El desastre de Tunguska, que ocurrió el 30 de junio de 1908 a las 7:15 a.m. sobre el río siberiano Podkamennaya Tunguska, sigue siendo uno de los misterios más intrigantes del siglo XX. Una explosión de fuerza increíble, equivalente en potencia a la explosión de 20 millones de toneladas de TNT, derribó árboles en un área de unos 2000 kilómetros cuadrados, dejando atrás solo un desierto sin vida y muchas preguntas a las que los científicos aún no pueden dar una respuesta inequívoca.
Inicialmente, la versión más extendida fue la de la caída de un asteroide. Sin embargo, a pesar de la magnitud de la destrucción, la búsqueda de los restos del cuerpo celeste resultó infructuosa. Esto llevó a la aparición de hipótesis alternativas, que sugerían que el asteroide se desintegró en la atmósfera o no llegó a alcanzar la superficie terrestre. Una de estas teorías, propuesta por investigadores de la Universidad de Bonn y del Instituto Siberiano de Investigación Geológica, sugería la liberación de una enorme cantidad de metano del interior de la Tierra. Los cálculos mostraron que habrían sido necesarias unos 10 millones de toneladas de metano para crear una explosión de tal potencia, lo que en sí mismo es un acontecimiento increíble que requiere una explicación de los mecanismos de su ocurrencia y posterior explosión.
Los astrofísicos estadounidenses han ido aún más lejos al proponer la hipótesis de una colisión con un diminuto agujero negro. Esta teoría, aunque apasionante, también se enfrentaba a serias dificultades para confirmar y explicar los efectos observados. Había que explicar cómo un objeto tan masivo podía atravesar la Tierra sin dejar tras de sí huellas más significativas que las observadas. Y si se trataba de un objeto miniaturizado, no podía haber generado una explosión de tal magnitud. Esta contradicción lógica ponía en duda la viabilidad de esta teoría.
Sin embargo, recientemente, científicos rusos, dirigidos por el investigador del fenómeno de Tunguska Yuri Lavbin, presentaron una nueva y sensacional hipótesis. Según ellos, durante la expedición se descubrieron restos de una máquina voladora extraterrestre. Los fragmentos de metal encontrados fueron supuestamente investigados en uno de los laboratorios de Krasnoyarsk. Lavbin afirma que los materiales descubiertos son de origen extraterrestre y que el asteroide que amenazó al planeta era tan grande que su caída podría haber provocado la aniquilación total de la humanidad. Según su versión, una civilización extraterrestre muy avanzada evitó la catástrofe destruyendo el cuerpo celeste cuando aún se encontraba en la atmósfera.
Esta afirmación provocó un aluvión de críticas por parte de la comunidad científica mundial. Muchos científicos, entre ellos Benny Peiser, de la Universidad John Moores de Liverpool, calificaron la hipótesis de Lovebin de "invención tonta", señalando la falta de pruebas convincentes y la incoherencia de la afirmación con las leyes físicas conocidas. Los detalles de la investigación realizada, los métodos de análisis de los fragmentos encontrados y, lo que es más importante, las pruebas de su origen extraterrestre, no se presentaron al gran público, lo que creó aún más desconfianza ante esta noticia sensacionalista.
La cuestión de qué ocurrió exactamente sobre Tunguska en 1908 sigue abierta. A pesar de los numerosos estudios e hipótesis planteados, sigue sin haber una respuesta inequívoca. El desastre de Tunguska sigue agitando las mentes de los científicos, impulsando nuevas investigaciones y buscando respuestas a uno de los mayores misterios del siglo XX. Para arrojar luz sobre este misterioso suceso son necesarias más investigaciones científicas, que incluyan un examen independiente de los materiales encontrados y un examen exhaustivo de todos los datos disponibles. La falta de transparencia y de datos verificables en la declaración de Lovebin la convierte más en una sensación que en una hipótesis científica. Hará falta mucho más tiempo y esfuerzo para desentrañar el misterio de la catástrofe de Tunguska y poner fin definitivamente a esta controversia.
biosferatum.ru - 21 de agosto de 2025