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24 noviembre 2016

El asteroide que acabó con los dinosaurios puso la Tierra del revés.


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El asteroide que hace unos 66 millones de años se estrelló contra la Península de Yucatán en México –y provocó la extinción de los dinosaurios– puso literalmente del revés la superficie de todo el planeta. 

El impacto, equivalente al de 100 millones de bombas atómicas, dejó en la Tierra una cicatriz de 180 kilómetros de diámetro, conocida hoy como el cráter de Chicxulub. Estuvo a punto de arrasar con todo rastro de vida en el planeta.

Un equipo de más de 30 investigadores de 12 países ha llevado a cabo durante varios meses trabajos de perforación submarina en Chicxulub, que es una gigantesca cavidad situada bajo el Golfo de México, informa la revista 'Science'.

La operación permitió a los geofísicos extraer muestras del interior del cráter y descubrir que las rocas eran más porosas de lo que habían supuesto antes. Según los investigadores, esto supone que el impacto del asteroide dejó nuevos nichos para la vida en nuestro planeta.

Al analizar las profundidades y composición de las rocas, el equipo reconstruyó la línea temporal del impacto. En primer lugar, el asteroide estalló contra la superficie y perforó casi toda la corteza terrestre, empujando las rocas desde el fondo de la corteza y elevándolas 25 kilómetros en tan solo 10 minutos. En el borde del cráter recién formado se levantó una cordillera más alta que el Himalaya que se derrumbó en solo tres minutos, dejando un masivo de roca llamado 'anillo de pico' en Chicxulub. Por tanto, el impacto del asteroide básicamente volvió del revés la superficie de la Tierra.

Sin embargo, la calamidad pudo haber tenido un inesperado efecto positivo en la Tierra, según los científicos. Las rocas que sufrieron el impacto del asteroide se partieron y perdieron densidad. Las nuevas grietas y poros creados en estas rocas habrían permitido que el agua fluyera a través de ellas con más facilidad. "En estas rocas fracturadas y porosas entraron microbios", apunta Joanna Morgan, geofísica de la Escuela Imperial de Londres. Los organismos que entraron en el cráter "eran más exóticos", asegura.

Fuente:/El Imparcial
24 Noviembre 2016

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