"Aquella noche estaba fuera de mi cuerpo, como me ocurre a veces, esperando se me indicara el lugar hacia el que debía dirigirme. Mi cuerpo físico, que veía debajo de mí, descansaba tranquilo, como un cascarón vacío. Acostumbrada a verlo así, lo observaba sin especial atención cuando de pronto, noté que una mano se posaba sobre el hombro de mi cuerpo sutil.
Dispuesta a volverme para ver qué presencia era la que me estaba tocando, noté, sin embargo, con gran sorpresa por mi parte, que era incapaz de realizar el menor movimiento. La presencia, en cuestión, parecía haberme paralizado sin haber hecho perder, no obstante, la serenidad. Todo en mí, y a mi alrededor, estaba tranquilo.
Sin una palabra, como un imán, la mano me arrastró hacia un torbellino de luz a una velocidad vertiginosa. Acepté confiadamente lo que iba a ocurrir, sin dejar por ello de estar alerta… Al cabo de algún tiempo que no sabría calcular, distinguí con claridad, una esfera que giraba muy por encima de mí. Entonces no pude por menos de lanzar una exclamación que era, al mismo tiempo, una pregunta: “¿La Tierra?”.
Seguía sintiendo la presión de la mano, aunque con menor intensidad. Y entonces comenzó a difundirse por todo mi ser una voz cálida que, con un cierto tono divertido – así al menos lo percibí yo -, decía:
Saber quién soy, no te aportaría nada. Mejor, mira la Tierra, pues se trata de ella, en efecto. ¿Ves sus chakras y sus nadis? Deja que llegue hasta ti su energía, como haces con las personas a las que lees el aura...
“Más tarde volveremos sobre esto” – susurró una voz cálida -, aún no ha llegado el momento de decir más. Has de saber, sin embargo, que la Tierra y los seres humanos están tan íntimamente ligados, que la evolución de los chakras de éstos influye en los de ella, y viceversa.
Los seres del planeta Tierra se encuentran muy próximos a acceder a una dimensión-corazón que les abrirá el pasaje a la cuarta dimensión. Esa posibilidad se ha presentado ya en dos ocasiones a lo largo de la evolución de la Humanidad, sin llegar a un desenlace óptimo. Esta vez es la tercera…
Se les propone de nuevo, a los seres de la Tierra, para que crezcan. Pasar a una nueva dimensión significa que las nociones de tiempo y espacio se ampliarán considerablemente y que vuestro modelo actual abrirá las puertas a una comprensión mayor y, por tanto, a una realidad más vasta, pero más sencilla.
Cuando la Humanidad de la Tierra haya comprendido, hasta en lo más profundo de sus células, que significan el espacio y el tiempo; cuando todas las barreras hayan caído, entonces los viajes, sean interiores o exteriores, abrirán en cada uno de los seres del planeta, una vía de acceso al Ser. Desparecerá la ilusión del pasado y futuro, pues dicha ilusión habrá cumplido al fin su misión. Incluso se modificará el vocabulario, y la palabra “cumplir”, que acabo de utilizar dejará de tener significado.
Cuando el corazón de la Humanidad terrestre ocupe su lugar, cuando se abra su chakra cardíaco, por emplear vuestras palabras, será un gran momento para todo vuestro sistema solar. Significará que el ser humano comprende todas las cosas a través del atanor de su corazón y no a través de las emociones que todavía llama amor.
Ha llegado el momento de avanzar hacia otra luz y dejar lo que los seres de la Tierra construyeron para un cierto tiempo. “Dejar” no significa luchar o renegar; ambas palabras corresponden a actos que refuerzan el tercer plexo en detrimento de la apertura del cuarto. ¿Tan difícil os resulta abandonar vuestra vida anterior, sin tener que combatirla? Debéis dar ese paso, ha llegado el momento.
La dualidad es una dimensión que no conoce el corazón; forma parte de un espacio de conciencia, hoy en día caduco.
Convertíos en lo irrevocable, no juzguéis; sed de los que no deciden de lo bueno o de lo malo, dejándose llevar de la ilusión del intelecto, sino que están por encima de todo eso; sed transmutadores, puentes radiantes entre el cielo y la tierra, entre lo alto y lo bajo, sed lo irreversible del Amor. ¡Sedlo!"
("Formas Pensamiento" - de Anne Givaudan)