Extraordinario y fascinante Mensaje transmitido por una entidad extraterrena al señor Hernán del 'Grupo Ramala', y que merece la pena leerlo despacio:
"Dentro del Sistema Solar sólo hay una verdadera estrella que da iluminación y poder, que sostiene toda la Vida dentro de su Sistema: ¡el Sol!
El Ser a quien llamáis 'Dios', el Logos Solar de este Sistema, cuyo Espíritu reside dentro del Sol, muestra el grado de Su evolución y vibración con la brillantez de su iluminación; por eso es imposible que el Hombre de la Tierra mire al Sol.
Sólo cuando la Luna interviene y produce un eclipse puede el Hombre dirigir su mirada al Sol. Todos los planetas y satélites de este Cuerpo Solar están iluminados por la luz del Logos Solar y cada uno de ellos refleja esa luz de acuerdo con su evolución y propósito.
La Luna, que es un satélite de la Tierra y está muy cerca de ella, reflejarla luz del Sol más potentemente sobre la Tierra y da al Hombre la luz de luna visible de la que es consciente. Como el Hombre está limitado por la gama de sus sentidos físicos, no observa la luz reflejada por otros planetas del Sistema Solar, pero una persona consciente puede ver y reconocer la luz de Venus, de Marte de Júpiter, y de Saturno con tanta facilidad como la de la Luna.
Uno de los propósitos primarios de la Luna es conducir al Hombre a un mayor entendimiento del Cosmos, pues dentro de la relación espiritual entre la Luna y la Tierra está la llave de los Cielos.
Si el Hombre estudiara y examinara atentamente la relación entre estos dos cuerpos celestiales entendería en gran medida la creación en el Universo.
La Luna, su propósito y poder, es la clave no sólo del desarrollo del Hombre sobre la Tierra, sino también de su desarrollo más allá de ella. El ciclo lunar, que se presenta ante los ojos de los hombres, es la clave del Cosmos; pero ¿es consciente de eso el Hombre?
No es mi intención en modo alguno revelar el significado y poderes espirituales de la Luna, pues no me lo permite la ley cósmica.
Al Hombre no evolucionado no deben suministrársele los secretos del Cosmos hasta que su conciencia haya despertado a la naturaleza y propósito de aquellos Seres superiores que le rodean, y de su propósito en la espiral evolutiva.
El Hombre no evolucionado tiene que ascender y buscar diligentemente utilizando su propia inspiración, y ha de encontrar las respuestas que busca. Pero, ¡son pocos los que buscan las respuestas!
¡Tal es la naturaleza de la vida sobre la Tierra hoy en día, que la Luna podría no existir! Para entender la relación entre la Luna y la Tierra tenemos que retroceder al momento de su creación. El Hombre de hoy está muy ocupado examinando las rocas lunares traídas por los astronautas norteamericanos con la esperanza de descubrir cómo apareció la Luna y de entender quizá un poco de su entorno.

Lo que olvida el Hombre, sin embargo, es que aunque tecnológicamente ha alcanzado la Luna utilizando el intelecto que Dios le ha dado, en todos los otros aspectos de conciencia está aún muy lejos de ella. Ha de adelantar en muchos otros campos antes de que pueda apreciar verdaderamente el propósito de la Luna y descubrir la verdadera naturaleza de su Ser.
La ciencia espiritual, que es la ciencia del Espíritu frente a la ciencia del Hombre, establece que el Cuerpo Solar del que formáis parte fue creado por el Logos Solar, el Ser a quien llamáis Dios, cuyo Espíritu reside dentro del Sol.
Así como un niño que nace sobre la Tierra sale del vientre de su madre, así el Sol alumbró al Sistema Solar. El Logos Solar fue arrojando una a una partículas de Sí Mismo hasta que estuvo formado el Sistema Planetario que conocéis hoy.
Del mismo modo que un niño abandona el vientre de su madre, así el Sol alumbró a esas partículas o planetas. Eran perfectas en esencia, pero masas fundidas que tenían que solidificarse antes de que pudieran producir el verdadero potencial del Espíritu. Durante eones de tiempo esas masas fundidas se enfriaron y solidificaron y, con la ayuda de las huestes angélicas, encontraron su frecuencia correcta.
Diez planetas fueron creados de este modo y han existido durante muchas Eras antes de que vuestro Creador, para cumplir Su divino plan, pariese Su última partícula, Su último plan. Cuando este planeta hubo abandonado el Sol, las huestes angélicas responsables de su desarrollo ocuparon sus lugares en los diferentes niveles de vibración y lo observaron y guiaron mientras se enfriaba y cristalizaba.
Pero, antes de que las sustancias minerales del planeta hubieran cristalizado completamente se dividió en tres, convirtiéndose en la Tierra, su satélite la Luna y otro planeta que el Hombre ha de descubrir aún, detrás de la Luna.
Este planeta no descubierto es el menos evolucionado, el doceavo planeta del Sistema Solar, pues la Luna no es un planeta sino un satélite de la Tierra y su destino está vinculado a ésta. La Luna tiene que jugar un papel vital en el destino espiritual de la Tierra.
La Tierra y la Luna fueron creadas al mismo tiempo. Las huestes angélicas, los Maestros planetarios e interplanetarios, ocuparon sus puestos en esas órbitas, y gracias a su entendimiento de la frecuencia y la vibración, durante siglos de tiempo ayudaron a los elementos que hay en cada globo a encontrar sus frecuencias y fusionarse con las frecuencias del Sistema Solar.
A causa del propósito cósmico que ha de cumplir la Luna, ésta no cristalizó del mismo modo que la Tierra. Por eso el Hombre que estudia geológicamente las muestras de rocas lunares y analiza los datos tomados de la atmósfera de la Luna extrae la conclusión de que no hay vínculo común entre la Luna y la Tierra, pues aunque ambas proceden de la misma semilla, son tan diferentes como las personalidades de una hermana y un hermano.
La Luna fue creada y colocada en una órbita precisa alrededor de la Tierra para ejercer ciertas influencias importantes sobre ella. El Hombre de hoy está empezando a ser consciente lentamente de las matemáticas conocidas como la Geometría Sagrada de la Tierra.
Las mismas matemáticas pueden aplicarse, aunque a un nivel superior, a la geometría de las esferas celestes, pues cada uno de los planetas está en órbita alrededor del Sol y rota por un camino establecido de acuerdo con una fórmula cósmica precisa y concreta. En Eras pasadas el Hombre reconocía y usaba esta fórmula, que será descubierta de nuevo en la Nueva Era.
La distancia que separa a la Luna de la Tierra es importantísima, y es vital que el Hombre no perturbe ese equilibrio. Aunque el Hombre ha alcanzado la Luna con las naves espaciales, su motivación para llegar a ella no fue correcta.

Por otra parte, el uso que ha hecho el Hombre de la Luna con sus experimentos y su conducta sobre ella no ha ayudado a preservar ese equilibrio crítico; y con la explosión de las cabezas atómicas (minibombas nucleares) y sus experimentos sobre la superficie lunar ha puesto en peligro el delicado equilibrio.
El equilibrio es efectuado y preservado por los rubíes que están presentes en el interior de la Tierra y la Luna. La función de los rubíes sobre los que los dos globos rotan y se equilibran puede relacionarse con la función de los rubíes de un reloj. Si dais un golpe a un reloj y salta el mecanismo, el reloj se desequilibra y falla; lo mismo sucede con el mecanismo equilibrador de la Tierra y la Luna.
Desde luego, que los numerosos seres de la Luna, junto con sus Hermanos de los otros planetas, han ayudado a contrarrestar el efecto de los ingenuos experimentos del Hombre.
Pero el Hombre debería ser consciente de que en estos experimentos corre el riesgo de poner en peligro no sólo la Luna, sino también la Tierra, pues si hiciera explotar sobre la Luna una bomba de gran tamaño quedaría destruida la relación finamente equilibrada entre el planeta y su satélite.
Si atáis una bola con una cuerda alrededor de un dedo y la soltáis la bola se escapa. De modo similar, si el Hombre perturba la relación entre la Luna y la Tierra los dos globos se separarían y el delicado equilibrio de la vida sobre la Tierra y la Luna se destruiría y no aparecería de nuevo.
Como el Hombre es en gran parte inconsciente de las influencias invisibles de la Tierra, ¿cómo iba a ser consciente de las influencias de la Luna? Así como el Hombre es en gran parte inconsciente de los elementales, las hadas y espíritus, los ángeles y los numerosos seres que aparecen en el plano astral, también es inconsciente de la vida en cualquiera de los planetas del Sistema Solar, por lo que no puede concebir la vida en la Luna.
Pero, hay vida en la Luna. Toda una civilización de seres habita en ella. Aunque son de creación similar a la del Hombre, no los consideraríais como seres humanos porque sus cuerpos tienen formas diferentes y su estatura es mucho más pequeña. Pero, existen bajo la superficie de la Luna y su civilización ha alcanzado un alto grado.
Recordad que toda alma que encarna en un planeta se construye un cuerpo de acuerdo con la naturaleza del planeta en que encarna. Vosotros que habitáis en la Tierra os construís un cuerpo físico que es muy conveniente para la vida sobre este planeta. Utilizáis la materia de la Tierra para construiros vuestro cuerpo físico, y sus mecanismos internos pueden utilizar el oxígeno del aire, el agua y los frutos de la Tierra.
Vuestro cuerpo está ideado para vivir en la temperatura que predomina en la Tierra. De modo similar, los seres que habitan en la Luna construyen sus cuerpos de acuerdo con la naturaleza de ésta. El hombre conoce ahora un poco las condiciones de la Luna, y si se detuviera a pensar en el tipo de cuerpo necesario para la vida sobre la Luna quizá concibiese la forma y modo de vida de los seres lunares antes de que esos hechos sean descubiertos por otros medios.
La Luna fue puesta en órbita alrededor de la Tierra para ayudar a la evolución de ésta. Los seres lunares son siervos de la Tierra. La naturaleza de su evolución es diferente a la vuestra. No poseen el don de la libre elección (libre albedrío) que vuestro Creador os ha concedido para que pueda progresar vuestra conciencia.
Son dirigidos por otras fuerzas. Cumplen el papel de la Luna y ayudan siempre a la Tierra. Os dan su poder continuamente, regularmente, de acuerdo con los ciclos lunares.
El número espiritual ante el cual vibra la materia de la Tierra es el cuatro. Sois conscientes de los cuatro Reinos de la Materia, las cuatro Razas, los cuatro puntos de la brújula, las cuatro estaciones, etc. La Luna, que vibra ante ese número en servicio vuestro, tiene cuatro fases o cuartos. Cada uno de los cuartos de la Luna se corresponde con uno de los cuatro Reinos de la Materia de la Tierra, y durante cada uno de los cuartos el Reino con él asociado utiliza el poder que da la Luna de acuerdo con la naturaleza del Reino y su propósito cósmico en la Tierra.
El Hombre puede aceptar que la Luna mueve las aguas de la Tierra porque es consciente de las mareas y ha demostrado que su influencia es la responsable de ellas. Es extraño que el Hombre, que ha comprendido que la Luna puede afectar a las mareas, no vaya más allá, pues si la Luna es capaz de hacer eso seguramente podrá hacer más cosas.
En la Era actual, el cuerpo físico del Hombre se compone de un noventa por ciento de agua. ¿No le afectará la Luna? ¡Por supuesto que sí! Su influencia no afecta sólo a las aguas de los mares y del cuerpo humano, sino a todos los aspectos de la creación sobre la Tierra.
Cualquiera que mire a la Luna, especialmente a la Luna llena, aceptará su hermosura. La Luna es suave, es femenina, es sabiduría. No podéis asociar nada duro con ella. Esa es la naturaleza de su influencia; pues como la Tierra es positiva, es poder, es expresión hacia fuera, la Luna es femenina es sabiduría es, receptividad, es amor.
Por tanto, las partes femeninas de las especies de la Tierra, el aspecto creativo y sabio, vibran especialmente ante la influencia de la Luna. El satélite controla en gran medida los nacimientos.
Toda mujer experimenta los ciclos de su cuerpo que, cuando la ciencia médica no se interfiere, se corresponden con los ciclos de la Luna. Por tanto, la concepción puede y debe ser planeada de acuerdo con sus fases. La Luna afecta a los nacimientos no sólo en el Reino Humano, sino también en los otros Reinos de la Tierra.
"La Revelación de Ramala" - Hernán
Grupo Ramala
Anexo de M./ Este astro que ejerce una influencia sobre todo lo que está en relación al elemento agua en vosotros y a vuestro alrededor, también es de gran importancia para nosotros y para otros. Hubo una época en que estaba en movimiento sobre sí misma, después llegó un momento en que con su acuerdo y, especialmente, con el del Gran Ser que la habita, la inmovilizamos (los Elohims).

Desde hace mucho tiempo vuestra Luna ha sido mantenida artificialmente sobre su eje, así siempre veis una de sus caras mientras que la otra, la que llamáis la 'cara oculta', sirve de punto de encuentro a las diferentes naves procedentes de planetas confederados. Estas bases permiten reagrupamientos y partidas hacia mundos, como por ejemplo, el vuestro.
La mayor parte de vuestros gobernantes y "los que los dirigen" saben de la existencia de nuestras bases en la cara oculta de la Luna.
(Vuestros Hermanos Mayores de las estrellas)
(Vuestros Hermanos Mayores de las estrellas)