El Gobierno británico oculta datos que podrían vincular la vacuna del COVID-19 con el exceso de muertes, según The Telegraph. No lo hace por prudencia: lo hace porque la verdad amenaza con desmontar la narrativa oficial.
Durante la pandemia, cualquier voz crítica acerca de las vacunas era tachada de negacionista. Hoy, quienes pedían obediencia ciega son los mismos que esconden información “para evitar alarma”. La salud pública no se protege silenciando datos, sino explicándolos con transparencia.
Menos mal que otros canales de información, abiertos al debate, la sincera búsqueda de la verdad y el tratar al receptor como adulto capaz de discernir lo real por sí mismo nunca recurrirían a algo tan mezquino como ocultar datos significativos, ¿verdad?
Cuando un Gobierno teme más a la verdad que al virus, la democracia enferma. ¿Cuál es el verdadero miedo del poder? ¿La evidencia científica o que los ciudadanos descubran que han sido tratados como menores incapaces de comprender?
La desinformación no se combate censurando, sino exponiendo. Y hoy, la verdadera desinformación no está en las redes: está encerrada en los despachos donde se decide qué verdad no mereces conocer.
Cristina Martin Jimenez
Astillas de realidad
29 de Noviembre de 2025
