Cuando hablamos de karma, muchas personas lo interpretan como un castigo que nos toca pagar por cómo hemos obrado en vidas anteriores. Creo que debemos rechazar esta visión y ver el karma como un aprendizajepara que siga evolucionando nuestro espíritu, nuestro cuerpo esencial, nuestro yo superior, o como prefieras denominarlo. Dependiendo del número de vidas que haya tenido el cuerpo esencial, nuestros retos en esta vida tendrán un mayor o menor nivel de dificultad.
Antes de nacer, cada uno de nosotros traza el plan de cómo debe ser nuestra próxima vida en función de las asignaturas pendientes que debemos superar para seguir evolucionando.
Elegimos el país donde vamos a vivir, su situación política y económica, las personas con las que vamos a relacionarnos y el tipo de familia en que viviremos.
Si una persona debe trabajar la inseguridad de vidas anteriores, para su próxima existencia no va a escoger a unos padres perfectos ni decidirá no pasar problemas económicos. Lo más probable es que se ponga retos como la separación de los padres, unos padres que nunca le apoyen o una escasez de recursos que le obligue a trabajar para poder costearse los estudios. Otra persona tendrá que trabajar otras cuestiones distintas (la autoestima, el egoísmo, la avaricia, etc.)
Lo que ocurre es que, cuando nacemos, perdemos la memoria y nos olvidamos del proyecto que hemos venido a desarrollar y de los aprendizajes que debemos realizar. En esta vida tenemos el libre albedrío y corremos el riesgo de alejarnos del proyecto que hemos diseñado antes de reencarnar.
Si no recordamos qué hemos venido a hacer aquí o cómo debe ser la relación con las personas que nos rodean para poder evolucionar, tampoco sabremos interpretar por qué hemos contraído una determinada enfermedad o el motivo por el cual tenemos problemas de pareja, por citar algunos ejemplos.
Las experiencias dolorosas son para detenerse y reconducir nuestra vida según las indicaciones del cuerpo esencial. En cada vida tenemos asignaturas aprobadas y otras suspendidas, que tendremos que recuperar. Si las relaciones que tenemos con los demás no culminan como habíamos decidido antes de nacer, deberemos retomarlas en las siguientes vidas. Así pues, el karma es la suma de asignaturas pendientes y de las relaciones no concluidas. Las enseñanzas se irán repitiendo tantas veces como sea necesario para que podamos superar determinadas actitudes o relaciones.
Pero no todo son adversidades. También hemos venido aquí para experimentar ilusión, pasión y alegría. En tu existencia actual, si has evolucionado lo suficiente y has compensado los errores de vidas anteriores, entrarás en el dharma. Es el regalo que te ofreciste antes de nacer: evolucionar desde la alegría, desde la felicidad y desde la facilidad. No es una utopía, es posible.
Estarás en una vibración que te permitirá vivir en armonía y paz. Sabrás vibrar con cualquier cosa que te rodee y extraer la parte positiva a todo lo que te ocurre. Serás un faro para las personas de tu alrededor. Cuando una persona está en dharma, no pasa desapercibida. Los demás sienten aquella armonía del mundo interior. Otros querrán alcanzar ese nivel de evolución.
por Griselda Vidiella