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13 julio 2021

LA SALUD DE VUESTRO SER Y LA ARMONÍA DE VUESTRO MUNDO DEPENDE DE ELLO. (Pequeñas enseñanzas de los ELOHIM)

 


Cuando un  Gran Ser de Luz..., como es este caso, un 'Avatar' -significa encarnación de lo divino- y que pertenece a "la Fraternidad de los Doce" (Fraternidad que reside en el 'Alma' de este Mundo, en Shambhala -y a la que pertenece también el Maestro y Avatar Jesús-)..., habla al Corazón de la Humanidad..., hay que poner el nuestro, el de cada uno de nosotros, a la escucha y en sintonía, con serenidad y sencillez. 

Magistral enseñanza del Maestro Babaji que, para aquellos que no lo supieran o supiesen, fue, hace 2.000 años, uno de los Instructores de Jesús en su viaje de 17 años a la India y los Himalaya.... Jesús marchó a aquellas lejanas tierras en lo que muy bien podría considerarse un 'viaje iniciático' cuando apenas contaba 13 años, y regresó a Palestina cuando tenía 30. Babaji, es un Ser Solar, un Elohim del mismo rango espiritual que el Maestro de Maestros Jesús...
Escuchad..., pero con el corazón.
M. Z.



"Ahora, el Aliento que anima vuestro corazón ya no puede permanecer encarcelado tras los barrotes de vuestra caja torácica. 

Desde siempre, es decir, desde que habéis tenido conciencia de vosotros, lo habéis contenido, comprimido en vuestro pecho con miedo a dejarlo expresarse, expandirse, irradiar en el espacio infinito al que se llama "exterior".

¿Por qué? Porque os habéis dejado sofocar progresivamente en las sociedades de convenciones; sociedades en las que cada cual debe construirse su propia fortaleza y atrincherarse en ella. ¿Es que no estáis hartos de "aparentar"? ¿No se os ocurre que la mera decisión de bajar el puente levadizo os haría más felices?

Dejar el libre acceso a vuestro patio interior, hasta entonces tan secreto, puede suponer el principio de una nueva vida... De ello depende vuestro equilibrio, ya que más vale que toméis conciencia de ello inmediatamente: 

EL ALIENTO QUE VA A BARRER VUESTRA TIERRA DURANTE LOS AÑOS INMEDIATAMENTE VENIDEROS SÓLO SE PODRÁ VIVIR CON FELICIDAD Y COMPRENSIÓN CON Y EN CORAZONES DESPLEGADOS.  

Por lo tanto, amigos, si vuestro deseo es que la vida deje de haceros daño, debéis daros cuenta, en este mismo instante, de que sólo hay un itinerario posible. Cada mañana, al despertaros, atreveros a decir a la Vida: "¡Sí, me rindo!" Repetidlo cuanto sea necesario hasta comprender bien el significado de esas palabras, ya que, en verdad, ¿cuál es esa parte en la que os parapetáis o que no dejáis de blandir?

¿Es una función a la que os aferráis hasta identificaros con sus murallas? ¿O, por el contrario, se trata de un rencor, una frustración que alimentáis sabiamente y que sirve de pretexto a una empresa de demolición?

Cualquiera que sea vuestra respuesta, cualquiera que sea el granito de arena o la montaña que vais a identificar, sabed que tenéis ya, ahora mismo, todas las cartas para aniquilarlo. 

En adelante, el principio de vuestro corazón debe latir fuera de vuestro pecho. LA SALUD DE VUESTRO SER Y LA ARMONÍA DE VUESTRO MUNDO DEPENDE DE ELLO. 

Mirad la sociedad en la que habéis crecido… ¿sabéis acaso sobre cuantas toneladas de neurolépticos se ceba anualmente? Esa simple constatación basta para deciros cuánto os equivocáis si no salís de los caminos trillados que os ha hecho seguir hasta ahora. Fuera de lo que sugieren insidiosamente vais a redescubrir la espontaneidad, es decir, ese impulso de vuestro corazón de niño que una chaqueta con corbata y una sombra de ojos sobre fondo de "permanente" se encarnizan en refrenar con demasiada frecuencia. 


Abandonad, pues, los "uniformes" y volved a aprender a abrazar a alguien contra vuestro pecho aunque lo veáis por primera vez y, sobre todo, si eso no se hace. Solo que, amigos, escuchadme bien y no creáis escapar al compromiso con una pirueta más. Cuando os digo "abandonad los uniformes", eso significa "todos los uniformes", ya que existe lo que llamáis los "vaqueros" que ocultan a su modo falsas desenvolturas. 

Los uniformes de los que debéis aprender a despojaros son todas las convenciones y todos los "aparentar" tras las cuales contenéis vuestra respiración. 

La enfermedad espera siempre a la puerta de quien no es auténtico, es decir, de quien practica la retención de la Vida, de la espontaneidad, en una palabra, del Amor. 

Desde luego os sobran excusas para mantener esa retención, ya que os habéis dejado amaestrar como animales de competición y también os complacéis en perpetuar un esquema parecido imprimiéndolo en los demás.

Mirad, vuestros cánceres y vuestros infartos son fruto de la siembra diaria ejercida por las barreras a la Vida que constituyen todas vuestras mentiras o, en otras palabras, todas vuestras conspiraciones contra la autenticidad. Bajo el influjo anual del Wesak, la era que amanece os enseña ahora romper la cadena de las muñecas rusas de mentiras sobre las que se ha edificado vuestra humanidad. 

De hecho, el problema no consiste tanto en aprender a reconocer aquello en lo que os mienten como en percibir en qué os mentís a vosotros mismos.

Dejad, pues, de una vez por todas, de encogeros de hombros, de dar la espalda o de señalar al vecino. En adelante, estáis muy lejos de los cursos de catecismo y de moral. Esos, a menudo los habéis absorbido como otros tantos somníferos más, ya que no basta con "querer hacerlo bien" para aprender a respirar. Hace falta, lo repito, un sentido del respeto de la autenticidad. 

No es necesario que os dejéis cubrir por la verdad del prójimo, ni tampoco debéis intentar ahogar al prójimo bajo la vuestra. ¿No lo hacéis, decís? De todos modos, observaros... La mayoría de vuestras reacciones obedecen a la voluntad de demostrar que "sabéis" y que vuestro corazón palpita "como debe ser". 


Todos quieren ser rey a su manera, desde el orgulloso que, a menudo, disimula tras la arrogancia el miedo a su inferioridad, hasta el aparentemente humilde que, por desgracia, se alimenta de un orgullo la mayoría del tiempo bien disimulado. ¡Cada cual se esculpe su propio cetro prefiriendo ignorar que este emblema nunca es más que un palo… y que un palo acaba siempre por romperse puesto que está concebido para pegar y para imponer! 


Hoy, estáis agotados de tanto golpear y por eso os hablo con mi propia lengua junto a tantas otras. Lo que me ha enseñado la estupidez de la mentira a la Vida, y la belleza de la respiración del Corazón, no son especialmente las piedras de estas montañas. Son las piedras y los guijarros de las carreteras más 
ínfimas que recorréis en este mismo momento. Los he pulido hasta dejarme en ello las uñas que me había dejado crecer.

Los he observado, muchas veces creyendo perder el tiempo, hasta percibir por fin en ellos a la Divinidad entera. He comprendido, entonces, que el aire que entra en nuestros pulmones no deja de hablarnos y que en este mundo todo es parábola... todo... absolutamente todo... hasta los excrementos de la vaca en medio del sendero.



¡Amigos, a ojos del Cosmos y de la Fuerza que lo inunda, el esfuerzo que se os pide hoy apenas es más difícil que una sonrisa, una sonrisa auténtica tan decisiva! Ese poco basta para reconciliaros con lo que vibra en vosotros.

Por los mil elementos que el aire sutil lleva hasta él, a partir de ahora mismo, vuestro corazón debe iniciar su metamorfosis.
¿Sabéis?, cuanta más posibilidad tiene el espíritu de entrar en un cuerpo, más densa se vuelve su marca en él. Eso no tiene nada que ver con la belleza física de ese cuerpo, sino con su estructura molecular y, también, con lo que ahora llamáis el código ADN.

Por lo tanto, en cuanto empezáis a amar con Amor, y no con deseo, entráis en mutación en toda la cadena que constituye vuestro ser. Os convertís en mutantes; la palabra no es demasiado fuerte. Muchos de los que nacen hoy entre vosotros ya no responden exactamente a las mismas leyes biológicas y físicas que han sido las de la humanidad hasta ahora. Eso no lo impone únicamente la tasa vibratoria del mundo en transformación, sino también la conciencia diferente de cierto número de reconstructores que se encaminan hacia la Tierra.

Quizá os imaginéis que este estado de cosas se parece a una marca recibida al nacer de una vez para siempre. Desengañaros. Si ese ser humano tiene la capacidad de sintonizar con los vientos solares también podéis vosotros, sin necesidad de esperar.

He aquí una práctica sencilla y realizable, en cualquier lugar, que podrá ayudaros a concretar mejor ese nuevo estado. Resulta tanto más poderosa por el hecho de que alcanza su completa medida en el mundo agitado y privado de silencio en el que os movéis por lo general. Por lo tanto, no exige la tranquilidad de una habitación silenciosa ni se desarrolla tras la cortina de los párpados cerrados.

Por el contrario, amigos, activad su fuerza en la sombra espesa de los metros, en el anonimato de los lugares públicos y hasta en la actividad mental de vuestro lugar de trabajo. El postulado es sencillo: sois, por esencia, un sol capaz de irradiar y calentar, un sol que, lejos de vivir para ser amado cueste lo que cueste, vive por amor y para amar. Fortalecidos por esa conciencia, cualquiera que sea el lugar donde estéis, durante algunos minutos al día aprended, pues, a sentiros realmente sol. 


Quizás, empezaréis por percibir solamente un punto luminoso en vosotros, seguramente en el centro de vuestro pecho... El objetivo es dejarlo crecer, hasta que lance sus rayos más allá de vosotros, en todas direcciones. Entonces, os esforzaréis en sentir hasta qué punto puede ponerse a irradiar a través de vuestra presencia una voluntad impersonal. Percibid cuánta luz y paz emana de vuestra espalda, vuestras manos, vuestra caja torácica, vuestro vientre, vuestros pies, vuestros frentes y qué sé yo qué más, a cada paso que dais, a cada segundo de vuestra espera en el andén de una estación o en vuestra silla de trabajo.

A partir de ese momento, ya no tenéis una parcela de sol en vosotros, ya no estáis animados por una voluntad de obrar bien, sino que encarnáis un poco más un impulso de amor, un soplo de metamorfosis. Al hacerlo, Hermanos, las palabras se quedan chicas y os volvéis contagiosos, os convertís conscientemente, y muy lejos del "querer demostrar", en un elemento activo de transmisión de lo Divino. Entonces perpetuáis el impulso del Wesak, hacéis don de vuestra presencia convirtiéndoos, al mismo tiempo, en algo parecido a un bastoncillo de incienso. El Sol de vuestro Corazón, y el Aliento secreto que lo anima, son difusores de perfume desde toda la eternidad. 

Al realizar esta práctica, lo que haréis será restituirles su nobleza y devolverlos a su justo lugar. Enseguida os daréis cuenta que lo que, al principio, requiere por vuestra parte un pequeño esfuerzo de voluntad después se inscribe en vosotros, no como un automatismo, sino como un reflejo surgido de vuestra naturaleza profunda. Os lo digo, no veáis en ello un trabajo de la imaginación, ya que por el contrario, representa una obra de reconexión con la Realidad última. 

El aire nuevo, que la impulsión del Wesak invita a expandir y a cantar, es una fuerza que debe diferenciarse absolutamente de lo afectivo. Concibo fácilmente la sorpresa y la perplejidad de buen número de Occidentales ante una declaración semejante. “¿Cómo? ¿Nos hablan de amor e intentan suprimir en nosotros toda noción afectiva?"


En primer lugar, sabed que no se trata en absoluto de asumir una actitud tendente a convertiros en seres no afectuosos, en cierto modo fríos y, por consiguiente, privados de la gracia de una ternura comunicativa. Por el contrario, debéis encontrar ese calor, si no lo habéis hecho todavía, y luego comunicarlo.

La noción de afectivo, en el marco de este amor que hay que redescubrir, concierne a otra realidad, una realidad pasional y,
por consiguiente, egocéntrica en el ser humano. El terreno afectivo al que hago alusión aquí es una manifestación posesiva y restrictiva de la vida. El Amor con A mayúscula siempre surge del Corazón con C mayúscula. Lo abarca todo, sin discriminación, mientras que el amor al que se ha acostumbrado el razonamiento humano vive detrás de condiciones y de barreras. Se alimenta de emociones y de  instintos que se adornan con su nombre, robándole así su capacidad de crecer. Además, el Amor no afectivo que transmite el Wesak no intenta salvar las barreras, por la sencilla razón de que, para él, no existe ninguna frontera.

Es el propio elemento Aire en su aspecto más luminoso y más total. Encarnar ese ideal en el mundo al que, con frecuencia, os sentís clavados a diario evidentemente requiere cierta fuerza, soy consciente de ello. Y, sin embargo, esa labor que debéis realizar no representa algo insuperable si la concebís claramente... Y debéis, amigos, concebirla claramente..., ya que no imaginéis, ni por un instante, que corresponde al terreno de lo superfluo en vuestra vida. No es un "plus" que estaría bien descubrir. Representa una condición fundamental para vuestra supervivencia en tanto que hombres y mujeres equilibrados.

Por lo tanto, os lo digo: no podéis andaros con rodeos con un fácil "ya veremos” porque la Tierra se va a encontrar incesantemente en un estado de agotamiento de existencias de Amor. El amor con condiciones, la respiración vigilada ya han causado estragos a la humanidad terrestre, generación tras generación.

Si sigue habiendo hombres que los pregonan, tras una multitud de micrófonos e ideologías, es porque vosotros mismos, muchas veces, sois representantes suyos sin saberlo. Comprended que nos encontramos aquí ante el meollo de vuestra dificultad: es la estatua del "sin saberlo" la que hay que derribar de su pedestal. Sobre todo, no digáis: "No somos ni Cristo ni Buda". Quien espera a que la perfección venga a él para actuar comete un grave error. Hay que ir hacia ella; no se os pide milagros, sino actos sencillos y plenos. 

Es saber, por ejemplo, que el hijo de otros, el que, tal vez, pide que lo adopten, es tan vuestro como el que es fruto de vuestra propia carne. Es comprender que el que bebe o se droga, y con cuya mirada os cruzáis a menudo de forma desdeñosa, indudablemente sufre el mismo mal -pero de forma abierta y declarada- que vosotros que os esforzáis en ocultarlo bajo vuestras cortezas. Hay hombres que sangran y perecen ante a los demás… y otros que mueren de hemorragias internas. Eso es todo.

La toma de conciencia que se os pide consiste también en saber que la Naturaleza y el Animal siguen tendiéndonos la mano, cada día, y constituyen mejores guías que muchísimos libros. Su respeto se anuncia como un aliento de juventud que ninguno de vosotros puede soslayar si quiere salir de su atolladero.

Vuestro corazón puede ver, respirar, recordar; eso es lo que os habéis negado a comprender y, por eso, y nada más, habéis llegado a perder vuestra brújula. Falta todavía que os atreváis a confesar que os habéis perdido, que admitáis que vuestro caparazón se agrieta y deja aparecer a Pulgarcito en vosotros.

¡El ogro, por su parte, es el predador que se agita detrás de vuestras caretas sociales! ¡No os canséis buscando su muerte dejad, más bien, de darle huesos que roer! Entonces, se desinflará como un globo.

¡Nunca hay nada ridículo en el hecho de abrir los brazos! Os lo he dicho... vuestro corazón es una memoria... Tiene el recuerdo del hierro que lleva vuestra sangre pero, también, el recuerdo tan puro que impregna su germen. Y, ¿sabéis?, con ese germen es con el que soñáis en vuestros vagabundeos y vuestras codicias. La estupidez, la crueldad y el egoísmo han arraigado progresivamente en vosotros por una especie de despecho ante el vago recuerdo de un origen y un destino cuya llave creéis haber perdido para siempre. 

Deciros, una y otra vez, que esa pérdida es una ilusión, que sólo padecéis un tumor del alma cualesquiera que sean las manifestaciones de vuestro malestar. De hecho, la humanidad conspira contra sí misma desde tiempos inmemoriales y el objeto de mis palabras es ayudaros a denunciar esa misma conspiración en cada uno de vosotros.

Mi intención no es convertiros en otros conspiradores, los de la luz por ejemplo... porque hoy ya no debéis temer volver a ser vosotros mismos, a plena luz del día, con sencillez pero con firmeza y sin temor. Sin temor al "qué dirán", sin temor a salirse de los caminos trillados que vuestro entorno ya os había predestinado, sin temor, tampoco, a perder una identidad que de todas formas no era la vuestra. No os engañéis: la aplicación de semejante programa en el que la autenticidad de la inteligencia del corazón recupera su lugar preponderante no requiere ni sin razón ni misticismo. Por el contrario, exige de vosotros una verdadera razón y un sólido sentido común. Pide que habléis menos y actuéis más. Vuestra estabilidad pasa por ahí en un primer tiempo".

Babaji

("WESAK. La hora de la reconciliación"- Anne y Daniel Meurois-Givaudan)



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