Para perdonarte a ti mismo, tienes que recogerte en un lugar apartado y allí, solo contigo mismo, hacer un buen exámen de conciencia. ¿DE QUÉ ME ESTOY ACUSANDO? ¿QUÉ COSAS ME ESTÁN MOLESTANDO INTERIORMENTE?
No seas blando contigo, reconoce noblemente tus errores y tus faltas y no eches culpas a nadie, ya es tiempo de responsabilizarte por lo que hayas hecho, y dí: “YO Y NADIE MÁS QUE YO TIENE LA CULPA DE LO QUE HICE”.
Quédate un momento en silencio, vas a entrar a tu santuario interior, vas a ponerte en contacto con el DIOS (EL SOL) que mora en tu corazón. Mantén ese silencio por unos segundos y olvídate de lo que estabas pensando antes, pon tu mente en blanco.
¿Lo lograste? Muy bien, has entrado en tu santuario interior. El lugar secreto en donde tu eres rey y soberano, el lugar que nadie puede violar. Ahora, saluda a tu DIOS con las palabras más hermosas que salgan de tu corazón y dile:
“LO SIENTO MUCHO, PERDÓNAME, TE AMO, GRACIAS”, varias veces.
Y, también, puedes destacar solo alguna de ellas, las que te lleguen más en ese momento, y repetirla. Deja que tu intuición te guíe. Cuando tu dices: “Lo siento mucho”, estás reconociendo que has obrado mal, que has fallado, que has cometido errores, y deseas enmendarlo.
Tú quieres el perdón interior por lo que te trajo aquello. Al decir: “perdóname”, no le estás pidiendo a Dios que te perdone, le estás pidiendo a Dios que te ayude a perdonarte.
“Te amo” transmuta la energía bloqueada (que es el problema) en energía fluyendo, te reconcilia y te vuelve a unir con lo Divino, con tu DIOS interior, con el Padre-Madre.
“Gracias”, o “estoy agradecido”, es tu expresión de gratitud, tu fé en que todo será resuelto para el bien mayor de todos los involucrados. Probablemente, vas a caer, vas a reincidir y más de una vez. Más no te desanimes. Caer es humano, lo terrible es permanecer caído, pero tú sí vas a levantarte, tú vas a estar alerta y cuantas veces caigas, pedirás perdón y proseguirás en tu firme propósito de no volverlo a hacer.
Al fin, vencerás, puedes estar seguro, es un proceso de autoeducación que tiene que darte resultados. Sigamos. Muy bien, entraste en tu santuario interior y te confesaste con tu DIOS interior, con el Padre-Madre. El encuentro fue hermoso, saliste de allí con una sensación de ligereza espiritual, de alegría, te encuentras liviano.
Muy bien. Ahora estás preparado para, a tu vez, perdonar a todo el que te deba algo. Así sea lo que tú consideres terrible. Tú tienes que perdonar para liberarte de toda energía negativa. Tú vas a perdonar todo, vas a perdonar de corazón, no te vas a acordar más de quién o qué cosa te hicieron.
Es más, tú vas a amar a quien te hizo sufrir, porque el sentirte infeliz, fue lo que te hizo buscar este camino que te llevará a encontrar ni más ni menos que tu libertad, tu felicidad.
Con esto en tu corazón dí con fuerza: ¡Fuera, rencores! ¡Fuera complejos! ¡Abajo la envidia! ¡Sal de aquí soberbia! ¡Fuera todo lo que sea menor que el jubiloso sentimiento de que estoy a buenas con Dios! ¡Él me ama! ¡Él me aprueba! ¡Él está conmigo! Esta Ley y las demás Leyes, ¡tienen tanto que darnos!
Aprender a manejarlas es pura sabiduría. Lleva algún tiempo, es verdad. Más no nos vamos a impacientar. Aprendamos a decir: “¡EL TIEMPO DE DIOS ES PERFECTO Y ALCANZA PARA TODO!” Vive, perdónate a ti mismo, ámate a ti mismo, perdona, ama y luego, haz lo que quieras.
LO SIENTO MUCHO, PERDON, TE AMO, MUCHAS GRACIAS.
"BALANCE Y ARMONÍA. Restableciendo nuestra energía vital"
Jesús