La señal procedente de Marte tarda menos de 22 minutos en llegar a la Tierra. Sin embargo, ya son tres días los que se mantiene un silencio inexplicable por parte de las agencias espaciales que observaban el histórico sobrevuelo del objeto interestelar 3I/ATLAS cerca del planeta rojo.
El 3 de octubre de este año, el objeto, que es solo el tercer cuerpo observable confirmado de origen extrasolar, pasó a una distancia de solo 30 millones de kilómetros de Marte. Fue una oportunidad sin precedentes para cinco naves orbitales que se encontraban en la posición ideal para tomar imágenes detalladas. Sin embargo, hasta la fecha, el público no ha visto ninguna fotografía.
Las cinco naves que apuntaron sus instrumentos hacia 3I/ATLAS son el Mars Reconnaissance Orbiter de la NASA, las sondas Mars Express y ExoMars TGO de la Agencia Espacial Europea (ESA), la sonda Hope de los Emiratos Árabes Unidos y, lo que es más importante, la nave china Tianwen-1.
La NASA justificó su silencio con la suspensión de las actividades del Gobierno de los Estados Unidos, que comenzó sospechosamente el 1 de octubre, solo 48 horas antes del sobrevuelo. Por su parte, la ESA se limitó a comunicar que sus observaciones continuarían hasta el 7 de octubre, sin publicar resultados preliminares. Pero, el silencio más desconcertante proviene de Pekín.
El factor chino: una anomalía geopolítica.
Si bien los retrasos por parte de la NASA y la ESA pueden tener justificaciones burocráticas, el silencio de la Administración Espacial Nacional China (CNSA) desafía toda lógica geopolítica. La sonda Tianwen-1 funciona de forma totalmente independiente y ha demostrado una eficacia notable, publicando más de 14 700 imágenes de Marte desde 2021. China suele utilizar sus logros espaciales como una poderosa herramienta de propaganda. De hecho, hace solo unos días celebraron la publicación de una selfie de la Tierra tomada por su nueva sonda Tianwen-2 desde una distancia de 590 000 kilómetros.
Si las imágenes de 3I/ATLAS mostraran una cometa normal, aunque fuera de origen interestelar, China tendría un motivo perfecto para hacerlas públicas de inmediato. Tal medida no solo habría humillado a la NASA, paralizada por la suspensión de las actividades gubernamentales, sino que también habría reforzado el prestigio de su programa marciano ante la ambiciosa misión de retorno de muestras «Tianwen-3», prevista para 2028.
El silencio es absoluto: no hay comunicados de prensa de la CNSA, ni imágenes de sus cámaras de alta resolución, ni declaraciones de los astrónomos de la Academia China de Ciencias, ni cobertura en los medios de comunicación estatales. Lo mismo ocurre con los Emiratos Árabes Unidos y su sonda Hope.
El recorrido de las imágenes desde Marte.
Para comprender la magnitud de este retraso, es fundamental entender cómo llegan las imágenes desde Marte. Cuando una nave orbital como la Tianwen-1 toma una fotografía, la almacena y luego la transmite a la Tierra mediante ondas de radio. Estas señales viajan a la velocidad de la luz y son captadas por la Red de Comunicaciones Espaciales Lejanas (DSN), una red global de antenas.
El tiempo que tarda la señal en atravesar el espacio depende de la distancia entre los dos planetas, que cambia constantemente. Puede tardar entre un mínimo de 3 minutos y un máximo de 22 minutos. Tras su recepción, la señal se procesa para restaurar la imagen. Aunque la transmisión de datos de alta resolución puede tardar varias horas, el silencio de más de tres días por parte de cinco aparatos controlados por cuatro agencias competidoras no puede explicarse por retrasos técnicos.
¿Qué hace que 3I/ATLAS sea tan especial?
- La creciente preocupación se basa en que 3I/ATLAS no es un objeto normal. Los astrónomos han documentado al menos ocho anomalías que nunca antes se habían observado juntas en un solo objeto natural:
- El contenido de dióxido de carbono (CO2) y agua es 8 veces mayor que el de las cometas normales.
- Una misteriosa proporción de níquel/hierro, con presencia del primero sin la cantidad correspondiente del segundo.
- Aceleración no gravitatoria mínima, a pesar de la liberación activa de gases.
- Trayectoria con una probabilidad del 0,005 %, que incluye acercamientos cercanos a Venus, Marte y Júpiter.
- Masa estimada entre 1000 y 100 000 veces mayor que la de los objetos interestelares típicos.
- Polarización negativa extrema, «sin parangón entre los asteroides y cometas».
- Bajo nivel de carbono diatómico, a pesar del alto contenido de CO2.
- Edad estimada de entre 7000 y 14 000 millones de años, lo que potencialmente lo hace más antiguo que nuestro sistema solar.
Un estudio de la Universidad de Harvard / Initiative for Interstellar Studies calculó un factor de Bayes de aproximadamente ~10²⁸ a favor del origen artificial sobre el natural, una cifra astronómica que los autores, por razones profesionales obvias, prefirieron suavizar.
Silencio coordinado, rivalidad insuperable.
La conclusión que circula en los círculos analíticos es tan inevitable como inquietante: la única explicación plausible para que los competidores geopolíticos coordinen un silencio de este tipo es que los cinco aparatos observaron algo que requiere una respuesta unificada a nivel de toda la humanidad. La confirmación de la tecnología artificial se convertiría en un acontecimiento que relegaría a un segundo plano cualquier rivalidad entre Estados Unidos y China.
La prueba decisiva llegará a finales de noviembre de 2025, cuando 3I/ATLAS alcance su perigeo (máxima aproximación al Sol). Si el objeto mantiene su trayectoria hiperbólica de salida, es posible que la cautela actual resulte ser una reacción exagerada. Pero si se ralentiza para permanecer en el Sistema Solar, el silencio de estos últimos días no será más que el preludio de una revelación que cambiará la historia de la humanidad.