El amor puede generar efectos en nuestro mundo físico.
El departamento de Biología Cuántica del Instituto Heart Math, de California, realizó estudios que comprobaron que las emociones y los sentimientos humanos emiten ondas sinusoidales.
El autor y físico norteamericano David M. Jinks ha elaborado una impresionante teoría, expuesta en un revelador libro titulado “El mono y el Tetraedro”. Jinks presenta un detallado análisis que revalida la información contenida en muchísimos textos espirituales, místicos y religiosos de la antigüedad.
Su teoría une a la física cuántica con la poderosa energía del amor, para establecer una comunión que abriría las puertas de la evolución humana. Utilizando fundamentos puramente científicos, asegura que el amor es un flujo completamente libre y sin restricciones de información, que puede tomar la forma de palabras, pensamientos o pura energía.
En un mundo donde la aceptación incondicional del amor fuera la regla, la energía en todas sus formas fluiría coherentemente, sin ningún tipo de resistencia. El amor, descrito de esta manera, sería el estado ideal para la transmisión de la energía. Ahora consideremos este concepto en términos de grandes cambios planetarios, como los que transita la Tierra actualmente, y su relación con un período en el cual se podría presentar un gran salto evolutivo en la conciencia humana.
En el punto más alto de uno de estos períodos en los cuales la transmisión de energía desde otras dimensiones crece considerablemente, cuando la geometría del sistema solar entero está perfectamente alineada para permitir el flujo de información procedente de dimensiones superiores hacia nuestra realidad, ¿qué sucede?
Básicamente, que aquellos ecosistemas planetarios que estén en armonía natural se encontrarán “dispuestos” a recibir sin resistencia el flujo energético que les llegue, y por lo tanto se verán positivamente transformados por éste, mientras que aquellos que opongan resistencia al nuevo patrón de vibraciones sufrirán una serie de consecuencias adversas como las que estamos experimentando actualmente en nuestro planeta.
Pues bien, a través de las predicciones de Jinks, estos períodos de máxima transferencia energética se dan como procesos cósmicos cíclicos y vienen a coincidir con aquellos momentos en los cuales se producen grandes convulsiones evolutivas en nuestro planeta, con extinciones en masa de ciertas especies y la aparición de otras.
Lo más inquietante es que todos los datos parecen indicar que ahora nos encontramos inmersos en uno de esos momentos. Y, si colectivamente y como especie, el ser humano no acepta vivir en completa armonía y en estado de amor con su entorno, nos hallaríamos cercanos a nuestra propia extinción.
LOS LEGADOS ANCESTRALES
Estos grandes ciclos ya fueron descritos con precisión por cosmogonías tan alejadas entre sí como la maya, la hindú o la de los indios Hopi norteamericanos, que coinciden en situar en la actualidad uno de estos periodos críticos para la evolución. Pero, más allá de toda especulación, existen pruebas contundentes que confirman la veracidad de este antiguo conocimiento.
El mundo científico observa con total desconcierto cómo todo el Sistema Solar y nuestro propio ecosistema está siendo afectado por un proceso cósmico en el cual el ser humano y su acción desequilibrante sobre el medio ambiente no tienen nada que ver.
¿Qué podría significar todo esto?
Básicamente, que un flujo de energía de origen desconocido no sólo está penetrando en nuestro planeta, sino haciendo subir su patrón vibratorio y, con éste, el de todo lo que el planeta contiene, incluidos sus habitantes.
El calentamiento global, el agujero de la capa de ozono y otros fenómenos climáticos serían los síntomas de que un flujo de energía-información está comenzando a transformar el Sistema Solar y, por ende, nuestro planeta. De nuestra capacidad para vibrar en armonía con él puede depender nuestra supervivencia o el que venga a sustituirnos una nueva especie que encaje mejor con el nuevo patrón energético y de realidad, en un nuevo ciclo evolutivo terrestre.
La ciencia finalmente comienza a comprender la existencia de un universo intangible que no puede ser estudiado con máquinas; un universo conformado por realidades superiores de la creación y que responde también a fuerzas superiores, como lo es la energía del amor.
EL PODER DEL AMOR
El amor puede generar efectos en nuestro mundo físico. El departamento de Biología Cuántica del Instituto Hearth Math, de California, realizó estudios que comprobaron que las emociones y los sentimientos humanos emiten ondas sinusoidales.
¿Qué significa esto?
Que a cada emoción y sentimiento corresponde una longitud de onda sinusoidal específica y única.
Estas respuestas podían, además, ser representadas por una computadora con formas tridimensionales tangibles. Esto tiene poderosas implicaciones en lo que respecta a los antiguos conocimientos y legados que establecían cómo construir un mundo mejor mediante la utilización de la fuerza energética del amor.
El mundo científico, hasta ahora, ha tratado la realidad y las cosas que la componen, entre ellas el hombre, como aspectos separados entre sí, mientras que la nueva visión “participativa” tiende a verla como algo abstraída de un flujo intangible e invisible, no compuesta por partes, sino que se trataría de una conexión inseparable. Bajo esta visión nosotros, en esta realidad “participativa”, somos al mismo tiempo el artista y la tela que pintamos.
El amor, entonces, sería el elemento que permitiría que las energías creativas fluyan de tal forma que la pintura se convierta en una verdadera obra de arte y nosotros en genios de la pintura.
En un “Universo Participativo” tú y yo somos parte de la ecuación. Nosotros juntos creamos los eventos de nuestras vidas y también las experiencias de qué crear. Ambas cosas suceden al mismo tiempo.
En otras palabras, somos artistas expresando nuestras más profundas esencias de vida humana en un misterioso tejido cuántico.
La experiencia del libre albedrío nos permitiría elegir el rumbo que toma nuestra obra. Es decir, podemos tanto crear como destruir la creación misma. El amor sería la energía mejor aliada de la creación, mientras que el extremo opuesto sería el de la destrucción.
CO-CREADORES DE LA REALIDAD
Debido al sistema de creencias de que los pensamientos y sentimientos “no van a ninguna parte”, las prevalecientes formas de pensamiento y los sentimientos de una naturaleza negativa están impactando negativamente en toda la Tierra.
Estas formas negativas de expresión energética humana producen efectos adversos en todas las formas de vida por las frecuencias de intercambio de información de las cuales la mayoría de los humanos permanecemos inconscientes, pero que constantemente estamos produciendo.
Esta verdadera “barrera energética” que prevalece colectivamente en nuestro mundo está intercediendo con las nuevas frecuencias energéticas que están arribando y transformando a la Tierra y al Sistema Solar entero. Igual al énfasis que se pone en las palabras. Las palabras no se las lleva el viento, con las palabras construyes o destruyes.
Bajo el conocimiento establecido por David M. Jinks, sólo un estado de pensamiento y sentimiento positivo, armónico, guiado por la fuerza energética del amor, nos permitirá alcanzar el tan anhelado salto evolutivo de la existencia humana.
Hasta que el hombre no comprenda que lo físico y lo no físico son manifestaciones de una misma cosa, no entenderemos totalmente la importancia de nuestro rol dentro de la creación.
Somos entidades participativas con una fuerza muy poderosa: el amor; y tenemos una responsabilidad muy importante que es la de ser artistas y lienzo en esta obra de arte llamada Divina Creación.
Por Brad Hunter