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09 mayo 2024

EL OVNI DE CRISTOBAL COLÓN.


 

La zona del mar de los Sargazos, denominado así por el propio Colón, debido a las algas que flotaban en sus aguas y que reciben este nombre, es una zona donde las corrientes marinas brillan por su ausencia y apenas sopla el viento, por lo que las naves se introdujeron en un periplo demasiado largo por este mar que aumentó, más si cabe, el enfado de los tripulantes, que conscientes de la lejanía del país que los vio partir un 3 de agosto de 1492, veían como las enfermedades, como el escorbuto, minaban sus fuerzas y las provisiones se iban acabando. Fue en estas aguas cuando el 15 de septiembre de 1492, Cristóbal Colón observó un extraño fallo en su brújula que dejó de indicar el norte.

El diario de a bordo de Colón.

El suceso quedó registrado en el diario de a bordo de Colón; en la biografía escrita por su hijo Fernando (Hernando), «Historia y Vida del Almirante Cristóbal Colón» y en los denominados «pleitos colombinos», una serie de disputas judiciales entre los herederos de Cristóbal Colón y la Corona de Castilla y León. Según estos antiguos textos, Colón describió la luz como «una candelilla de cera que se alzaba y se levantaba y que a unos pocos les parecía ser un indicio de tierra». A su regreso a España en la primavera de 1493, Colón presentó el diario de a bordo a la Reina Isabel I de Castilla. Se hizo una copia del diario y la Reina se quedó el original. Se desconoce su paradero desde 1504.

El denominado 'Diario de a bordo de Colón', manuscrito de autor desconocido y atribuido generalmente a Bartolomé de las Casas, es la fuente más conocida y citada sobre el viaje. Existe sin embargo una amplia lista de textos contemporáneos, privados u oficiales, que aportan versiones diferentes de los hechos o detalles suplementarios. Entre ellas destacan las cartas anunciando el Descubrimiento que circularon en distintas versiones impresas por toda Europa, la Historia del Almirante escrita por Hernando Colón y publicada a mediados del siglo XVI o las declaraciones de los participantes en el viaje llamados a testificar durante los llamados pleitos colombinos que opusieron a los descendientes de Colón con la Corona.

Unos días antes del avistamiento de la extraña luz, la tripulación fue testigo de otro suceso en el cielo que también quedó registrado en el Diario de Colón del 15 de septiembre de 1492: «Navegó aquel día con su noche veintisiete leguas su camino al Oeste y algunas más. Y en esta noche al principio de ella vieron caer del cielo un maravilloso ramo de fuego en la mar, lejos de ellos cuatro o cinco leguas». La explicación más probable es que se tratase de un meteorito, un evento que muchos marineros debían de conocer bien, ya que estaban acostumbrados a presenciarlos en sus viajes. Según la copia del diario hecha por Bartolomé de las Casas, en la noche del 11 de octubre de 1492 se anotó lo siguiente:

«Después del sol puesto, navegó a su primer camino, al Oeste; andarían doce millas cada hora y hasta dos horas después de media noche andarían noventa millas, que son veintidós leguas y media. Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra e hizo las señas que el Almirante había mandado.»

«Esta tierra vio primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana; puesto que el Almirante, a las diez de la noche, estando en el castillo de popa, vio lumbre, aunque fue cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra; pero llamó a Pedro Gutiérrez, repostero de estrados del Rey, y díjole que parecía lumbre, que mirase él, y así lo hizo y viola; díjole también a Rodrigo Sánchez de Segovia, que el Rey y la Reina enviaban en el armada por veedor, el cual no vio nada porque no estaba en lugar do la pudiese ver. Después de que el Almirante lo dijo, se vio una vez o dos, y era como una candelilla de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos pareciera ser indicio de tierra. Pero el Almirante tuvo por cierto estar junto a la tierra.» (Diario de a bordo del primer viaje de Cristóbal Colón).

Los dioses vigilantes.

La primera explicación del fenómeno la ofreció el propio Bartolomé de la Casas, quien atribuyó a indios con antorchas en alguna isla cercana, como el origen de la extraña luz. Sin embargo, la luz no provenía de la isla de Guanahani, el lugar en el que desembarcó Colón el 12 de octubre de 1492 en su primer viaje a América, sino que debía proceder de algún cercano a la isla de San Salvador. También se sugirió la hipótesis de que se tratase de un indio en canoa, aunque los fuertes vientos nocturnos en la zona, desecharon rápidamente esta idea.

Siglos después del extraño avistamiento de Colón y su tripulación, se han sugerido dos teorías: como un fenómeno natural y otra teoría que lo plantea como un fenómeno OVNI. La primera teoría propone que la luz fue causada por protozoos bioluminiscentes en las rocas del conocido como Banco Mouchoir o Banco de Pañuelo Blanco (Bancos de Bahamas), causados por el gusano Odontosyllis enopla.

Sin embargo esta teoría está casi descartada debido a que Colón hace referencia a un pequeña luz, sugiriendo una fuente puntual como origen del fenómeno. Aunque el gusano bioluminiscente o «gusano de fuego» Odontosyllis enopla es capaz de producir este efecto, lo hace en determinados días concretos tras la luna llena, muy distinta a la que tuvo la tripulación de Colón la noche del 11 de octubre.

Muchos expertos también mantienen la idea de que lo que el Almirante Cristóbal Colón registró en su cuaderno de abordo, no solo consta en su diario personal de navegación sino que también está registrado y guardado cautelosamente en los archivos de la Santa Inquisición Española.

Debido a la importancia del histórico documento, se trata de un texto que ha sido ampliamente estudiado. Los ufólogos e investigadores de fenómenos paranormales también han ofrecido su particular teoría, considerando que la extraña luz que vio la tripulación de la Pinta, la Santa María y la Niña fue posiblemente un OVNI, pasando desde entonces a denominarse a este suceso como el OVNI de Colón.

Conforme a los estudios realizados por el español Manuel Audije (quien fuera oficial de la Armada), cuando Colón y otros hombres vieron la extraña luz, se encontraban a 14.5 leguas de tierra. Es decir, a poco más de 80 kilómetros, concluyendo que esa distancia es excesiva para lograr distinguir una hoguera en tierra. Por lo tanto, muchos conocedores de la materia afirman que Cristóbal Colón presenció luces que aparecieron hasta dos veces yendo de arriba hacia abajo en el horizonte americano.

Además hay estudios de la conexión de Colón con el Vaticano y su biblioteca llena de sabiduría acumulada durante milenios por diversas civilizaciones, aquellos fenómenos debieron de infundirles un temor no experimentado antes por marinero conocido. Estas luces han sido consideradas como OVNIS que estarían vigilando (o acaso dirigiéndole) el descubrimiento de América. Volvemos a la eterna cuestión de si los Dioses Instructores estarían detrás del desarrollo de la historia y evolución de la humanidad.

Ya sea su verdadera explicación por las antorchas de unos indios en tierra, un gusano bioluminiscente en las rocas o como afirman los ufólogos, OVNIS que estaban presenciando un momento histórico de la humanidad, lo cierto es que Cristóbal Colón y sus marineros observaron una extraña luz en su viaje a la que no consiguieron dar explicación. Una interesante anécdota en todo caso, que aporta un punto de misterio a uno de los hechos más importantes de la historia.

La Klave

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