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16 mayo 2018

EL ORIGEN DE LAS CUATRO GRANDES RAZAS HUMANAS. (MENSAJE EXTRATERRESTRE)




Hace ya unos cuantos años, al contactado y mundialmente conocido Eugenio Siragusa (falleció en el año 2006), los Seres del espacio le habían revelado, entre otras muchas cosas, uno de los grandes misterios de la Humanidad: el origen de la especie humana, el origen de las cuatro grandes razas que hay en la Tierra. 

También los contactados y podríamos decir muy acertadamente "enlaces" entre el Cielo y la Tierra, Daniel Meurois y Anne Givaudan, afirman que, según nuestros hermanos Mayores de las estrellas, el Ser Humano no es originario de la Tierra, y no es el resultado de la evolución de los homínidos como afirmaba Darwin. 

Esto lo sabe, por supuesto, la Jerarquía de la Iglesia Católica de Roma y también las élites mundiales, pero nadie moverá un dedo para cambiar los libros de Historia. ¡Prácticamente, casi todo lo que nos dicen los libros de Historia es falso, empezando por los orígenes del ser humano! 

¡A los "seres" que gobiernan el mundo en la sombra no les interesa que se conozca la verdad de nada, pues de esa forma, cuanto más ignorantes sean los humanos más fácilmente serán manipulados y sometidos!

En los diversos mensajes que recibió E. Siragusa, en los cuales se adjuntaban dibujos de la geografía de la superficie terrestre tal como era hace miles de años, los seres del espacio afirmaban que nuestros antepasados, en efecto, los primeros habitantes de nuestro planeta no aparecieron sobre la Tierra a consecuencia de una evolución progresiva de determinadas especies inferiores animales, sino que las diferentes razas que hay en la Tierra llegaron ya formadas y evolucionadas hace cientos de miles de años, y procedían de diferentes constelaciones. 

Unas, llegaron por razones de causa mayor y debido a la inhabitabilidad o desintegración de sus propios planetas -como el caso del planeta destruido que orbitaba entre Marte y Júpiter- y, otras, arribaron a la Tierra gracias a los Guías del Cosmos que permitieron su establecimiento en nuestro mundo con el fin de mejorar progresivamente el código genético del futuro ser humano -el Hombre actual-  y promover una evolución adecuada al ritmo evolutivo del planeta.

Por consiguiente, el Hombre al no ser originario de la Tierra no ha seguido el proceso evolutivo que aún muchos científicos, aunque cada vez menos, siguen creyendo. Sin embargo, cada vez son más los científicos, sobre todo, los genetistas que ya saben que el ADN humano procede de las estrellas, que el Hombre no nació en este mundo.

La Tierra, el planeta azul, tiene una historia muy particular y compleja que desconoce por completo toda la población terrestre, e incluso, la desconocen muchos pueblos de las estrellas. Nosotros, descendientes de aquellos seres de diversas razas que vinieron del espacio exterior, después de cientos de miles de años  hemos terminado por olvidar nuestro origen extraterrestre. 

Sin embargo, el recuerdo de haber venido del cielo permaneció con nuestros antepasados durante milenios gracias a que ese conocimiento lo transmitieron oralmente de generación en generación como una tradición histórica que recordaba su procedencia y origen.

Las cuatro grandes razas, la blanca, la roja, la amarilla y la negra, llegaron a la Tierra en diferentes épocas de la historia de nuestro mundo y procedían de diferentes lugares del Universo: de Orión, Procyón,  las Pléyades y Alfa Centauro.


Dibujo realizado telepáticamente por Eugenio Siragusa

Las cuatro razas estaban distribuidas así:

En el Norte de  América, Europa y Australia, la raza blanca.

En el sudeste de África, la raza negra.
En el este de Asia, la raza amarilla.
En Sudamérica y en todo el sudoeste de África, la raza roja.

En aquel entonces la Tierra todavía se encontraba en fase de asentamiento, en estado primitivo y poblada por enormes animales. Y, aunque no era un lugar demasiado hospitalario para el ser humano se convirtió en un recurso provisional donde poder sobrevivir en un momento desesperado. 


Dibujo realizado telepáticamente por Eugenio Siragusa

Sin embargo, debido a las difíciles condiciones gravitacionales y a la estructura del geoide aún en fase de asentamiento y, sobre todo, a la elevada presión atmosférica en aquel entonces, provocó que los colonos de las diferentes razas procedentes del espacio exterior fueran, poco a poco, muriendo de hemorragias cerebrales. 

El asentamiento del planeta no fue armónico sino violento en muchos casos, y las erupciones volcánicas, movimientos sísmicos y los elementos atmosféricos perturbaban continuamente la vida y la mente de aquellos seres que luchaban por la supervivencia en un mundo primitivo y hostil.

Los sufrimientos psíquicos y la lucha diaria no solo con los elementos de la naturaleza sino con las enormes y feroces bestias  que poblaban la Tierra era una tarea que les forzaba a utilizar toda su energía física en detrimento de su pensamiento, de su mente.

Pocos sobrevivieron y los que lo hicieron consiguieron adaptarse a las difíciles condiciones atmosféricas, gravitacionales y a los elementos de la Naturaleza.

La raza originaria de Orión era de piel bronceada y ojos oscuros; se caracterizaba por tener una gran estatura y corpulencia.

La raza procedente de Procyón tenía los ojos oscuros y ovalados. El color de su piel era amarillo o verde claro. Era una raza corpulenta y de estatura variada.

La raza originaria de Alfa Centauro era rubia con ojos azules y de gran estatura.

La raza proveniente de las Pléyades era muy corpulenta y de piel rojiza, de ojos oscuros. Su rostro era oval. Y su estatura era muy variada.

Por lo tanto, podemos afirmar, en base a los conocimientos revelados por nuestros Hermanos Mayores de las estrellas al contactado Eugenio Siragusa y a los también contactados Daniel Meurois y Anne Givaudan, que los primeros colonos del espacio exterior que llegaron a la Tierra -y gracias a sus avanzados conocimientos científicos y tecnológicos, ya en aquel entonces- lo hicieron hace cientos de miles de años y procedían de la constelación de Orión, de Procyón, de Alfa Centauro y de las Pléyades y, también del planeta que se desintegró por culpa de la guerra nuclear que desató su población. Ese planeta orbitaba entre Marte y Júpiter. Hoy es un cinturón de asteroides. 

Maryo Z. G.




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