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23 abril 2017

LEY DEL KARMA.


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Nuestra vida actual con sus vicisitudes adversas o favorables, es la consecuencia de nuestras previas actuaciones en el pasado, y aun en el presente.

Hagamos un estudio amplio de esta Ley que dividiremos en tres partes. En cada una de ellas, podremos conocer aspectos diversos de esta Ley Cósmica.

Comencemos esta primera parte, con el estudio del karma como ley retributiva, su acción en la vida humana y su relación con el libre albedrío.

Cuando llegamos a conocer y ser conscientes de que, la Vida del ser espiritual es una sola, manifestada en personalidades diferentes y continuadas, hasta su liberación de las reencarnaciones; vidas humanas en diversas épocas, ambientes y aspectos, con libertad de acción; llegamos también a comprender que el ser espiritual -el Ego- es el mismo que, con su buena o mala conducta, en las diversas personalidades o vidas humanas, ha ido sembrando el amor o el dolor, creando con ello deudas o méritos, que han ido acumulando en su propia naturaleza psíquica o espiritual.

Las leyes que rigen la Vida Una del ser espiritual en sus diversos aspectos, están orientadas para el progreso y evolución. Y dentro de esas leyes, existe una que es de retribución. Y esta Ley Cósmica, que está inmanente y manifestándose en todos los mundos del Universo, es conocida con diversas denominaciones, optando nosotros por la más empleada por las escuelas esotéricas y espiritualistas como: Ley del Karma.

La Ley del Karma es, pues, una ley cósmica de retribución, manifestación de la Justicia Divina. Justicia perfecta, que está basada en la Sabiduría y Amor de la Divinidad.

Por ende, esta ley de la vida, es siempre para el bien, aunque como humanos ignorantes, no la comprendemos en sus aspectos de manifestación dolorosa.

De la naturaleza retributiva de la Ley del Karma, se desprende lo que se denomina como: karma doloroso o karma placentero.

Doloroso o placentero que creamos con nuestra conducta, en el uso del libre albedrío o libertad que la ley concede a la ‘Chispa’ divina. Por ello, el ser espiritual es el único responsable de la condición de su vida humana actual; y de su condición feliz o dolorosa, al pasar al umbral del más allá.

Y es en su acción retributiva (compensación) que esta ley une a los seres en el plano físico, por medio de la reencarnación, ya que ambas -reencarnación y karma- actúan en perfecta simbiosis en el proceso evolutivo de la humanidad.

En nuestras acciones de bien o de mal hacia otros, estamos ligándonos kármicamente con ellos, en vidas próximas: de dicha o de desdicha. La Ley del Karma nos colocará, en el devenir del tiempo, en situaciones de recibir daño en diverso modo, de quienes daño recibieron de nosotros, o de otros. Del mismo modo, seremos beneficiados en vidas futuras, de quienes hayamos beneficiado en la vida presente.

Prueba de ello nos dan esos casos de personas a las que todo cuanto emprenden, les sale mal y ‘las desgracias les persiguen’; mientras que a otros todo se les facilita, como si la llamada suerte les acompañase por doquier. Es la ley, en su función de reajuste y retribución.

¿No son conocidos hoy, casos de personas que han sido y son flageladas y torturadas por regímenes dictatoriales? Son los mismos que han flagelado y torturado en el ayer. Reciben en sí, en su propia carne, el dolor causado a otros. Y esos casos de personas que, por un error judicial han sido condenadas a varios años de cárcel por un crimen que no han cometido, según se comprueba posteriormente. ¿Qué son, sino la acción de reajuste de la Ley, por algún crimen cometido en vidas pasadas y que ha quedado impune? Y esos otros tantos de presos políticos, ¿no serán también reajustes compensatorios?

Sabemos que la Ley del Karma está basada en el amor y sabiduría Divina; por ende, nadie recibirá un dolor que no le corresponda. Si bien como persona, el afectado no recuerda la causa y se rebela. Sí como espíritu, que se manifiesta por lo que conocemos como la ‘voz’ de la Conciencia, que generalmente no se escucha.

Y entre los múltiples aspectos que podrían citarse, ¿sabéis la causa de todos esos matrimonios sin hijos, a pesar de su gran deseo de tenerlos, y cuya condición es motivo de infelicidad de esas parejas? Pues, sencilla- mente que, en otras vidas anteriores han impedido la procreación, ya por medio del aborto provocado, o bien de algún otro modo.

¿Y los casos de aborto espontáneo (involuntario por parte de los padres) en los primeros meses de gestación? Efectos de causas son. La Ley del Karma une a ambos: la gestante con los seres reencarnantes, frustrando sus ansias recíprocas. Son casos de seres que, en vidas anteriores hubieron cometido crímenes de homicidio, y especialmente los profesionales del aborto (comadronas y ginecólogos inescrupulosos) que, como reencarnantes, fracasan una y otra vez en su intento de volver a la vida física que ansian.

¿Y qué son los casos de los minusválidos, tales como los mongólicos, la imbecilidad desde la infancia, así como las parálisis y demás infradotados, sino reajustes kármicos, para ayudar al ser espiritual a volver al camino de su ascensión espiritual, por medio del dolor, que actúa como detergente para depurar su alma? (*)

Cuando en una o más vidas humanas hacemos o practicamos el mal, contrariando la ley del amor, cuando en el uso del libre albedrío, hacemos mal uso de las facultades mentales y anímicas, que hemos desarrollado en el devenir de las múltiples vidas y experiencias, quebrantamos el ritmo armónico que debe ser mantenido para la consecución del proceso evolutivo del espíritu, llegando de ese modo, al límite que la ley del libre albedrío concede.

Entonces la Ley del Karma entra en acción.

No nos dejemos arrastrar por el comodismo, que puede arrastrarnos a un estancamiento en nuestro progreso, ni de las atracciones de la vida fácil, que nos desvían del camino de las superaciones en el proceso evolutivo, camino estrecho y empinado, que requiere renunciamientos y una firme determinación de alcanzar la Meta. Por ello tan sólo algunos valientes son quienes lo emprenden, los más se dejan vencer por las atracciones que se hallan a los lados del camino.

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Toda simiente produce fruto de la misma naturaleza. Frase ésta, que es axiomática en la filosofía esotérica y cósmica espiritual. Por ello, lo que hoy somos, en felicidad e infelicidad, en salud o enfermedad, es el fruto dulce o amargo, es la consecuencia de lo que fuimos e hicimos en el ayer; el uso que del libre albedrío hicimos en el pasado. Y en el mañana, seremos lo que hoy queramos ser.

Para una mejor comprensión de cómo y cuándo actúa esta ley de la Vida, hagamos una clasificación de su manifestación en el tiempo, clasificación aceptada por la escuelas esotéricas y filosóficas espiritualistas:

1-Karma maduro (o vencido en el tiempo), que constituye el destino actual de cada persona; la retribución feliz o dolorosa en la vida presente, de hechos buenos o malos en vidas pasadas.

2-Karma pendiente (no vencido aún), que ha venido acumulándose y que está pendiente de retribución, en sentido doloroso o placentero, cuya manifestación depende grandemente de la clase de vida actual o conducta.

3-Karma incipiente, de reciente creación, así como la conducta observada en la vida actual, y que va acumulándose en el patrimonio kármico del causante, para manifestarse en futuras vidas, aunque también puede recibirse la retribución consiguiente en la vida actual. Depende del quantum del karma acumulado; pues, la más estricta justicia actúa en todos los casos, justicia basada en el Amor y Sabiduría Cósmica.

Necesario es conocer que, la gran mayoría de las almas que componen nuestra humanidad, está en la fase de reajuste del equilibrio violentado, al quebrantar la Ley del Amor; por lo que se hallan encadenadas al dolor depurador, en sus diversos aspectos. Y ese encadenamiento del mal y del dolor, comenzará a cesar, cuando el individuo o causante oriente su vida por el camino del Amor.

Cuando el ser humano comienza a practicar el bien, la causa que origina el efecto de mal, comienza a debilitarse.

Todos los hechos producidos y que se produzcan en nuestro mundo, tienen relación con hechos del pasado, tanto individuales como colectivos; y del uso que los humanos hagamos del libre albedrío.

Y el conjunto de karmas individuales, forma el karma colectivo de: familias, grupos, pueblos, razas y naciones.

Y al respecto del karma colectivo, veamos parte de un mensaje recibido:

“En determinados países, religiones, razas, se han realizado hechos que se hace necesaria una purificación colectiva. En esa purificación colectiva se logra, a través del tiempo y mediante hechos que van conformando para esos grupos como países, como razas, como sectas, como religiones; cambios y dolores constantemente repetidos, hasta alcanzar la total eliminación de la deuda kármica, y lograr que esa ‘alma colectiva’ supere la causa que originara el karma doloroso que la está purificando.

La Ley del Amor, en esos casos de pagos kármlcos colectivos, obra en la misma forma que para el pago kármico individual. Así la humanidad como entidad, está dentro de la necesidad de pagos kármicos colectivos. Y es por ello que han venido seres elevadísimos a traer palabras de conocimiento que despertaron nuevas esperanzas, mostraron nuevos conceptos, dejaron nuevas normas y señalaron nuevos caminos a la humanidad, para eliminar el pesado karma que arrastraba desde milenios, y que sería imposible agotar en el término marcado por la Ley, si esos Seres elevados, expresión del Amor Universal, no hubiesen traído palabras de esperanza y de conocimiento, fuerzas y vibraciones revitalizadoras que transmitieron al alma humana la energía para poder reaccionar.

Los golpes terribles que la humanidad está recibiendo, las situaciones trágicas que en los momentos actuales atraviesa, no son nada nuevo para los humanos de vuestro planeta; pues son, en realidad, una repetición de situaciones y de hechos que, en forma similar y de acuerdo con el momento y la época, se han producido ciclo a ciclo, etapa tras etapa, a lo largo del camino de evolución de la humanidad.

La constante repetición de esos momentos terribles y situaciones que en diversas partes de vuestro mundo sufre la humanidad actual, es la consecuencia de la forma de vida que han llevado los hombres a través de los siglos y de los milenios.

Porque los seres que constituyen un determinado grupo o grupos, sobre los cuales cae el efecto de la Ley, son seres que, en otras vidas anteriores, en distintas épocas de la vida de la humanidad, aisladamente o en grupos, obraron de forma similar, transgrediendo la Ley en la misma forma que hoy deben pagar en conjunto, para liberarse de esa deuda y poder encaminarse decididamente por el sendero de la superación.

Por ello, debéis desechar toda idea de castigo de Dios; porque, siendo Dios, Amor, ese Amor que vosotros todavía no comprendéis, no cabe en su Naturaleza Divina el concepto de castigo, concepto implantado por los hombres de épocas pretéritas. Lo que vosotros llamáis plagas, desgracias, desastres y demás vicisitudes dolorosas, no son castigos sino reajustes kármicos, necesarios para ablandar las almas endurecidas por el egoísmo…” 

Autor: Sebastián de Arauco

(*) Recordemos que no todos los casos de dolor o sufrimiento son debidos a causas negativas del pasado, en ocasiones los espíritus bajan en condiciones difíciles para probarse a sí mismos y para ayudar a los miembros de su familia a incentivar ciertos valores y cualidades.


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