Ésta, es una pequeña parte de un interesante -y coherente- relato transmitido por el contactado, e ingeniero, Daniel Walter Fry, que trabajaba en la base americana de White Sands, cerca de Las Cruces, en Nuevo México.
Fry fue uno de los principales impulsores del programa de pruebas de vuelos de misiles con combustible líquido de la Crescent Engineering and Research Company. Trabajó también para la Aerojet General Corporation en el terreno de pruebas de la base de White Sands. Allí tuvo a su cargo la instalación de instrumentos para el control y guía de misiles. Era el 4 de Julio de 1950, cuando -nos ahorramos los detalles- Daniel W. Fry fue invitado a subir a una nave interplanetaria y hacer un viaje -en la misma- hacia Nueva York. Dentro de la nave el comandante, de origen extraterrestre, que se dio a conocer como Alan le instruyó sobre diferentes temas relacionados con la historia de su propia raza y nuestro planeta e incluso el sistema de funcionamiento de sus naves interplanetarias:
Hace decenas de miles de años, algunos de nuestros antecesores vivían en la Tierra. Había en esa época un pequeño continente en una parte hoy cubierta por el mar que ustedes llaman Océano Pacífico. Algunas de sus primitivas leyendas se refieren a esta masa de tierra sumergida como el Continente Perdido de Mu o Lemuria. Nuestros antepasados habían construido un gran imperio y una ciencia vigorosa sobre este continente. En la misma época había otra raza que se desarrollaba rápidamente sobre otra parte de tierra en el área central y sur del actual Océano Atlántico.
En sus leyendas este continente ha sido denominado Atlántida. Había rivalidades entre las dos culturas en sus progresos científicos. Al principio eran amistosas, luego se volvieron más amargas con el correr de los años, y cada raza hacía alarde de sus conquistas ante los otros. En pocas centurias su ciencia había sobrepasado el grado de desarrollo que existe ahora aquí. No satisfechos con liberar pequeñas porciones de la energía del átomo, como hacen en la actualidad sus físicos, ellos habían ha prendido a rotar toda la masa sobre eje energético.
De la rotación de un trozo de materia del tamaño de un penique de cobre, resultaba la liberación de setenta y cinco millones de sus kilovatio/horas. Con el constante aumento de la tirantez entre las dos razas y con el constante aumento de los recursos destructivos, ere inevitable que eventualmente se destruyeran entre ellas. Las energías liberadas en esa destrucción fue mas allá de toda la imaginación humana.
Ellas fueron suficientes para provocar el mayor cambio en la configuración superficial del planeta; y las radiaciones concominantes fueron tan intensas y extendidas, que la superficie de la Tierra se volvió totalmente inhabitable para el ser humano durante miles de años. Como le dije antes, nuestros antecesores fueron un grupo de sobre vivientes de este ultimo colapso completo de la civilización de su planeta.
Hace más de treinta mil años, según miden el tiempo en la actualidad, ellos habían desarrollado una ciencia material que en algunos aspectos por lo menos era considerablemente más avanzada que en el momento actual. Ellos siguieron las leyes naturales, en vez de amenazarse los unos a los otros como hace su ciencia. Sus máquinas eran por consiguiente más simples. Sin embargo pudieron realizar cosas que ustedes no han sido capaces de hacer.
Ellos, también fracasaron en darse cuenta de la absoluta necesidad de un desarrollo parejo de los valores espirituales y sociales.
Entre las dos naciones más importantes de esa era, se desarrolló una fisura. La fricción entre ambas aumento año tras año hasta que explotó una guerra de aniquilación. Armas de energía absoluta fueron usadas por ambas naciones, armas cuyo poder destructivo eran mil veces superior a la bomba H que amenaza a su raza en la actualidad. No era cuestión de victoria o derrota.
Simplemente se destruyeron una a la otra. Hubo pocos sobrevivientes. y las radiaciones a nivel de toda la superficie del planeta se habían elevado más allá de la tolerancia humana. Esto no significó que todos los sobrevivientes estuviesen inmediatamente condenados a muerte por las radiaciones, pero significa el deterioro progresivo de las funciones mentales y biológicas. Esto, junto con el gran numero de mutaciones en sucesivas generaciones, eventual mente retrogradó su nivel de existencia.
EL TIBET.
En una meseta elevada, que ahora es el País del Tíbet, aterrizaron seis de nuestras naves aéreas y se realizó un concilio para determinar si se podía hacer alguna cosa. Se sugirió de realizar un intento de llegar a otro planeta. Los aparatos aéreos en uso en aquel tiempo eran capaces de viajar en el espacio y frecuentemente habían sido usados para alcanzar unos pocos de cientos de millas de altura sobre la Tierra.
Sin embargo, no se había hecho todavía ningún intento para salvar las enormes distancias entre planetas, y los miembros de la tripulación estaban muy lejos de la certeza de que tal intento pudiese tener éxito. El planeta que ustedes conocen como Marte, estaba entonces en conjunción con la Tierra, y por esa época las condiciones de su atmósfera, temperatura, agua etc., eran mucho más apropiadas para la supervivencia del hombre que las condiciones que sus astrónomos refieren existir en la actualidad.
Se realizó una votación, y los miembros de la tripulación de cuatro de las naves eligieron llevar a cabo la gran aventura, en la esperanza de preservar de ese modo, por lo menos una parte de la cultura de su raza.
La remanente tripulación optó por quedarse en la Tierra. Ellos creían que debido a la elevación de la meseta en la cual estaban reunidos y el comparativo bajo nivel de las radiaciones que existían allí, podrían continuar viviendo en esa área sin sufrir completa degeneración física y mental en ellos y en su descendencia. Puedo ver la pregunta que se forma en su mente, as¡ que le explicaré que nuestra raza había logrado la perfecta igualdad de los sexos y ambos estaban igualmente representados en el concilio.
Imagen ficticia
De las cuatro naves que ensayaron el salto, tres llegaron a su destino. No hay noticias en nuestra historia de la suerte de la cuarta. Por muchas generaciones la lucha formidable para sobrevivir demandó todo el tiempo y la energía del pueblo. Esas fueron las edades oscuras de la nueva raza, y tenemos comparativamente poco conocimiento de ese período.
Los miembros de la tripulación original, inmediatamente después de su llegada al nuevo planeta, escribieron una cuidadosa historia de las razas de la Tierra, recalcando las causas del derrumbe.
A través de las centurias, esta historia fue cuidadosamente conservada. Es conocida como "La Gran Lección" y es la primera cosa que es enseñada a nuestros jóvenes cuando empiezan a prepararse para la vida activa.
A medida que la batalla para la supervivencia era gradualmente ganada, el desarrollo de la ciencia material reasumió su ritmo normal. Con la lección del pasado constantemente delante de nuestro pueblo, hemos mantenido, siempre, los valores materiales en relación con los mas importantes valores sociales y espirituales.