Todo en el Universo vibra. Todo lo que tenga energía, material e inmaterial. ¡Absolutamente Todo! Desde el mas pequeño átomo,
las moléculas de agua, las células, hasta las piedras, los planetas, las galaxias, etc. Incluso hasta la luz y los sonidos son
frecuencias de vibración.
A esto se refiere la Ley Metafísica de Vibración y la Ley de Correspondencia que dice “Como es arriba, es abajo”, es decir, tal como es en el mundo micro (átomos, células, etc.) es en el mundo macro (planetas, galaxias, etc).
Nuestro cuerpo es energía y como materia universal que es, como seres de luz que somos y debido a que nos componemos de muchos átomos, partículas, moléculas y células, este no esta exento de vibraciones. Estas vibraciones están tanto en nuestro cuerpo físico como en nuestros cuerpos sutiles (mentales, emocionales, espirituales, etc)
Los cuerpos sutiles son bandas de energía de diversa intensidad y de diferentes frecuencias de vibración que rodean e interactuan con el cuerpo físico. Estos cuerpos trabajan de forman conjunta, afectando e interactuando unos con otros todo el tiempo. La terapia de vibración se está utilizando en tratamientos del cáncer, pues los órganos y celulas enfermas "olvidan" como vibraban sanas, y necesitan ese recuerdo.
Existen una variedad de campos de energía que rodean y emanan del cuerpo físico, estos incluyen, pero no se limitan a energías de luz, electricidad, calor o térmica, de sonido, magnético y electromagnético. Algunos de estos campos de energía son generados dentro del cuerpo y otros son recibidos de afuera y luego transformados por el cuerpo a través de los chakras, que son el enlace entre el mundo físico y los cuerpos sutiles.
Vamos a hacer un alto en el primer cuerpo, el cuerpo físico o etérico. El cuerpo físico es el más denso de todos y es el que nosotros los humanos (gracias a la ciencia occidental) conocemos tan bien.
Dentro del mismo plano físico encontramos lo que se denomina el Cuerpo etérico. Por definición científica, el éter es considerado como un estado intermedio entre la materia y la energía pura. Algo de eso encontramos en el cuerpo etérico de todos los seres.
El etérico es un cuerpo de energía formado por finísimos hilos de luz, que se entrelazan formando algo así como una red intrincada. El cuerpo etérico funciona como el intermediario entre el físico y los demás cuerpos que integran al ser humano.
Toda la información que viene del cuerpo físico y deba alcanzar a los cuerpos (o planos) más elevados, pasa necesariamente a través del etérico. De manera inversa, todo aquello que desde los cuerpos más sutiles deba llegar a manifestarse a través del cuerpo físico, pasa necesariamente a través del cuerpo etérico.
Una función sumamente importante del cuerpo etérico es la de conferir vida al cuerpo físico. Es por esta razón que en otras disciplinas similares, al cuerpo etérico se lo denomina “cuerpo vital”.
Como ya hemos explicado toda energía manifestada, incluso en forma material, tiene su particular Código Energético, cada pensamiento que tenemos, cada emoción y sentimiento que experimentamos, cada palabra que decimos, cada actitud que adoptamos, tiene su particular frecuencia vibratoria que afecta a nuestra Energía Vital (Cuerpo etérico) y tiene también su repercusión en todo el Sistema Energético afectando a cada uno de nuestros cuerpos.
Pues bien, cada alimento que tomamos también tiene un código vibratorio, su particular energía y frecuencia vibratoria que afecta directamente a nuestro cuerpo físico-etérico afectando así al resto de nuestros cuerpos, a todas nuestras células, órganos y a la calidad y cantidad de nuestra energía vital.
Para que un alimento pueda contribuir al mantenimiento y mejora de nuestra salud física y bienestar emocional, es totalmente necesario que la energía, y la frecuencia vibratoria del alimento, armonice con nuestra propia Energía Vital y frecuencia vibratoria.
Cuando la frecuencia vibratoria de un alimento, armoniza con la frecuencia vibratoria de nuestras células, se establece una sinergia o interacción positiva, la cual repercute positivamente en todos nuestros cuerpos, incrementando nuestra vitalidad y salud. Cuando la frecuencia vibratoria del alimento, no armoniza con la de nuestras células, lo que se produce es un desequilibrio en todo nuestro Sistema Energético, creando el ambiente ideal para que proliferen las enfermedades.
Muchos de los alimentos que tomamos, ya sea por la sobrecarga tóxica que contienen (restos de abonos químicos, fitosanitarios, hormonas, aditivos, etc.), ya sea por la propia naturaleza del alimento, tienen una vibración negativa, que afecta negativamente a nuestra salud cuando los tomamos. Para verlo mas claramente hablemos de las frecuencias vibratorias de salud y de las frecuencias vibratorias de la enfermedad.
En 1992, Bruce Taino llevó a cabo en la Universidad Estatal de Cheny (Washington), el estudio de la frecuencia vibratoria media del cuerpo humano sano y determinó que durante el día ésta era de 62 a 72 MHz. Averiguó igualmente que cuando se reduce la frecuencia vibratoria de una persona, el sistema inmunológico se ve comprometido. Si la frecuencia se reduce a 58 MHz, aparecen los síntomas del resfriado o la gripe, a los a 42 MHz sobreviene el cáncer y a los 25 MHz se inicia la muerte. A medida que baja el tipo de vibración, las sinapsis del cerebro se dañan.
Sus conclusiones fueron contundentes, dietas grasientas y altas en hidratos de carbono matan de hambre a las células del cerebro. Los sustitutos del azúcar tales como los edulcorantes destruyen las terminaciones nerviosas. Sus investigaciones recogían el testigo de las iniciadas por el Dr. Royal Raymond Rife (1888-1971).
Veamos las frecuencias vibratorias de los alimentos.
Actualmente, hay estudios que han demostrado que, en sólo tres segundos, tras un sorbo de café, la frecuencia de una persona se reduce en 14 MHz. Sin ninguna intervención para reequilibrarla, la frecuencia de esa persona tardará tres días en volver a la normalidad (algunos expertos señalan que la inhalación de aceites esenciales recupera la frecuencia bioeléctrica perdida en menos de treinta segundos).
De la misma forma, un pensamiento negativo puede reducir la frecuencia de una persona de 10 MHz, mientras que una actitud mental positiva puede elevarlo en 10-15 MHz.
Del estudio de las frecuencias corporales se desprende el interés de conocer las frecuencias de las sustancias que comemos, respiramos o absorbemos. Hoy diversas investigaciones nos permiten conocer la frecuencia vibratoria (la luminosidad de los alimentos.). Los alimentos procesados o en conserva y los de procedencia animal tienen una frecuencia de cero. Los productos frescos se sitúan de media en los 15 MHz, las hortalizas de 12 a 22 MHz y los frutos de árboles y arbustos de 20 a 27 MHz.
Entre los alimentos de mayor frecuencia luminosa, por encima de los 50 MHz, encontramos el cacao y chocolate sin procesar, la espirulina, el limón, las algas, etc. Esto también demuestra que el régimen alimentario rico o basado primordialmente de estos alimentos es a la vista de la "pirámide de luz de los alimentos” el que mejor se adapta para mantener un alto grado de energía en el conjunto del cuerpo.
La medida de la luminosidad de los alimentos es un dato que ilustra su capacidad nutritiva en una visión más holística. En síntesis, no hay duda que la luz, como frecuencia vibratoria nutritiva, absorbiendo la que contienen los alimentos, es esencial en la dieta humana.
Entonces voy a decirte:
Si continuas ingiriendo alimentos de baja vibración energética de nada te servirá estar meditando 6 veces al día, estar haciendo las posiciones más complicadas de Yoga, repetir mil veces las palabras “te amo, lo siento, por favor perdóname, gracias” o cualquier otro método espiritual. La vibración que logres subir con cualquier técnica espiritual, la bajarás de nuevo al comer alimentos de baja vibración.
Entonces, ¡¡busca tu propio equilibrio, escucha a tu cuerpo, responsabilízate de tu propia vibración!!
Alimenta tu cuerpo con consciencia.
“Que los alimentos sean tu medicina y que tu medicina sea tu alimento”, dijo Hipócrates, el padre de la medicina actual.
María Rodriguez