¿Por qué no decir nunca que los queréis a vuestros seres queridos? ¿Por qué no sonreír a los que no conocéis pero que la vida sitúa ante vosotros durante un minuto o una hora?
La felicidad de estar en la Tierra empieza ahí... Al maestro Jesús, a Buda, a Krishna o al profeta Mahoma les importa poco que creáis en ellos. De nada les sirven los dogmas que vuestros apetitos han forjado a partir del regalo que fue su vida. La mesa maravillosa a la que os convidan no lleva el sello ni es propiedad de ninguno de ellos. Sólo vuestra resolución de amar, cualquiera que sea la franja de color del arco iris que revistáis, os da acceso a ella.
Ya os lo he dicho: hay que redescubrir la sencilla felicidad de estar en la Tierra... pero debería añadir también "la suerte" de estar en la Tierra.
Escuchad esto: en la infinitud del Universo las formas de vida son tan múltiples y tan abundantes que a un solo hombre le llevaría toda su vida intentar contarlas. Esas formas adoptan apariencias tan diversas y alcanzan a niveles de conciencia tan dispares, que podría parecer que no tienen nada en común. Y, sin embargo, la verdad es que tienen un denominador único, así como lo tenéis vosotros, como todos los que viven en esta Tierra, por muy diferentes que podáis ser unos de otros.
Ese denominador común es la búsqueda de la Identidad, o si lo preferís, la voluntad del reencuentro con el Origen primero del que esas formas conservan siempre la huella y el recuerdo más o menos revelado. Para ello, necesitan un anclaje, un puerto de matrícula para el buque del alma. Les hace falta un barro donde sea bueno protegerse, en el que es imprescindible frotarse.
Curiosamente, en su densidad, ese barro desempeña el papel de un espejo. En él, todo el mundo se observa, se maquilla, se labra de nuevo, no en la superficie como podría parecer, sino en profundidad. Su papel, y la llave que proporciona así, son tan determinantes que las formas de Vida sólo pueden heredar de ella en un momento preciso de su evolución.
¿Habéis imaginado alguna vez que haya almas en busca de un cuerpo de materia, de un cuerpo de tierra, bien denso? ¿Os parece estúpido? Sin embargo, existen miríadas de ellas en esa situación, que esperan a que se abra la puerta porque ven hasta qué punto el camino pedregoso forma al hombre. No buscan el sufrimiento... No creáis eso... Ese no es el motor de crecimiento indispensable y universal que algunos se imaginan.
Quieren conocerse solas, ante una montaña por escalar, porque saben que es en su cumbre, allí donde el ego empieza a fundirse, donde se despliega un horizonte nuevo. Algunos se convencerán de que todo esto es una fábula o algo estéril. Y, efectivamente, puede serlo si todos vosotros, hombres y mujeres, individual y colectivamente, no tomáis la firme decisión de aprovechar la oportunidad que seguís teniendo de amaros, tal y como sois, primero, tal y como vais a haceros, después.
Me habéis oído bien: tenéis que empezar por amaros tal y como sois…, con vuestras insuficiencias, vuestras bajezas y vuestros potenciales, revelados o no. No se trata de una invitación al narcisismo o al ombligismo. Lo que me interesa no es ni vuestro caparazón ni vuestra indumentaria social. ¡Lo que fingís y los escudos protectores que construis, por muy cromados que sean, se salen del tema!
Cuando os pido que os améis, os pido que os aceptéis con vuestras limitaciones porque éstas son simples heridas momentáneas, reflejos de vuestro caminar hacia la Luz. Son el signo de que la tierra ya ha sido arada en vosotros y de que tenéis miedo... pero no son vosotros. Comprendedme, insisto en esta verdad: vuestras "fealdades" no son vosotros. No veáis en ellas más que vuestras "cicatrices".
¿Vais a seguir identificándoos con el desgarrón sufrido por vuestro traje? La Tierra-elemento os da la posibilidad de viajar de una punta a otra de ese desgarrón, y en eso debéis honrarla... Pero desde luego no espera que os asimiléis a la herida que ilumina.
Quizá os extrañe que os hable de la energía-Tierra, de la materia-Tierra como de una fuerza consciente, perfectamente viva, al mismo título que vosotros y capaz de "esperar algo de vosotros..." Sin embargo, no podría utilizar un lenguaje más concreto.
Sí, la Tierra piensa, la Tierra quiere, la Tierra espera... Por supuesto, primero está la Tierra por la que os movéis y que os ha desposado Era tras Era, desde hace millones de años. No vive simplemente como un organismo regido por mecanismos biológicos.
Es algo distinto de una máquina natural bien engrasada o de un equilibrio ecológico que hay que salvaguardar. Debéis reconocer en ella al Ser total que representa desde toda la eternidad, es decir, con sus múltiples niveles de manifestación, del más denso al más sutil.
Cuando recorréis sus caminos, cuando bogáis por sus mares o voláis por sus aires, nadáis en su cuerpo vital, insensibles la mayor parte del tiempo a la irradiación de su conciencia. No me extenderé sobre esta ruptura: sentirse culpable nunca ha sido agente de construcción. Sólo os digo que 'el divorcio' ya ha durado bastante, que ya ha actuado lo suficiente y que la Reconciliación con vosotros mismos pasa forzosamente por un nuevo pacto con la Tierra-conciencia, expresión femenina de la Fuerza de Vida.
Todo es cuestión de intercambio. No la habitáis sólo como se habita una casa, porque también es una casa que habita en vosotros.
Vuestros devenires están ligados. Así, las células de vuestro cuerpo os modelan a su ritmo, mientras que vosotros influis en ellas y las modeláis al vuestro. Habéis envilecido la materia al no comprenderla, al dejaros llevar a engaño por dogmas erróneos. No habéis visto hasta qué punto debía y podía elevarse al mismo tiempo que vosotros.
Vuestra obra de Reconciliación implica una espiritualización de la densidad, es decir, del aspecto pesado que la Tierra imprime en vosotros y a vuestro alrededor. Bonita palabra, me diréis...
¡Espiritualización! Es cierto que no significa gran cosa ya que todo, todo, es fundamentalmente espiritual. Entiendo con ello que, cada "cosa", cada ser, cada acto tiene su principio en el Espíritu y que su destino es volver al Espíritu... ¡Incluso lo que concebís como nefasto para la Vida, incluso lo que se rebela contra ella!
El agente universal se llama Amor. Aun cuando se disfraza de amor por la violencia, por la dominación y por las posesiones, sigue siendo Amor. Por lo tanto, lo que algunos llaman la rebelión de la Materia contra el Espíritu no es más que un episodio querido por la propia Vida en su fabulosa expansión.
Es una semilla de libertad, quiero decir de experimentación, de exploración de uno mismo. La posibilidad de equivocarse y de errar…, ese es el mejor regalo que se os podía hacer porque os obliga a respirar por vuestra cuenta; os obliga a trazar vuestros propios mapas y a avanzar de verdad, quizá despacio, pero desde luego no como un autómata.
La Tierra que vive pues en vosotros, sabedlo, es una bendición, ya que representa el derecho a equivocarse que os hace crecer. ¿Estáis dispuestos a volver la página para consideraros de forma diferente?
Ahora os propongo un juego para hacer avanzar un poco más vuestra exploración. Sentaros tranquilamente delante de un espejo, no muy lejos de él, digamos a medio metro. ¿Qué veis en él? Evidentemente un ser, un ser que creéis, que decís que es vosotros. Es posible que su fisionomía os guste, que apreciéis el tono de su piel, los contornos de su rostro o incluso la caída de su cabellera... Pero también puede que no os guste el color de sus ojos, la curva de sus mejillas, su aspecto general o cualquier otra cosa.
Sin embargo, todo eso, todo lo que os gusta y todo lo que os molesta, todo eso no representa más que una pequeña capa de vosotros... Por supuesto, eso no es nada nuevo, ya lo sabéis.
Sin embargo, de todas formas es en ese nivel en el que os demoráis: ¿Qué opinan los otros de él? Esos labios que me parecen caídos y esa arruga en medio de la frente, ¿cómo los comprenden?
Invariablemente, esa superficie y lo que imagináis que se desprende de ella se convierten en vuestro punto de referencia, la base de vuestra reflexión. Por eso, os propongo que os miréis de forma distinta en el espejo. Eso presupone que no os observéis, que no os espiéis. Lo que vais a mirar fijamente son vuestros ojos, no de forma intensa y decidida para captar cualquiera sabe qué, sino con paz y dulzura.
Os aseguro que no habrá nada que capturar en esos ojos que, tal vez, vais a mirar de verdad por primera vez en vuestra vida. Su color carece de importancia; lo que sí la tiene es lo que os van a contar, sencillamente, sin intermediario posible.
Para ello, os sugiero que aceptéis sumiros en ellos, sin artificio, como os fundiríais en la mirada de aquél o aquella a quien amáis y por quien iríais hasta el fin del universo. No es nada difícil; sólo se os pide que soltéis un poco la presa, aunque al principio la experiencia no sea muy agradable.
Sumiros, pues, en ese océano que no conocéis, ya que hasta ahora sólo os habíais fijado en sus reflejos. Sumiros en él y preguntadle: ¿Quién eres? Repetid la pregunta si hace falta, no dejará de contestar. Desde luego, quizá no os murmure una frase, ni siquiera una palabra… pero os contestará a su manera.
Seguramente al principio por una impresión fugitiva, y después por la percepción de un sufrimiento, seguramente un miedo. Poco a poco, intentaréis dar un nombre a ese sentimiento, a esa pena o a ese miedo. Entonces, días tras día, cada vez que repitáis ese diálogo con el espejo, intentaréis sonreír un poco más a esa Tierra dolorosa, antaño desconocida, del fondo de vuestros ojos.
Vais a decirle que la queréis, no para que perdure sino para que se supere a sí misma y una flor venga a iluminarla. Os lo afirmo, en voz bien alta, amigos: cuando se es capaz de regalarse una flor a uno mismo -no he dicho de comprarse una flor- se ha dado un gran paso hacia la Reconciliación, y uno se vuelve capaz de regalar realmente una flor a los demás.
En ese momento se vuelve posible el auténtico regalo, el que no depende de un reflejo social o de una voluntad inconsciente de mostrar su dominación.
¡Desde ese momento, ¿sabéis?, es la fiesta de la Tierra! Esta práctica de la "mirada amante" que acabo de sugeriros no debe inscribirse en vosotros como un ejercicio a realizar. No se dirige a vuestro intelecto ni a ciertos músculos de la memoria, sino a vuestro corazón. ¡El corazón!
Sólo por él podréis devolver su virginidad a la Materia, a la Tierra que está en vosotros y a la Tierra total. Esa es una llave que os dibujo, primero para el amor del mundo visible, para el amor de uno mismo... Ya que, dejad de ignorarlo, hay que empezar la ascensión por el amor de lo Visible, puesto que lo Visible es uno de los idiomas del Invisible.
Babaji
"Wesak. La hora de la Reconciliación" - Anne y Daniel M. G.
"Wesak. La hora de la Reconciliación" - Anne y Daniel M. G.
Nota de M:/ El Maestro de Sabiduría de Shambhala, Babaji, fue uno de los instructores del Maestro Jesús durante su estancia de 17 años en la India. Jesús marchó cuando apenas tenía 13 años y regresó a Galilea cuando tenía 30.