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27 mayo 2015

¡EL SOL "EN PERSONA", HACE 2.000 AÑOS!

 

¡Aún la población de la Tierra, al menos, en lo que concierne al mundo occidental cristiano, sigue sin entender Quién era en realidad aquel Ser que hace 2.000 años recorría los caminos de la Palestina y se hacía llamar Jeshua, Jesús. Ni siquiera sus discípulos, entre los que contabilizamos a los llamados apóstoles, supieron frente a Quién se encontraban, hasta el momento de la crucifixión. 

Habría que rectificar el título, o encabezamiento, de este pequeño post, porque, si nos ajustamos a la verdad..., no fue solamente "un Sol" el que se expresaba a través del Maestro de Maestros, Jesús, sino que hubo "otro Sol" que, también, se manifestó a través del llamado: Hijo del Hombre. Este Sol..., era la primera vez que "visitaba", "hollaba", nuestro mundo. ¡Nunca antes jamás se había manifestado a la Humanidad de la Tierra!

Después de leer y reflexionar sobre lo que viene a continuación, sugiero leer detenidamente, el artículo, que está en este sitio: El Sol. ¿Qué es el Sol?, o ¿Quién es el Sol? ¿Es Él "DIOS"? Y, tal vez, encontremos "alguna pista", que nos pueda ayudar a comprender de qué estamos hablando. Una pequeña pero "buena pista"..., es la que viene a continuación. 

Hace 2.000 años...
"¿Qué conocéis vosotros de los Cielos? -hablaba el Cristo con sus discípulos- ¡Las moradas de mi Padre son tan innombrables y tan cristalinas que no sabríais ni tan siquiera imaginarlas! No, en verdad, si no hubiera una parte de sombra (densidad) en aquello que, de mí, se dirige a vosotros, no podríais ni verme, ni tocarme.

Este cuerpo de hombre que tomo prestado y, por el cual, me conocéis no es más que carne, sangre, huesos y vísceras. Como el vuestro, tiene que comer y eliminar. Como el vuestro, suda y siente los dolores de la gravedad. Lo he, sin embargo, adoptado porque lo necesito. Es mi aliado para enseñaros el camino.

Así, como veis, he pactado con esa expresión de la Sombra que es la densidad. Esta no es y no será nunca mi enemiga. Yo la llamo solamente adversaria. Es una fuerza de atracción que quisiera hacer de mi su servidor, pero de la que mi espíritu es realmente el dueño. Mi pacto de alma con ella es una alianza..., no una sumisión.

Siempre, os lo afirmo, la respetaré porque la naturaleza de este mundo es como una forja nacida del corazón del Eterno. Comprended que me esfuerzo en aportarle Oro con el fin de que éste se mezcle con el Hierro..."

("Las primeras enseñanzas del Cristo" - Daniel Meurois-Givaudan - Edit. Isthar Luna-Sol)



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