Una gran enseñanza, para el mundo de hoy, sobre el verdadero responsable del sufrimiento. Transmitido por Siddharta Gautama, BUDA, desde el 'plano astral'.
"Describimos siempre el paisaje en función del lugar desde donde lo vemos. Ciertamente, si os colocáis en las arenas movedizas de la Vida tangible de este mundo, si no podéis ser conscientes del juego que la ilusión impone, efectivamente el sufrimiento, en tanto que principio se convierte en fatalidad. Es la ineludible consecuencia de toda vida.
Pensad en la toma de conciencia del príncipe Siddharta cuando dejó su palacio.
No obstante, si aceptais abandonar vuestro puesto de observación habitual, comprenderéis que el sufrimiento no es ninguna fatalidad, en la medida en que no representa más que un estadio en el camino de la evolución.
Ciertamente, el sufrimiento ha sido generado por el libre albedrío, pero éste también segrega su posible antídoto. Lo que redime es la elección y no el sufrimiento.
Es preciso que vuestra Humanidad salga del atolladero. Que tenga necesidad de sufrir para experimentar el absurdo de algunos caminos, es algo más que una evidencia, pero que se complazca ahora por reflejo en las mismas ciénagas, repitiendo sin cesar idénticos esquemas ancestrales..., ¡es una aberración!
El sufrimiento, bajo todas sus formas, ha de ser visto como una marca en la cara de unas vidas adolescentes. ¡Cada cual ha de saber que se puede curar, que se debe curar y que se curará!
Incluso si os parece utópico, incluso si os puede parecer un cuento de hadas para ingenuos, sabed que existen en el Universo mundos en los que el sufrimiento es apenas un recuerdo.
Dejad de clasificarlo todo, de separarlo todo. Todo es a la vez materia y espíritu, denso y sutil. Lo repito, la posición que adoptáis respecto a lo que es hace surgir las sensaciones de materialidad o sutileza.
Todo es Sol. Esto es lo que tenéis que aprender, conocer y transmitir.
Os decía, pues, que el sufrimiento no era una fatalidad y que la liberación consistía en desenquistar el principio que habita en el fondo de uno mismo. ¡Habéis nacido para ser felices, amigos míos!
Cada uno ha venido a este mundo con este potencial en el fondo de sí mismo y si no lo realiza es porque, como un disco rayado, sigue sembrando y cosechando su propia desgracia, alimentando también la de los demás y la del mundo.
Toda forma de dolor se concibe, en su origen, como un fertilizante natural y momentáneo, porque fortifica y amplifica el crecimiento. Éste es el plan de la Creación. Pero el dolor, tal como lo vive, lo cultiva y lo expande la Humanidad terrestre, es tan sólo un abono artificial, una sustancia que la intoxica y de la que es preciso liberarse.
La comparación que uso os puede parecer prosaica, no obstante corresponde a una realidad.
Os habéis dejado esclavizar por el sufrimiento, os habéis vendido a él. Ahora que lo percibís conscientemente de una forma que no es solo intelectual, ¡poneos manos a la obra para romper vuestras cadenas!
Algunas formas de religión, salidas más de la mente de los hombres que del Soplo original de la Divinidad, han contribuido ampliamente a reforzar vuestras cadenas. No temáis, alejaos de ellas en lo que tienen de limitativo, hacedlo sin rencor.
No son los dogmas los que deben motivar a los corazones receptivos, prestos a la verdadera e inevitable moción del Espíritu.
Un dogma es como un cercado que sirve para delimitar, para proteger. Más allá de sus límites, se decreta la incertidumbre, después de la herejía...
En su tiempo, el Maestro Jesús fue el primero y el más escandaloso de los herejes... ¡No lo olvidéis!
Os exhorto, pues, amigos míos, a desembarazaros del viejo dogma del "sufrimiento como inevitable camino de redención".
Meditadlo, porque los instrumentos de tortura no permiten formar un concepto correcto del Amor verdadero, que es vuestra meta y al que todos tenéis derecho a aspirar". Ante todo, sería conveniente identificar al autor de los obstáculos con que topamos..., por tanto, de alguna forma, con el que genera nuestros sufrimientos.
Algunos dirán que dicho autor no puede ser otro que la Divinidad en persona. Entre ésos habrá quienes lo acepten sin más y casi fatalmente, según el principio que dice que el sufrimiento hace crecer. Pero, también habrá algunos que se rebelen, pretextando que la Divinidad es responsable de su creación, y por lo mismo de sus sufrimientos y que siendo el mundo lo que es, no hay una real bondad en ella. De veras, hay que apartarse de ambas reacciones excesivamente sistemáticas si queremos recoger algo de rocío que fluye de la sabiduría.
Tenéis que comprender que el sufrimiento no siempre hace crecer, al contrario. El sufrimiento puede hacer surgir un sentimiento de injusticia, que, tarde o temprano, generará rencor, rebelión y, a veces, violencia por lo general acompañada de la reacción en cadena de sus tensiones.
Además, es pueril atribuir al Espíritu Absoluto la responsabilidad de nuestros males e insuficiencias. Y revela una actitud interior de miedo y huida ante lo cual se prefiere hacer recaer la culpa fuera del propio hogar, del propio corazón, ¡aún acusando al mismo Dios!
Primero habría que preguntarse qué tiene que ver Dios aquí. Bueno, volvamos a ese rocío que fluye de la sabiduría... La sabiduría nos dice que el causante de nuestros sufrimientos no es otro que NOSOTROS MISMOS.
Si nos fuera posible desgranar con todo detalle el rosario de causas y efectos que provocan nuestros problemas y sufrimientos, comprobaríamos hasta qué punto hemos operado minuciosamente la acción de quitarle 'la espoleta' a cada una de 'nuestras bombas' de efecto retardado.
Enfermedades, accidentes, discusiones..., todo se aclararía de repente. ¡No es necesario viajar de una vida a otra y tomar conciencia de lo que se llama karma para acercarse a esta comprensión.
Basta con ser honesto, lúcido y valiente con uno mismo".
(S. Gautama)
("EL QUE VIENE. De la sumisión a la libertad" - A. y D. Meurois-Givaudan)