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18 diciembre 2022

"NO NACÍ EN DICIEMBRE NI EN JUDEA, COMO ALGUNOS HAN PRETENDIDO AFIRMAR".

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La Jerarquía de la Iglesia Católica Apostólica de Roma sabe muy bien y, desde siempre, que el Maestro de Maestros Jesús el Cristo, no nació ni en Diciembre ni en Judea... Conmemorar el nacimiento de Jesús en Diciembre es una mentira más, una más que la Jerarquía de la Iglesia Católica ha perpetuado hasta nuestros días. ¡Si tuviéramos que hacer una lista de todas las mentiras difundidas por la Jerarquía de la Iglesia Católica de Roma (el Vaticano) la lista sería interminable! 
¡Lo sorprendente es que la practica totalidad del mundo occidental cristiano sea tan ingenuo, hasta el punto de tragarse sin masticar todas y cada una de las mentiras levantadas por la Jerarquía de la Iglesia Católica de Roma! 

Pocos son los que manifiestan lo que se llama un 'espíritu crítico' y se cuestionan absolutamente todo lo que ven sus ojos y escuchan sus oídos. 
  
JESÚS NOS DICE: NO NACÍ EN DICIEMBRE NI EN JUDEA, COMO ALGUNOS HAN PRETENDIDO AFIRMAR. Así, es como comienza la impresionante y además apasionante 'autobiografía' del mismo Maestro de Maestros y Avatar, Jesús, y escrita por Daniel Meurois, es decir, por uno de "los dos olivos", aunque, este 'dato', él no lo haya revelado jamás públicamente.
Obra impresionante y recomendable para todos aquellos buscadores sinceros de la Verdad... Ésta, es una auténtica obra-testimonio para toda la humanidad. Un testimonio verídico de la vida del Maestro de Maestros y Avatar Jesús que no es la suma de una larga serie de canalizaciones sino la de un gran número de consultas en lo que llamamos "la Memoria Akhasica" universal. Y, como dice Daniel Meurois, el autor de esta obra-testimonio..., "sea como sea, esta obra-testimonio es -con toda certeza, no temo decirlo- por lo que he venido a este mundo".
M. Z.


"No nací en Judea, como algunos han pretendido afirmar, sino en el corazón mismo de Galilea.

Nuestro pueblo era insignificante, tan insignificante que aquel que iba a ser mi padre prefirió que yo naciera a una milla de su pequeño recinto de piedra seca.

Al borde de un camino frecuentado por mercaderes con sus rebaños de asnos, en dirección al mar, existía un modesto betsaid que ofrecía todo lo que un viajero podía necesitar. Medio encastrado en la roca, había sido construido antiguamente por los miembros de la misma Comunidad (Fraternidad Esenia) de la que mi familia procedía.

Era un refugio para enfermos, necesitados y para aquellos que no tenían adonde ir, por unas noches. No había asnos ni bueyes en los pesebres sino ovejas y cabras dispersas aquí y allá, como en las colinas circundantes. 

El lugar, sin embargo, no era tan pobre. Regresé allí con frecuencia... Un arroyo corría a unos pasos de sus muros, la hierba era abundante y no se podía contar los olivos e higueras que invitan a acceder a él.

Había mucha gente cuando nací, mucha más de lo que mis padres hubiesen deseado. A decir verdad, aquel que había aceptado ser mi padre, Yussaf (José), era un hombre respetado, no sólo en la comarca sino también en Jerusalén.
El correr de los siglos ha hecho creer que era carpintero. Sin embargo, nuestras casas eran concebidas y construidas de forma tan simple que no necesitaban de ningún armazón digno de ese nombre. Aquí, como muchas veces, el símbolo suplantó rápidamente la realidad de los hechos...

En realidad, si mi padre trabajaba la madera, era más bien para confeccionar toda clase de herramientas, mesas, bancos y también, a veces, carretas.

Pero, eso era secundario en su vida. Antes que nada, mi padre era uno de los sacerdotes más importantes de nuestra Comunidad. No hablo solo de nuestra aldea, sino también de la otra, más extensa, cuyos miembros estaban diseminados por todo el país..., la Fraternidad de Esania. Por esto, se inclinaban ante él y venían a consultarle.

Durante sus años de juventud, los Antiguos le confiaron la responsabilidad del templo que nuestra Fraternidad mantenía en Jerusalén. Eso fue mucho antes de casarse con Meryem (María), mi madre. Su sabiduría y su rectitud lo habían desmarcado muy pronto de otros muchos hombres.

Como la de mi madre, su mirada se unió profundamente con la mía desde los primeros días de mi llegada a este mundo. Sobre mi pequeño colchón relleno de paja y bajo el lienzo de lino ribeteado de ocre con el que cubrían mi pequeño cuerpo, le vi a menudo inclinarse todo lo que podía sobre mi rostro para buscar y captar no sabía yo aún qué...

     "Yussaf, Yussaf...." susurraba él entonces.

Yussaf, José..., era así como habían decidido llamarme, con su mismo nombre.

En cuanto a mi madre, recuerdo que me miraba como si yo no fuera "de verdad". En mi conciencia recién salida de 'otro espacio', adivinaba su sorpresa y sus interrogantes. Eran, creo, parecidos a los míos y traducían un salto a lo desconocido".
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del libro testimonio: "El Libro Secreto de Jeshua - La vida desconocida de Jesús, según la Memoria del Tiempo. Tomo I"autor Daniel Meurois. Edit. Isthar Luna-Sol



Nota de M./ Jesús, en efecto, en un principio y hasta la edad de unos 6 años llevó el nombre de José (Yussaf), el mismo nombre que su padre, José. Fue también cuando tenía unos 6 años cuando quiso llevar el nombre de Jesús.


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