta cobardía en personas que hasta ayer considerábamos amigos, incluso entre nuestros familiares. Sin embargo, precisamente por esta situación límite, descubrimos con asombro gestos de humanidad, hechos por extraños, signos de solidaridad y fraternidad por parte de quienes se sienten cercanos a nosotros en la batalla común. Descubrimos tanta generosidad y tantas ganas de sacudirnos de este estupor. Descubrimos que ya no estamos dispuestos a sufrir pasivamente la destrucción de nuestro mundo impuesta por una camarilla de criminales sin escrúpulos, sedientos de poder y dinero.

En este ataque implacable al mundo tradicional, no sólo se ha visto afectada su forma de vida y su identidad, sino también sus posesiones, sus actividades y su trabajo. Este es el Gran Reinicio, este es el futuro prometido por consignas como Build Back Better, este es el futuro de miles de millones de personas controladas en cada uno de sus movimientos, en todas sus transacciones, en cada compra, en cada práctica burocrática, en cada actividad. Autómatas sin alma ni voluntad, privados de identidad, reducidos a tener una renta universal que les permita sobrevivir, a comprar solo lo que otros ya han decidido poner en venta, transformados por un suero genético en enfermos crónicos.

Hoy, más que nunca es imprescindible que os deis cuenta de que ya no es posible asistir pasivamente: es necesario tomar posición, luchar por la libertad, exigir el respeto a las libertades naturales. Pero, más aún, queridos hermanos canadienses, es necesario comprender que esta distopía sirve para instaurar la dictadura del Nuevo Orden Mundial y borrar totalmente todo rastro de Nuestro Señor Jesucristo de la sociedad, de la historia y de las tradiciones de los pueblos.

Manifestaros por vuestros derechos, amigos canadienses: pero que estos derechos no se limiten a una simple reivindicación de la libertad de entrar en los supermercados o de no vacunaros; que sea también una reivindicación orgullosa y valerosa de vuestro sacrosanto derecho a ser hombres libres. Pero, vuestra demostración debe ser de verdadera libertad, recordándoos que es la Verdad, es decir, Nuestro Señor Jesucristo, la única que os puede garantizar la libertad: ¡la verdad os hará libres!

Arzobispo


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