Translate

16 agosto 2015

EL ORIGEN DE LAS ENFERMEDADES (Dr. Antoine Achram)

Muy interesante reflexión del doctor Antoine Achram sobre el origen de las enfermedades que, debería leer todo el mundo. Por eso, lo traemos y compartiremos aquí, también.

"Hace mucho tiempo que, como médico, trato de curar a personas que padecen enfermedades crónicas, o cáncer, y debo decir que la poca eficacia del arsenal químico disponible, me ha decepcionado mucho.

Cansado de ver siempre en la consulta a personas con el mismo tipo de patología, decidí investigar en otros campos. Lo que pretendía entonces era curar a mis pacientes de modo definitivo, es decir, dejar de mantenerlos en su status de seres necesitados de asistencia y dependiendo de productos químicos.

Reconozco que mi ambición era grande, pero desde luego no imaginaba, ni de lejos, lo que iba a descubrir. Creía que mi papel consistía en aportar a los enfermos mi saber y mis conocimientos, sin suponer que ellos pudieran tener algo que ver en su curación. En aquel entonces, la enfermedad se consideraba como algo de origen exterior, y el adjetivo “psicosomático” se aplicaba sólo a alguna que otra afección física, como la úlcera de estómago o el eccema.

Me hacía muchas preguntas. Leí algunos libros en los que se hablaba de curaciones espontáneas y de la influencia del pensamiento en nuestro bienestar o malestar. Y, precisamente entonces, descubrí la lectura del aura. Con el tiempo, al tratar a los pacientes, intentaba averiguar qué problemática personal, familiar o social podría estar relacionada con el trastorno físico por el que me consultaban.

No tardé en darme cuenta, por ejemplo, de que las lumbalgias tenían como denominador común, la inseguridad material o afectiva. Las consultas por lumbalgia constituyen una parte importante de las que se hacen en medicina general. Como pude comprobar, la visión que la mayoría de esos enfermos tenía de la vida y del porvenir era poco alentadora.

Observé que otras afecciones estaban también precedidas por determinados acontecimientos que, al parecer, las habían originado. Me di cuenta, con sorpresa, de las mismas causas producían los mismos efectos. Así que no podía detenerme ahí. Mi búsqueda me llevó entonces hacia obras escritas por diversos colegas, como el doctor Simonton, con el que pude hablar posteriormente, y con el doctor Hamer. Por otro lado, algunas personas que no eran médicos de profesión, me abrían un horizonte mucho más amplio.

Un día, después de varias semanas de paciencia y de practicar ejercicios para la lectura del aura, creí ver una forma redondeada, un tanto indefinida, alrededor de una persona. El impacto que recibí y el asombro, fueron tales, que a partir de aquel momento mi vida de médico cambió por completo. Poco a poco, iba viendo con mayor claridad, tanto esas formas como los hilos sutiles que las unían a los órganos, y empecé a aceptar el hecho de que los desórdenes físicos que entorpecen nuestro caminar, tienen su origen en el pensamiento.


Yo no soy vidente ni médium especializado en energías sutiles; pero lo poco que veía, confirmaba lo que me decía la intuición y había leído en los libros, así que tuve que rendirme a la evidencia. La enfermedad no podía proceder más que de eso que llevamos con nosotros por todas partes: la Forma-Pensamiento.

Con el correr de los años he podido profundizar en ese campo tan especial y he intentado comprender – o, al menos, observar como espectador – qué es lo que ocurre, sin olvidar en ningún momento mi objetivo inicial: contribuir al bienestar de los seres humanos, cualesquiera que sean su historia y su patología.

Fisiología de una Forma-Pensamiento 
Cuando se examinan de cerca las publicaciones que tratan de la relación entre pensamientos/emociones y enfermedades, se puede observar que, en los artículos escritos por psicólogos, abundan las descripciones, pero rara vez mencionan el mecanismo fisiológico que podría explicar dicha relación.

El cuerpo médico, en cambio, ha tardado mucho tiempo en reconocer el papel que juegan el estrés y las emociones, debido a la creencia, casi dogmática, de que la enfermedad sólo existe en el plano material; por lo tanto, sólo puede estar causada por un elemento extraño o exterior a la persona y, en consecuencia, sólo puede curarse mediante una intervención física.

Por esta razón, la medicina no consigue explicar, ni comprender, las curaciones espontáneas de pacientes con enfermedades incurables, algo que se ha constatado en numerosas ocasiones. Entonces se habla entre nosotros de “error de diagnóstico” y, a veces, hasta de “milagro”, con todo lo que subyace tras esa palabra.

El elemento que le falta a esa medicina – que sólo considera los físico – para dar el gran paso hacia la medicina holística – la que tiene en cuenta todos los planos del Ser – es admitir que las FP están en el origen de nuestras enfermedades.

No todos los fumadores tienen cáncer de pulmón, ni todos los irradiados de Tchernobyl han tenido cáncer de tiroides ¿Tenían los fumadores que han padecido cáncer, alguna FP inicial, relacionada con el pulmón, o con la tiroides los enfermos de Tchernobyl?

Para comprender la enfermedad, debemos tener en cuenta lo que impide a la mayoría de las personas contraerla. Me refiero a las defensas naturales. Hasta no hace mucho, los “médicos del cuerpo” considerábamos que los pensamientos y las emociones no tenían nada que ver con las reacciones químicas hormonales e inmunológicas que tenían lugar en el cuerpo físico.

Por otra parte, creíamos que el sistema inmunitario no tenía relación alguna con los demás sistemas del organismo. Pero, en la actualidad, muchos trabajos e investigación muestran un panorama completamente diferente.

Algunas investigaciones sobre la “química del cerebro” han permitido descubrir que éste fabrica gran cantidad de hormonas y de proteínas en respuesta a diversas emociones y pensamientos, las cuales tienen una repercusión concreta sobre más de un centenar de zonas del cuerpo.


¿Cómo actúa una Forma-Pensamiento en la enfermedad? 
Todos los acontecimientos que vivimos, desde la concepción hasta la muerte, son detectados por nuestros cinco sentidos, que remiten la información recabada hacia el cerebro límbico (CL), verdadero punto neurálgico o central de mando del cerebro. Si la información es nueva, desconocida, será dirigida hacia el neocórtex para ser analizada por los dos hemisferios, izquierdo y derecho. Allí será comparada con otros acontecimientos conocidos para determinar si se trata de un elemento favorable o desfavorable, agradable o desagradable. El resultado del análisis se transmite a la memoria emocional, situada en el cerebro límbico, que pondrá en marcha una acción de supervivencia – mediante la huida u otro tipo de respuesta – en el caso de que la información sea desfavorable.

La acción que desencadena el cerebro límbico está coordinada por el hipotálamo. El hipotálamo es la vía principal por la que el sistema límbico actúa en el cuerpo. Está formado por dos partes:

● Una de ellas, la que más reacciona ante los estímulos emocionales, interviene en el control del sistema inmunitario, y

● La otra, regula la actividad de la hipófisis, la cual a su vez, regula todo el sistema endocrino.

Tras cada una de las experiencias emocionales que hemos vivido desde nuestra concepción, hemos memorizado una conclusión que queda grabada en el CL y que, a veces, nos hace reaccionar de forma inadecuada y hace que nos comportemos de un modo inadaptado a la situación que vivimos en ese momento.

A menudo, pongo el ejemplo del bebé que, durante la primera noche de su vida, lo separan de su mamá para que ésta descanse o para vigilar cualquier otro problema de salud que requiere una atención especial. Para el bebé se trata de una separación traumática, que influenciará el resto de su vida, tanto de niño como de adulto. La conclusión a la que llega el cerebro podría ser ésta: “Separación = sufrimiento”.

Cuando a los tres meses los padres lleven al niño a la guardería porque la madre ha de reincorporarse al trabajo, despertará la memoria emocional dolorosa almacenada en el CL, y desencadenará, a nivel del hipotálamo, la supresión inmunitaria, que hará descender, más aún, la poca inmunidad fisiológica que se tiene a esa edad. El bebé empezará a tener rinofaringitis, otitis y/o bronquitis cada vez que lo lleven de nuevo a la guardería.

Llorará cada vez que alguien trate de apartarlo de los brazos de su padre o de su madre. La escuela será para él una experiencia dolorosa. Y, al llegar a la edad adulta, es posible que tenga una gran dependencia afectiva.

Así pues, cuando tenemos reacciones inadecuadas a las situaciones que vivimos es porque, inconscientemente, reactivamos emociones incomprendidas que tenemos almacenadas en nuestra memoria emocional. Cada vez que las reactivamos, alimentamos las FP no sanadas que arrastramos por dondequiera que vamos.

¿Qué es lo que impide que aparezca la enfermedad? 
Está demostrado que, en un momento u otro de la vida, todos producimos células cancerosas. Sin embargo, la mayoría de la gente no tiene cáncer porque, afortunadamente, el sistema inmunitario se encarga de destruir todas las células anormales o extrañas. Algunas veces, en cambio, la inmunidad se reduce o está debilitada, y entonces aparece la enfermedad.

¿Qué es lo que actúa sobre nuestra inmunidad disminuyéndola o fortaleciéndola?  Pues las FP y las emociones que éstas desencadenan. Para que originen enfermedades graves, como el cáncer, las FP deben:

● Estar bien estructuradas, es decir, ser sólidas, con una firme creencia en su realidad. Una creencia fuerte podría ser, por ejemplo, ésta: “No merezco que nadie se ocupe de mí”. O bien: “Estoy abocado al fracaso en todo lo que hago”.

● Ser repetitivas. Por ejemplo, en cada separación, la conclusión del CL, recuerda que “Separación = sufrimiento”.
● Ir acompañada de una profunda desesperación, de una fuerte sensación de desánimo.

Como hemos visto anteriormente, el cerebro límbico pone en marcha una respuesta de supervivencia, que puede ser la huida o una reacción de otro tipo. Sin embargo, si vivimos una situación estresante, penosa y repetitiva y no cambiamos nuestro modo de actuar por guardar las apariencias – por ejemplo, realizando un trabajo que no nos gusta -, nos sentimos incapaces de resolver el problema y, en definitiva, bajamos los brazos, nos rendimos. 

La consecuencia de ese modo de actuar, en contradicción con lo que pensamos y sentimos, será un descenso de la resistencia inmunitaria y la creación de un terreno favorable a la aparición de anomalías celulares portadoras de cáncer (véase el esquema y las explicaciones al final del capítulo).
Ésa es la razón por la que los disminuidos psíquicos y los enfermos mentales jamás, o muy rara vez, padecen cáncer, porque no tienen FP bien estructuradas y resuelve su sufrimiento escapando de él mediante otro modo de pensar.

Afortunadamente, es un sistema reversible que puede conducir a la sanación completa.
● Si uno está convencido de que el proceso de la enfermedad puede involucionar en todo momento, y de que nosotros tenemos ese poder.
● Si se ayuda al paciente a creer firmemente en el poder de sus pensamientos positivos, que sustituirán a las FP nocivas.
● Si se consigue que aumente sus defensas naturales al cambiar la percepción que tiene de sí mismo y de sus problemas, lo que hará transmutar la enfermedad en salud.

Esos sentimientos – que, al augurar proyectos para el porvenir, son fuente de esperanza – quedan registrados en el sistema límbico y enviados después al hipotálamo, el cual da orden a la inmunidad para que se movilice contra las células anormales, las glándulas, por su parte, restablecerán el equilibrio hormonal, y todo ello detendrá la producción de células anormales.

Estas últimas, ya presentes, serán destruidas naturalmente, bien por las defensa del cuerpo, bien mediante algún tratamiento.
● Aprender a consagrar tiempo para sí mismo, hacer las cosas que a uno le gustan y dejar de hacer lo que no le gusta.

● Aceptar a los demás como son, sin juzgar ni criticar.

● Expresar los propios sentimientos, los sufrimientos y las emociones.

● Perdonar.

● Hacer ejercicio físico, sin forzarse, e ir aumentándolo progresivamente.

● Tomar las riendas de la propia vida y dejar de pensar que somos víctimas de los demás, en general, o de alguien en particular. He aquí un amplio programa que puede ocupar toda una vida.

Dr. Antoine Achran y Anne Givaudan

He querido escribir este capítulo, aunque ya sé que es un poco técnico, porque creo en la perfección del ser humano. El cerebro es un transmisor capaz de llevar a un plano puramente físico, los pensamientos que le enviamos. Si los pensamientos y las FP van en contra de la Vida, se plasmarán en el cuerpo en forma de enfermedad y nos llevarán a la muerte. En cambio, si están alimentados de Vida, pueden llevarnos a la juventud y a la vida sin límites".


Doctor ANTOINE ACHRAM - ("FORMAS-PENSAMIENTO")





expr:title='data:newerPageTitle'> Entrada más reciente Entrada antigua Inicio