Toda persona adulta y correctamente desarrollada, posee siete niveles de realidad o conciencia.
Cada uno de ellos corresponde a un Chakra y a su respectivo universo.
En el caso del Maestro Jesús, se manifestaban de forma permanente doce niveles de conciencia o de realización, doce niveles que estaban en total comunicación unos con otros.
Los cinco niveles de conciencia que nos distinguen de Él son los que todavía nos separan de nuestra naturaleza divina.
Cuando iniciamos un camino hacia el florecimiento del Ser, deberíamos comprender que, los cinco grados de realización en cuestión no son estados a adquirir.
Están ya presentes de forma latente en cada uno de nosotros, esperando ser estimulados y desplegados uno tras otro a lo largo de las vidas y los tiempos.
Desde nuestra naturaleza animal hasta nuestra expansión divina, pasamos de forma ineludible por todos los grados de maduración y es así que, nuestra escalera, se compone de doce peldaños.
Este octavo Chakra no es que surja de la nada en un momento dado del crecimiento espiritual, ha estado presente como una semilla, como un germen desde el origen de los Tiempos.
Cuando la conciencia adquiere un elevado grado de sensibilidad, aparece la fuerza necesaria que hace eclosionar este Chakra suplementario.
Este octavo centro de energía es perceptible bajo la forma de una esfera luminosa de un blanco dorado, o como una llama, irradiando desde unos cincuenta a noventa centímetros por encima del séptimo Chakra.
Su radiación está viva y pulsa continuamente.
Cuando este Chakra se manifiesta y se vuelve perceptible, es porque el ser humano se ha liberado de una buena parte de todo lo que impedía su crecimiento: los prejuicios ligados a morales humanas, los condicionamientos de dogmas y todas las bajas manifestaciones de su personalidad encarnada, es decir, sus egoísmos, sus posesividades, sus violencias y sus dependencias.
Aunque este Chakra ya no está en relación con el cuerpo físico, no por ello deja de tener incidencia sobre él.
Comienza a desarrollarse progresivamente al ritmo de nuestra reflexión y comprensión íntima de Todo lo que existe. No hablamos de las capacidades mentales en el sentido intelectual o las capacidades puramente cerebrales o analíticas ya que, estas nada tienen que ver con el florecimiento de este Chakra.
Sólo aparece cuando la conciencia encarnada se libera del intelecto y accede al estado de "supra- comprensión".
Debe quedar claro que, este octavo Chakra no espera a que el séptimo esté completamente realizado para comenzar a manifestarse ya que, ningún Chakra está forzado a esperar la apertura del que le precede para poder desarrollarse, al menos hasta cierto punto.
Todas las funciones del Ser se benefician de una autonomía aunque dependan las unas de las otras.
Este Chakra juega un papel fundamental en nuestros días, es un gran acelerador del buen desarrollo de La Nueva Tierra y un peldaño más para acceder a nuestra divinidad. Nos muestra el reverso del decorado en el que está inmersa nuestra existencia, nos ofrece la oportunidad de ver todo "desde arriba".
Es quien transforma y sublima el mental.
Trasciende el yo. Ya no divide ni separa, sino que unifica.
Este Chakra es totalmente exterior al aspecto mecánico de nuestra realidad física, ya no está relacionado directamente con ningún órgano ni sistema endocrino.
Tampoco está en relación con ningún circuito de Nadis, esta es su particular forma de protegerse de las posibles contaminaciones o escorias a las que sí están expuestos los otros 7 centros energéticos.
Pertenece a otra dimensión de aquello que somos.
Tampoco es "superior" a los demás, creer esto sería volver a caer en la eterna trampa de la dualidad que siempre busca hacernos despreciar y renegar de lo denso a favor de lo sutil.
La apertura de este Chakra se debe al resultado que el alma lleva a cabo de vida en vida.
En estos momentos, en la Tierra, existen muchos seres en los que es posible percibir el florecimiento de su octavo Chakra pero, todavía son necesarios muchos más para poder transitar los caminos de La Nueva Tierra.
Estamos destinados a despertar todos y cada uno de nuestros centros energéticos.
Es hora de subir un peldaño más de nuestra particular escalera energética.
Fragmentos de: "El Método del Maestro" y "Así curaban ellos", de Daniel Meurois.
Ediciones Isthar Luna-Sol.