Cada mañana, al despertarme, y si las circunstancias atmosféricas son favorables -y, muchas veces, aunque no lo son-, voy al balcón de mi casa, y espero dirigiendo mi mirada al Este, hacia donde sale todos los días, por detrás de las montañas, la Gran Luz, el Gran Espíritu, el Sol, es decir, Cristo, es decir, la Conciencia cósmica más realizada y sublime de todo nuestro Sistema Planetario, y, al cual, tutela y guía.
Enseguida, me vienen a la mente las siguientes palabras...
Gracias Padre y Madre de la Creación,
Fuente de toda forma de Vida,
Origen de todo cuanto existe, visible e invisible,
Gracias por la Luz, la Verdad y la Vida que nos das, cada día, con tu Infinito Amor Incondicional.
Hetbarel, de Ganímedes.