A lo largo de nuestra vida en la Tierra, todos hemos conocido a personas para las cuales el único universo cotidiano concebible era el de la tristeza, el de la enfermedad, el de la preocupación. Hasta tal punto que, con su actitud, rechazaban toda ayuda y toda posibilidad de mejora o de cambio.
Vuestra sociedad se comporta igual que esas personas. Se complace en su estado, se sumerge totalmente en él hasta privarse de cualquier posibilidad de curación. Notad bien que he dicho "personas" y no "seres", porque quien padece la enfermedad es la máscara.
Pretender arrancar la máscara en el plano individual y después colectivo conduce forzosamente a ser sentido como una espina en el talón de la sociedad.
Uno, se oirá decir de múltiples formas: "¿Quién es éste que se empeña en hacernos cambiar, siendo así que estamos tan agusto entre nuestras paredes? ¿Quién es éste que habla de la posible dicha y el amor verdadero? ¡No es más que un soñador!".
Con lo cual, se sobreentiende, amigos míos: "¡Éste es un soñador... peligroso!".
Buda Gautama
