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19 junio 2017

¿Volverá (el Cristo) a buscaros de la misma manera y recorriendo los mismos caminos? (Mensaje de los Elohims)


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Esto, que compartiremos aquí y que viene a continuación..., es para leerlo detenidamente y más bien con el corazón más que con la mente.

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Una vez más el maestro Daniel, en su última obra, nos invita a una verdadera reflexión e iniciación a las realidades multidimensionales y a la pluralidad de los espacios de vida que constituyen nuestro universo. Éste, es un Mensaje de los Seres Solares (Arcángeles), o dicho de otro modo, los Elohims de los tiempos pasados.

Entre otras cosas, en este extraordinario mensaje de los Elohim, encontraremos la explicación de por qué la segunda venida del Cristo no será de la misma forma, obviamente, a como se manifestó al mundo hace 2.000 años, ni antes del proceso de "depuración" y "mutación" de la Humanidad, y que es conocido como: el Apocalipsis.
M.



¡Nuestras moradas son los Soles, no son ésos que véis en vuestro cielo, sino su Esencia, su Alma

"¿Por qué haberte invitado hasta este punto? Para dilatarte... Para que un día puedas intentar esbozar Aquello que Es, Su belleza y Su Amor más que Amor. Para que un día puedas dar testimonio de Su corriente ascensional..., porque es el pueblo de los Arcángeles el que ha plantado en cada uno de tus semejantes la semilla superior de su mente (la supra-mente), la semilla que al germinar, le hará elevarse. 

Esta semilla es la semilla del Arquitectodel Geómetra y del Escultor. Es la del Artesano de los mundos, la de aquellos que, por fin, han comprendido que se construyen a sí mismos, la de aquellos cuya expansión del corazón rediseña constantemente la morada. 

Detrás del velo de los tiempos más remotosmientras tu realidad de ser era análoga a la de una planta, nosotros sólo éramos aprendices humanos. Aprendimos entonces a mirar dentro de nosotros y fue, en ese momento, cuando comprendimos, poco a poco, que nuestro deber era ser vuestros "jardineros". 

Ser vuestros jardineros, era injertar en vosotros el Anhelo del SolAquel que impele a izaros hacia el Fuego eterno. El injerto ha "agarrado"; ha atravesado los eones hasta esta hora en la que, tras de haber vivido la animalidad, habéis aprendido a decir "yo" y "mi" como si estas palabras tuvieran que ordenarlo todo a vuestro alrededor...

Una fase adolescente que hoy contemplamos, una fase también de elecciones que nos esforzamos en guiar, una fase, por último, de libertad de aprendizaje, la libertad de determinar la naturaleza de vuestro mundo. 

Ha sido esa voluntad de ser vuestros "jardineros" y de proseguir así la Obra de la Vida lo que nos ha permitido crecer hasta el "estado solar". Por eso, nuestras moradas son los Soles. No son esos que veis en vuestro cielo, sino "las semillas" de estossus esencias en otros "espacios (dimensiones) de respiración". 

¿Por qué te comunicamos todo esto? Para continuar la tarea emprendida. No ya para plantar ni injertar, sino para regar lo que ha comenzado a germinar.

La tierra de vuestra alma tiene sed. Es por eso que nos ocupamos de ella... Pero, tiene que llegar a agrietarse para que tome conciencia de su falta de agua. Por eso, sólo saciamos su sed gota a gota y no con lluvia abundante. Esta tierra vuestra se muestra tan poco porosa que no podría absorberla. Los regalos inconsiderados provocan siempre un ahogamiento, ¿comprendes?

Sólo una verdadera labor sobre vuestra morada actual puede permitirle recibir el beneficio de un aguacero solar.

Entre nosotros, nuestro Hermano el Cristo es el primero de los jardineros de vuestra Conciencia Superior. Su Espíritu ha cruzado muchas veces el umbral en el que nos encontramos en este momento. Lo ha cruzado, como sabes, con el fin de iluminar amorosamente, una tras otra, todas las regiones de vida que caracterizan vuestras razas. 

Con este ofrecimiento, Él ha sido siempre como un grano de arena que os invitaba a revisar el funcionamiento de los engranajes de vuestros hábitos.

Siempre un poco más y pacientemente, Él os ha mostrado la vía de la dilatación del corazón. 

Siempre con la misma constancia, y por un reflejo de miedo, Le habéis estereotipado y petrificado para reducirlo al espacio delimitado por vuestros horizontes. No habéis podido evitar quererlo aprisionar en vuestra morada pese a que evocaba en vosotros el recuerdo de Casa...

Hoy, decís que esperáis Su regreso, como si Él fuera, una vez más, a dibujar una nueva puerta en vosotros o derribar los tabiques de vuestro decorado.

¿Volverá a buscaros de la misma manera y recorriendo los mismos caminos? Sólo a vosotros os corresponde responder a esta pregunta... Sin embargo, desde este Sol en el que residimos, sabemos ya que no se Le reconocerá allí donde sólo se aferran a castillos de arena.

Por tanto, no serán Sus rasgos ni Su nombre los que cuenten sino el lugar que Su soplo  encontrará en vosotros.

Ya es tiempo de comprender lo que nunca habéis comprendido, o lo habéis hecho tan poco hasta ahora. Esperáis una vestidura de aspecto humano, un soporte para aferraros a él una vez más..., pero de éste no recibiréis Aquello que hay que recibir en verdad y en plenitud.

Mientras no hayáis liberado el mayor espacio posible en vosotros, mientras cada una de vuestras células no esté abierta, no reconoceréis el Arcángel del Sol. 



No podréis acoger ni a Cristo, ni a Buda, ni al Gran Imán, ni a Quetzalcóatl porque vuestra morada será demasiado estrecha y sus ventanas, tendrán barrotes.

Mientras no hayáis visto, claramente, que hay "una presencia" de Él que ya está en vosotros desde el Día de los Tiempos, Él no podrá liberaros..., porque seguiréis aprisionándolo..., por ignorancia, por confusión, por ceguera.

El Soplo que tanto deseáis, sin a menudo tener tan siquiera la humildad de reconocerlo espera sólo vuestro Movimiento. Está encarcelado en vuestro corazón; espera que levantéis la reja y depongáis las armas de todos los pretextos que os sirven para encoger... No crecer, es, sin ninguna, duda resecarse. 

Lo aceptéis o no, he aquí que vuestra morada se resquebraja por todos lados y, es por esto, que lo esencial de vuestro ser, no llega ni tan siquiera a habitarlo completamente, y ha entrado, efectivamente, en un estado de extravío. 

Éste es un estado de sufrimiento, comparable al de un parto al que no vemos final y que termina por agotar. Sin embargo, es un estado inevitable y que hay que saber bendecir desde el momento en el que nos acomodamos con él, es decir, desde el momento en el que estamos determinados a encontrar rápidamente su salida.

Vuestro mundo estalla en su caparazón y, es por esto, que el nuestro se acerca a él más que nunca. 

El Agua solar, es el Fuego, es ese Espíritu que llamáis Santo y que es el Alimento del Cristo, es el que os llamamos a descubrir en un gran impulso de simplificación.
¿Entiendes? ¿Comprendes?"


("Universos paralelos..., hay numerosas moradas" - Daniel Meurois)

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