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18 septiembre 2018

CÓMO CONSEGUIR EL ELIXIR DE LA ETERNA JUVENTUD.

Hay dos formas -probablemente algunas más- de conseguir el elixir de la eterna juventud. Una, podría ser el irnos a vivir al valle del Hunza  (Gilgit Baltistán) en Pakistán, y la otra, poner en práctica lo que el maestro Aitor Ondarrieta nos dice a continuación. O, también, ¡las dos cosas!
M. Z.


  
Cómo conseguir el elixir de la eterna juventud

Los adeptos de Oriente, los rishis y los sabios de la antigua India conocían ciertos procesos fisiológicos todavía no descubiertos pro la ciencia oficial occidental. Según estos maestros, en el centro del pecho se sitúa un vórtice energético, el chakra Anahata (cuarto) o corazón místico, que como tal centro cardíaco, tiene la función de irradiar las energías de la conciencia a través del cuerpo físico, cuando ésta ha logrado cierto nivel de integración con el Yo Superior o ángel solar. 

Esta expresión vibracional es la irradiación del amor –la nota clave del alma-, las ondas energéticas de las que tanto habló el Maestro...

El centro cardíaco estimula energéticamente esa enigmática glándula endocrina que es el Timo que, situada debajo del esternón, está íntimamente relacionada con el corazón místico.

Según cuentan los fisiólogos, a partir del nacimiento y en la infancia, la glándula Timo es activa y creen que su misión está relacionada con la fabricación y génesis de los “linfocitos T”, importantes células del sistema inmunitario. Hacia la pubertad, el Timo se va atrofiando progresivamente. Entre los dieciocho y los veintiún años, prácticamente es mínima su actividad, llegando incluso a una degeneración grasa de sus tejidos.

Pues bien, según los sabios adeptos de Oriente, el Timo segrega una hormona, conocida científicamente como “timopoyetina”, que sirve de catalizadora a la hormona “somatotropina”, la del crecimiento, segregada por la hipófisis anterior. 

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La somatotropina provoca el crecimiento y desarrollo de todos los tejidos del cuerpo capaces de crecer –incluso el óseo-, aumenta la síntesis de proteínas en todas las células del organismo, incrementando su volumen. Facilita también la mitosis y el desarrollo de un mayor número de células.

Otra cosa muy interesante es que la glándula Timo segrega otra importante hormona cuya función es la de imprimir un mantenimiento energético de todos los procesos químicos, enzimáticos y demás reacciones biológicas de las células corporales. En definitiva, esta secreción tímica es la hormona de la juventud y la longevidad pues provoca que los diminutos procesos vitales de la vida de la célula mantengan su nivel vibratorio y su ritmo metabólico. Impidiendo así la degeneración celular y el envejecimiento.

Los maestros espirituales de Oriente, igual que el Cristo o Buda, enseñan que cuando un hombre se va integrando psicológicamente y, por lo tanto, espiritualizando, su capacidad de amar se va incrementando. 

El amor, esa irradiación del alma y de la conciencia, es una energía de vida y de poder que, expresándose por el centro cardíaco, estimula vigorosamente la glándula Timo, impidiendo su atrofia y reactivando su funcionalidad, si ésta había menguado.

El resultado es sorprendente: el Timo segrega sus hormonas y todas las células y tejidos corporales experimentan una rápida regeneración y rejuvenecimiento, disminuyendo la decadencia orgánica de la edad y prolongando en gran medida la esperanza de vida y la longevidad. 

Además el Timo, de una forma más sutil y oculta, crea con su actividad un campo electromagnético, que como una energía catalizadora, se extiende por todo el cuerpo etérico y su aura vital, imprimiendo un mayor ritmo vibratorio y aumentando la vitalidad corporal y el ritmo metabólico celular.

Efectivamente, el Amor es la fuente de la eterna juventud y las hormonas del Timo constituyen el elixir de la larga vida. No nos extrañe pues que los adeptos puedan tener cuerpos de ciento cincuenta o doscientos años con la apariencia de uno de treinta. 

A través del amor se consigue la salud perfecta, el amor es la suprema energía de la curación, secreto del pasado y promesa del inmediato futuro.

Aitor Ondarrieta




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