"Escuchadme. Quizá conozcáis a alguien a quien consideráis un enemigo o, al menos, una persona con la que vivís cierta tensión, un estado de conflicto, alguien a quien tenéis algo importante que reprochar. Id a su encuentro.
Tened la intrepidez de llamar a la puerta de su alma hablándole con el corazón. Exponedle vuestra dificultad sin juzgarlo, sin imponerle lo que consideráis que es vuestro derecho. ¡Sin pasión!
Simplemente, para reforzar el absceso de lo no dicho. Haciéndolo así, desactivaréis "una bomba" en vosotros y en ella, aunque el efecto no sea inmediato.
Sin pasión..., significa que habéis tenido previamente el valor de emprender un pequeño trabajo. Una interiorización que os conduzca al aprendizaje de la compasión.
Os habréis tomado el tiempo necesario para comprender las razones del otro, las que le hacen revestirse de esas vestiduras y representar su papel.
¿Habéis intentado alguna vez vivir en la carne del otro? ¿Aunque sólo fuera por un instante, con toda la herencia de su pasado, con las tensiones de su presente y quizá con su miedo al futuro?
Desde luego, es un ejercicio que exige mucha honestidad, mucha más de la que uno acostumbra a exigir de sí mismo. Pero, justamente, es el momento de ser intrépido y de desprenderse de las fronteras que tenemos pegadas a la piel.
Comprenderéis entonces que si os encontrarais en las mismas condiciones en las que se encuentra el "otro", muy probablemente habríais actuado igual que él o de otra forma parecida, porque su forma de equilibrio le brinda razones suficientes para actuar así.
En fin, porque vuestras razones son justamente vuestras razones y no representan forzosamente la Justicia Universal. Estad seguros de que no es mediante el análisis de esos argumentos como llegaréis a comprender, sino intentando vivirlos.
Comprender no significa automáticamente excusar o admitir. Es algo mucho más sutil y constructivo. Es trascender una frontera. es viajar por el universo del otro a fin de hallar el punto débil de su corazón..., y del nuestro.
Así se muere no a sí mismo, contrariamente a lo que dice la expresión consagrada, sino justamente a lo que no es uno mismo, a nuestros sucesivos caparazones. Sólo existiréis mediante el Don.
¡Todos vosotros tenéis el poder de transmutar la mediocridad en sol! ¿Cómo...? ¡Yendo al encuentro del sufrimiento allí donde se origina y desarrolla!
Buda
("EL QUE VIENE. De la sumisión a la libertad" - A. y D. Meurois-Givaudan)
