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05 agosto 2018

NACER Y RENACER. (A. y D. Meurois-Givaudan)


Extracto del libro “Los nueve peldaños” de Anne y Daniel Meurois-Givaudan. 

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…”Me han hablado de vosotros…”, ha murmurado al principio. Después, adquiriendo en seguida más seguridad… “Es curioso, nunca hubiera imaginado que esto ocurriría así… Cuando me dijeron: “Vas a volver a la Tierra, así que sería conveniente que trabajaras con una pareja durante los nueve meses de tu gestación”, creí que era una broma. Pero no, en absoluto, hablaban en serio… y ahora os veo, estáis ahí…”
Tras estas palabras se ha detenido y se ha hecho el silencio entre nosotros, un silencio tenue, como otra forma de comunicación a través de la cual se dice más.
Desde que nuestra conciencia ha dejado nuestro cuerpo hace apenas unos instantes, ¡ha ido todo tan deprisa! Una vez franqueado el túnel de luz como una cámara de descomprensión dentro y más allá de nosotros, nos encontramos aquí, en esta gran sala blanca que tiene como cierto aire primaveral. Sus paredes, su luz nos dan la sensación de estar en una burbuja o en “algo” suspendido entre dos mundos. Sin embargo, todo aquí es absolutamente concreto y los pocos pasos que iniciamos para internarnos algo más en su quietud resuenan sobre sus losas…
“Pues sí…”, dice uno de nosotros, “ya ves, ¡no había nada más serio!”.
Nuestras miradas se cruzan una vez más, pero es para no abandonarse ya, inexplicables como una sonrisa espontánea e incontrolable de la que no puede uno deshacerse. Algo ocurre en el fondo de cada uno de nosotros…, una especie de detonante mágico tras el cual nos sentimos en perfecta armonía sin saber exactamente por qué.
Ya está, sabemos que el puente se ha tendido y que el trabajo se podrá llevar a cabo. ¿En qué consiste dicho trabajo? Es algo un poco disparatado, reconozcámoslo, al menos a priori.
Se trata de seguir a esta joven, o más bien a esta alma, paso a paso, mes tras mes, estar en comunión con ella durante los nueve meses en los que su futura madre, en alguna parte de la Tierra, le irá preparando un cuerpo. Se trata de seguir su ser, como un hilo conductor durante todo el proceso de su encarnación.
Por otro lado, ¿es un trabajo? Más bien consiste en una colaboración, en compartir algo que quisiéramos desde ahora fuera un manantial de amor, una fuente de cabal inspiración para los que se preparan a dar la Vida.
“De acuerdo…”, dice “¡es evidentemente obvio! Haremos esto juntos, si queréis. Sólo por gusto…, sólo para decir un poco más qué es la Vida!”.
¿Cómo podríamos dudar un segundo? Ante nuestro asentimiento entusiasta, nos lleva hacia un lugar al otro lado de la sala que parece ahora alargarse hacia el infinito, convirtiéndose así en una especie de corredor.
“Es mi alma la que ha creado este decorado”, dice suavemente. “Estáis en una burbuja de mi alma y de mi pensamiento. Es una de las cosas que me han enseñado a hacer, y así es como ocurren aquí muchas manifestaciones”.
“¿Que te han enseñado a hacer…?”
“Sí, mirad, son ellos…, y además hay otros. Quería que los vierais, porque sé que así me comprenderéis mejor”.
De la apacible claridad del pasillo blanco emergen las siluetas de dos seres. Son las de un hombre y de una mujer que se encuentran ahí como dos amigos…. Sus rostros nos reflejan, sin embargo, el conocimiento insondable de esas criaturas angélicas a las que da forma la imaginación popular. Están ahí muy concretos, muy humanos y, sin embargo, con esa especie de eterna juventud y esa luz interior que únicamente sabe generar el universo del alma.
“He aquí mi familia, en cierto modo…”
“Son mis guías”, continua “Bueno, digo mis guías porque ellos me han enseñado que, en la Tierra, es la palabra que se utiliza con frecuencia. Pero para mí, aquí, son sobre todo mis amigos, en cierta forma también mis profesores, si preferís. En cuanto llegué aquí, sentí en el fondo de mí misma que era como si los conociera desde mucho tiempo atrás… Puedo decir que me han ayudado a aprender todo lo de este mundo, o al menos que han actuado para que me acuerde de todo”.
“¿Son ellos los que te han dicho que debías volver a la Tierra?”
“Sí…, pero yo misma lo sentía. Hay algo, no sé, que me empuja a volver allí. Es curioso, es a la vez como una atracción increíble, un temor y una obligación. Algo ineludible… Así que he dicho: “Sí, de acuerdo” y entonces es cuando mis amigos me han aconsejado”.
La joven continúa, más locuaz y, al mismo tiempo, más emocionada:
“¿Sabéis? Recuerdo el momento en el que sentí que era necesario descender de nuevo, pronto o tarde. Realmente fue un impacto y me quedé pensativa mucho tiempo…, sin duda como un niño que se enfrenta a la muerte por primera vez”.
Nacer y renacer_7_terapiasegipcioesenias.wordpress“¿Ignorabas todo lo relativo a la reencarnación?”
“¡Oh, no! Aquí he visto claramente que no era una quimera. Nunca he recibido una formación en ese sentido, pero he asistido a tantas llegadas y a tantas partidas… ¡había que rendirse a la evidencia! Además, hay tanta lógica en todo esto…, pero era una noción que estaba alojada en alguna parte de mi intelecto, en mi mente, como una verdad válida sólo para los demás.
Respecto a la muerte ocurre también así, ¿no es cierto? Pues bien, sabed que tengo un poco la impresión de que voy a morir…, de que me ha tocado el turno. De modo que es preciso que abandone mi confort interior y, lo que es peor, a mis amigos de aquí.”
“Sin embargo, parecías tan dichosa hace unos instantes…”
“¡Y lo soy! Pero hay ciertas cosas inexplicables que han despertado en el fondo de mí…, vagos recuerdos, deseos que incluso ignoraba que todavía pudieran existir. Son ellos los que me fuerzan ahora a descender de nuevo y siento que mi voluntad no puede hacer nada contra eso, porque hay algunas partes de mi ser que son como unas copas que no están llenas…, o lo están muy poco”.
“¡A no ser que las hayas volcado!” Uno de los dos seres que se había aproximado a nosotros ha dejado caer al vuelo esas palabras en un tono jovial.
“Rebeca”, prosigue, “Rebeca, es importante que aceptes hablar de todo esto con detalle. Tendrás que recordar hasta el final esta promesa que nos hiciste”.
Rebeca, de quien por primera vez oímos pronunciar su nombre, nos dirige una mirada muy tierna, pero también muy resuelta.
Nacer y renacer_5_terapiasegipcioesenias.wordpress“No os preocupéis, mantendré la promesa…, no porque eso se llame promesa, sino porque aquí he comprendido verdaderamente que la Tierra tiene más que nuca necesidad de amor… ¡y que los hombres tienen más que nunca necesidad de comprender!
Ya es hora, ¿no os parece?, de que allá abajo se sepa lo que es la Vida, de dónde viene, adónde va…, para que se la ame un poco más, ¡aunque no sea más que un poco más!.
Por eso acepto poner mi alma al desnudo. Quiero que estos nueve meses durante los cuales voy a ocupar el vientre de una madre sean como una mano tendida entre la luz y… otra forma de luz. Quiero que sean una enseñanza, pero una enseñanza sin maestro, sin dogma, sin la menor manifestación de rigidez. Algo suave y fuerte, que baste mirar y escuchar en el fondo de uno mismo para captar lo Esencial”.
“Creo que nos comprendemos, Rebeca”, murmura uno de nosotros. “Tenemos que ofrecer a los hombres y mujeres de hoy el sencillo diario de a bordo de tu retorno, la película de su luz con sus alegrías y, tal vez también, sus dudas, traducido a unas palabras que serán las tuyas, al margen de filosofías, al margen del lenguaje esotérico y más allá de la voluntad de probar nada… No tenemos que defender nada, ¿no es cierto?, ¡puesto que nada de esto nos pertenece!”
… “No me llaméis Rebeca”, dice de pronto la joven… “Comprended…, ya no soy Rebeca…, ya no debo serlo. Soy… no sé quien…, pero quiero que eso sea para bien, que sea aún algo mejor. No quiero reencarnarme sino renacer. ¿Veis la diferencia?”
Sí, hemos visto la diferencia, deseamos responder con una sonrisa. Sí, también la comprendemos y sentimos que tu alma ha dicho sí a ese proyecto porque tiene la ternura y el entusiasmo de los que quieren reconstruir…
Y es a ellos, a los verdaderos enamorados, a los verdaderos padres de la Vida, padres no solamente de la carne sino también de la Conciencia, a quienes está dedicado este libro.
Extracto del prólogo del libro “Los nueve peldaños” de Anne y Daniel Meurois-Givaudan. Editorial Luciérnaga
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