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29 junio 2018

Preguntaos honestamente: "¿qué necesita mi alma?" ¿Aprender la precisión, el sentido de la organización, el de la responsabilidad...?

Transmitido por el Gran Instructor, el Maestro
de Maestros, Jesús de Nazaret 
(cuyo nombre cósmico es Sananda)

¡El Gran instructor! Así es conocido en otros mundos de la Galaxia que pertenecen a la 
Confederación de Mundos Intergaláctica: LA ALIANZA.


Así hablaba el Maestro de Maestros y, no hace mucho, a uno de 'los dos olivos', uno de 'los dos candelabros'...

"Quizá os preguntáis por qué pasáis vuestras jornadas detrás de una pantalla de ordenador o, de una caja registradora. Quizá aún no hayáis comprendido el interés que puede existir en servir en un restaurante, ensamblar piezas metálicas, hablar a unos niños que no os escuchan o dirigir un sector administrativo... Frente a cada tarea y a cada función, la ganancia de cada uno es diferente.

Preguntaos honestamente: "¿qué necesita mi alma?" ¿Aprender la precisión, el sentido de la organización, el de la responsabilidad...? ¿A menos que sea la humildad, la paciencia, el valor, la perseverancia? Si no lo sabéis..., o si no queréis saberlo, dejadme deciros que la Vida -lo Divino que reside en Ella- lo sabe por vosotros y lo arregla TODO, a fin de que la lección sea aprendida. 

Es su forma suprema de dispensar la Iniciación sin ruido y agitando las capas profundas de vuestro ser. Esa Iniciación, ya lo veo, no os satisface demasiado. En efecto, no halaga la menor parcela de lo que dice "yo" en cada ser. Precisamente ésa es la razón de su eficacia, una eficacia que se multiplica cuando se toma conciencia de su "mecanismo" sutil.

Todo sufrimiento proviene de la rebelión sistemática contra esa cara de la Iniciación que se niega a abonar al ego. Podéis compararlo con una rigidez o una retracción que disminuye el canal en sí y hace que se tropiece con las cosas y con los seres. 

De la misma manera que la Fuerza de la Vida no puede entonces deslizarse fácilmente en vosotros, vosotros no conseguís deslizaros entre los acontecimientos que pone en vuestro camino. Vosotros los empujáis y ellos os empujan.

Lo Divino no os enseña a aceptarlo todo. Sin embargo, os inicia en la no rigidez. Distender los puños no significa tender pasivamente la mejilla, sino enderezar la espalda y sonreír a lo que se perfila tras las máscaras.

Recordad vuestras primeras clases de conducción de un automóvil. Actuabais frecuentemente "forzando" la palanca de cambios, volviendo así su manejo más cómodo... hasta el momento en que comprendisteis que era suficiente con acompañarla en su trayectoria natural. 


Pues bien, amigos, es así como se os pide que os desplacéis por lo cotidiano, a fin de recibir mejor la Iniciación.
Todo se convierte en aprendizaje en cuanto se calculan las prolongaciones".

("Visiones esenias" - D. Meurois-Givaudan)

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