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19 noviembre 2016

"Si alivias al otro de la carga que ayuda a sus músculos a formarse..."

Pequeñas enseñanzas del Maestro de Maestros, el Cristo, que nos inducen a una profunda reflexión...

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Pintura que representa a Jesús curando al paralítico de la piscina de Betesda.

Para concluir con este punto, quisiera señalar que no bastaba con pedirle al Maestro una curación y con tener una fe absoluta en su obtención para que ésta fuera concedida. Jeshua (Jesús) nos enseñaba que nadie debía conocer la curación de una enfermedad antes de que su función educadora hubiera completado plenamente su obra sobre los diferentes cuerpos.

Como nos hablaba de la Ley de Causa y Efecto, la del karma, presentándola como uno de los mecanismos mayores de nuestro universo, comprendíamos con la ayuda de sus indicaciones que no era deseable parar un mecanismo antes de que éste se hubiera agotado por sí mismo.

El Maestro no veía en absoluto el motor kármico que conduce a una enfermedad o a una dolencia como una fatalidad, sino como elemento a menudo indispensable al ser en ciertos momentos precisos de su ruta. En esencia, nos decía que había periodos de nuestra vida o de nuestra evolución en los que necesitábamos de un tipo de instructor en vez de otro..., incluso si éste desataba en nosotros sufrimiento o nos daba la impresión de quebrarnos.

Afirmaba que, si su Padre Le había concedido el Poder de toda curación, su Sabiduría, es decir, su percepción de "por dónde iba el otro", hacía que no usara tal capacidad desconsideradamente. 
En términos actuales, diría que su ojo interior "escaneaba" en un instante todo el historial del enfermo que se presentaba ante Él y que de ese modo sabía si era justo intervenir o no.

Cuando el día en que Simón Pedro reaccionó diciéndole que no comprendía esta actitud, ya que podía absorber y transmutar el motor del karma doloroso de cualquiera, el Maestro respondió simplemente que había un momento exacto para aliviar a alguien de su carga. A esto, añadió que la verdadera compasión debía tener en cuenta aquello de lo que necesita el alma del otro.

"Si alivias al otro de la carga que ayuda a sus músculos a formarse, prolongas el hecho de que sea endeble. Amar no significa dejarse llevar por el juego de las emociones del momento. Amar verdaderamente es leer entre líneas el alma del otro y no tratar de reescribirla a nuestra manera. Si te curo al instante del ligero tartamudeo que tienes Simón, nunca intentarás identificar el miedo que aún te habita..., y éste resurgirá de otra forma en tu vida..., tal vez más penosa".


"Las Primeras Enseñanzas del Cristo" - Daniel Meurois-Givaudan



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