Los seres humanos no deben esperar de los que consideran Maestros, ni de sus Hermanos Mayores de las estrellas, revelaciones sobre los acontecimientos que afectarán a las naciones o profecías que puedan trazarles un camino muy recto.
Eso son infantilismos que hay que abandonar, y que utilizan los sembradores de fantasmas. Hay probabilidades, alimentadas o disgregadas a diario por la conciencia de la Humanidad.
A veces, simplemente, damos a conocer esas probabilidades, semilla tras semilla, con infinitas precauciones, como agujas capaces de orientar vuestra marcha; nunca más.
El Hombre será quien se escriba, y en esto reside lo esencial. La idea de un cataclismo inevitable sólo es aceptable para aquellos cuyas reservas de Amor ya se han agotado en esta vida.
El Morya