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04 agosto 2024

El Tiempo tal como lo experimentamos actualmente.



Recientemente hemos oído que ha habido reuniones entre físicos cuánticos y biólogos pioneros tras las cuales se postuló que el período diario estándar de 24 horas se reduciría a unas 18 horas.

Obviamente, no se trata sólo de la Tierra, sino de todo nuestro sector galáctico. Esto, significa que, aunque la alternancia de la duración del día y de la noche no parezca afectada y se siga midiendo mecánicamente de la misma manera, sí que se produciría una compresión del espacio-tiempo. 

Esta compresión afecta a la frecuencia vibratoria del planeta (medida en hercios) y al nivel de conciencia de todo lo que vive allí, no sólo de los humanos. Esto podría significar que los valores cambian y que la percepción psicológica del paso del tiempo se altera.

Análogamente, si la dimensión espacial (distancia) se ha contraído en cierto sentido debido a medios de transporte y comunicación mucho más rápidos, la dimensión del Tiempo también ha entrado en transformación.

Básicamente, todos vibramos más rápido y por lo tanto experimentamos, sin darnos cuenta claramente, lo que llamamos la eterización de nuestro mundo.

Eterizarse no significa, pues, volverse nebuloso y esponjoso como algunos creen, sino participar paulatinamente en una transformación de todo lo que pertenece a la densidad. Por eso, cuando estamos fuera de nuestro cuerpo, los mundos que se nos presentan nos parecen tan materiales como los de nuestro cuerpo físico.

Por extensión, podemos entender lo que ya viene ocurriendo desde hace millones de años en la civilización venusiana, en paralelo con la nuestra. También es concebible que toda la esfera de Venus y los planetas de nuestro Sistema tengan su frecuencia vibratoria aumentando en paralelo con la nuestra.

¿Esto equivale a decir que siempre habrá una brecha sin esperanza entre estas esferas de vida y la nuestra? No, porque sus experiencias están diseñadas para actuar exponencialmente sobre nuestro ritmo de desarrollo. Sin embargo, debemos admitir que todos los habitantes actuales de nuestro planeta no están en el mismo estadio de evolución de la conciencia y que sólo una parte de los seres vivos terrestres podrán beneficiarse plenamente de la presente invitación al crecimiento cósmico. ¿Qué pasará con los demás?

Poco a poco se sentirán atraídos y se sentirán atraídos a reencarnar en mundos que les convengan más. En este contexto, la repentina explosión demográfica en la Tierra se puede explicar en parte por las encarnaciones masivas de almas que vienen de otros Sistemas Planetarios más jóvenes que el nuestro para beneficiarse de la variedad de experiencias que nuestro planeta tiene para ofrecer, particularmente en las últimas décadas.

Esto nos permite comprender mejor hasta qué punto nuestro planeta no es sólo un campo de enseñanza sino también un lugar de acogida.

Si todas las esferas de la vida evolucionan necesariamente hacia arriba, la nuestra se encuentra en un punto particularmente crucial en cuanto a las oportunidades de evolución que ofrece.

Daniel Meurois y Marie Johanne Croteau



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