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17 marzo 2024

¿Quiénes somos, en realidad? ¿Cuál es ese mensaje vivo que aún transportan nuestras memorias?

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Nos hallamos hoy en el umbral de un nuevo mundo que nos conduce hacia nuevas concepciones.

Construyamos ese mundo pero no en base a modelos antiguos, sino a partir de lo que somos, de lo que seremos y de nuestras capacidades latentes.

Nuestro objetivo actual es asimilar todo lo bueno que el viejo mundo tiene para ofrecernos. Para eso dejemos resurgir en nosotros los secretos perdidos hace tanto tiempo y que proceden de unos pasados tan lejanos que les hemos perdido la pista.

¿Cuál es ese mensaje vivo que aún transportan nuestras memorias? ¿Qué es lo que nos dicen? ¿Cómo pueden nuestras memorias ayudarnos a reencontrarnos?
Eso es lo que vamos a tratar de descubrir juntos.

Yo fui Myriam, la Esenia, fui también la Egipcia allegada de Akenatón, que en su orgullo quiso cambiar la historia; hoy soy Anne, pero no soy sólo eso.

Vosotros fuisteis Atlantes o Lemurianos, de raza roja, negra, blanca o amarilla. Fuisteis pescadores, monjes y monjas, padres y madres de familia, ricos y pobres, mendigos, caballeros, princesas, ladrones o brujas..., habéis interpretado tantos papeles y vivido tantas vidas...

En cierto modo, todavía somos todo eso. Esas memorias están en el interior de cada uno de nosotros, son la base de nuestro funcionamiento y, sin embargo, no podemos identificarnos con ellas.

No somos nuestras memorias

Yo no soy la Myriam de hace dos mil años, usted no es el valeroso guerrero, ni el infame impostor, ni la mujer maltratada, ni el niño abandonado de ayer o de hoy.

Esas memorias forman simplemente parte de nosotros, ¡pero con o sin ellas seguimos siendo Nosotros!

Son muchos los que se identifican con un papel que tuvieron en otro tiempo, excusando de ese modo su comportamiento actual. ¿Cuántas parejas buscan una salida fácil a sus dificultades justificando sus problemas con fútiles excusas kármicas? ¿Cuántos justifican su pasividad con supuestas culpas del pasado?

Muchos aceptan lo inaceptable creyendo así resolver viejas historias de vidas pasadas. Buscan motivos para cargar sobre elementos externos el peso de nuestras dificultades y de nuestra incapacidad para asumir lo que somos. Es evidente que todos hemos tenido a lo largo de nuestras vidas pasadas encuentros, éxitos, fracasos y amores plenamente vividos o fallidos. No podemos negarlo.

Cuando nos encontramos con alguien, muchas veces en realidad lo que sucede es que nos estamos reencontrando. Ya nos hemos cruzado en otras épocas, quizá hemos caminado juntos o luchado el uno contra el otro; quizá hemos recorrido caminos y vidas.

Nos hemos apreciado, juzgando o condenando; pero sean cuales sean nuestras historias de vida, en el fondo no son más que historias de Amor.

Demasiado amor, falta de amor, amor mal vivido, odio exagerado..., que más da, es siempre Amor.

Todos hemos estado en algún momento ligados a través de las razas y los pueblos a los que hemos pertenecido, a través de las épocas y nuestros roles individuales o colectivos.

Vivimos todos en un continuo ir y venir de seres, algunos amigos, otros no, sin darnos cuenta de que los encuentros kármicos se viven casi a diario.

Permanecer anclado en el pasado es ralentizar la marcha de los mundos y, esta vez, los mundos no nos esperarán. Nos quedaremos con nuestras historias de vida en un estanque de tiempo inmóvil, y nos quedaremos solos.

¿Vamos a seguir arrastrando durante mucho tiempo todavía esa maleta llena de ropa vieja y usada? ¿Acaso no estamos cansados de que se repita siempre la misma canción, la canción de la víctima y el verdugo? ¿Estamos listos para nuevas aventuras?

Somos la suma de todo lo que hemos dicho. Todo está aquí con nosotros. Así que no es necesario que nos obsesionemos con nuestras vidas pasadas, dado que éstas forman parte de nuestro presente.

Como ya hemos dicho, no podemos ir en busca de nuestras memorias, son ellas las que tienen que venir a nosotros. Aprovechemos lo que nos ofrecen para resolver nuestros problemas actuales. No utilicemos el pasado como excusa. La función de nuestras memorias no es permitirnos escapar del presente y darnos buenos pretextos para justificar nuestro miedo a asumir lo que somos.

En las innumerables vidas que hemos vivido la mayoría de nosotros, ha habido amores, lícitos o no, pero ¿es que acaso necesitamos regresar a cada uno de ellos para cerrar nuestra historia?

Llevamos en nuestro interior el valioso receptáculo de nuestras memorias de vidas pasadas y de nuestro pasado actual. Pero, no lo olvidemos, es aquí, en el presente, donde el "átomo-germen" se materializa.

Por lo tanto, sólo aquí y ahora, y en ningún otro sitio, podremos limpiar nuestros "filtros".


("NUESTRAS MEMORIAS. ¿Cárceles o alas?" - Anne Givaudan)




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