Extraído de la Memoria del Tiempo o, lo que es lo mismo, de los Anales Akáshicos... Hace 2.000 años...
"Hubo un día que, al volver de pescar en el lago, el maestro fue abordado por algunos fariseos aglutinados en el atrio de la sinagoga de Cafarnaúm. Era allí donde, la antevíspera, había practicado uno de sus exorcismos, el cual se menciona en los Evangelios.
Uno de los fariseos, algo burlón y provocador, se dirigió a Él para conocer su percepción de Satán ya que, decía, se contaba que lo contactaba fácilmente.
Contrariamente a lo que el hombre se imaginaba, este era totalmente el tipo de circunstancia y de conversación que no disgustaba a Jeshua. Sin esperar, Le vimos sentarse sobre los escasos escalones que llevaban al edificio, invitando a los fariseos a hacer lo mismo. Aunque algo reticentes, estos terminaron por sentarse enarbolando de buena gana una sonrisa altiva.
Me encontraba no lejos de allí con algunos pescadores cuando resolví aproximarme con el fin de oír mejor lo que se decía. La conversación prometía ser rica ya que el Maestro había cogido la pelota al vuelo devolviendo la pregunta hacia quien se la había lanzado.
_"¿Satán? -replicó el fariseo desconcertado- pero si todo el mundo sabe quién es. No te burles de nosotros, Rabí..."
_"¿De veras lo crees? Si me interrogas de ese modo tal vez sea porque tú mismo lo ignores..., o incluso, porque estés persuadido de poseer la respuesta definitiva..."
Sobre esta reflexión, el Maestro comenzó de forma progresiva una verdadera enseñanza consagrada a lo que es la Sombra, es decir, el Adversario (etimológicamente, Satán o Shatan, significa adversario). Precisó en primer lugar que no era más que un acercamiento y no una definición, retomando así uno de los temas que le eran queridos, es decir, la no fijeza de todo lo que es tanto en este mundo como en los demás.
Para Él, solamente los ignorantes se arriesgaban a fórmulas definitivas, ya que la Vida se inventaba a sí misma y se desmultiplicaba sin cesar en la Conciencia del Sin Nombre en el centro del Universo.
Cuando dijo esto, inmediatamente declaró que Satán no era un ser ni, por tanto, tampoco una conciencia ni una voluntad individualizada, sino más bien una fuerza que participaba en el funcionamiento de nuestro tipo de universo, algo así como una especie de viento.
Según Él, Satán era el hijo natural e inevitable del Principio de Libertad, lo resultante del movimiento de rebelión que de este derivaba obligatoriamente. Éramos nosotros, los hombres, los que hacíamos de él el enemigo del Eterno mientras que en realidad no era otra cosa que Su instrumento.
A los ojos del Maestro, en nuestro mundo, la Conciencia del Amor se medía y se deseaba frente a la experimentación de la carencia de Amor. La Fuerza de la Unión sólo podía entonces apreciarse en la tormenta de la Dispersión.
En resumen, trataba de hacernos comprender que el Poder unificador y amante del Uno no se percibía plenamente sin este Principio de Separatividad que es Satán.
Siguiendo en esta dirección, bajo los oídos perturbados de su audiencia, el Cristo afirmó después que, en cierto modo, generando la Creación el Sin Nombre había hecho brotar de Su seno al mismo tiempo la Fuerza de Separatividad o de Disolución..., sin embargo, esto no era más que una ilusión con fines de Despertar. ¿Por qué? Porque el conjunto de los universos no eran exteriores a Su Conciencia y a Su cuerpo, que están en perpetua expansión.
_"¿Aseguras que Satán forma, de alguna manera, parte del Eterno?" -profirió uno de los fariseos-.
_"Os digo que es como un viento que el Eterno ha engendrado para nuestro avance y al que permite circular a través de los mundos... Pero también os digo que es un viento que toda forma de vida consciente de sí misma tiene la posibilidad de alimentar o no. Digo que si esa Fuerza a la que llamamos Satán tiene tanto poder es porque nosotros le damos fuerza cada vez que, por el uso de nuestra libertad, obramos en el sentido de la disolución y no de la coalición.
Os digo, en fin, que sois todos vosotros, hombres y mujeres de este mundo, los que os volvéis al mismo tiempo sus hijos y sus padres alimentándoos de él y alimentando su acción a cada paso que dais hacia la desunión... De una chispa de rebelión, habéis hecho un gran fuego, y de este gran fuego una inmensa hoguera.
Os lo anuncio, sois la energía y el motor de ese viento por el cual Satán toma forma... ¡hasta daros forma a vosotros mismos.
Nacido sólo del Principio de Libertad, el Adversario se ha convertido ahora en el fruto de vuestras carencias de Amor, constantemente mantenido por la savia de vuestras pequeñeces. Es como una gigantesca reserva de veneno que llenáis en cada una de vuestras bajezas y en la cual sumergís vuestra copa cada vez que, por vuestros orgullos, vuestras cóleras así como por vuestros miedos en espíritu y en acto os separáis del Todo.
Así, os lo afirmo, Satán es un poco de vosotros mientras os resistís al sentimiento de unión total con Mi Padre en el Infinito... VUESTRO PADRE."
Estas palabras provocaron un verdadero clamor entre la audiencia que se había aglutinado en el atrio de la sinagoga.
Recuerdo que la atmósfera se calentó tanto entre los fariseos que estos últimos llegaron a discutir entre ellos y que Jeshua aprovechó entonces para andar tranquilamente en dirección al arenal. Cuando algo más tarde, ese mismo día, conseguimos reunirnos con él, estaba comiendo algunas aceitunas en compañía de Juan.
Le explicaba que, si algunos veían manifestarse ante ellos presencias con apariencias diabólicas que ofrecían siempre más o menos los mismas características, esto no significaba por ello que Satán fuera un ser individualizado. Esas formas y esas manifestaciones monstruosas, decía, provenían de un arquetipo nacido del egregor (egrégora) del no Amor, y por tanto, de Separatividad, creado por nuestra propia Humanidad.
Precisaba además, que éstas estaban a veces habitadas por conciencias bloqueadas momentáneamente en mundos donde la Sombra provocaba la ilusión de ser el único valor generador de vida, mundos en los que ciertos seres enfermos por su carencia de Luz, se perdían como en un laberinto.
-"Cuando mi momento haya llegado -le oí declarar mientras se levantaba para remontar el camino hacia Cafarnaum- cuando mi momento haya llegado, iré a visitarlos para curarlos de su ceguera y tenderles la llave de esa prisión mental que los hace adoptar máscaras horrorosas... (El Cristo aquí hace una alusión profética a la famosa "visita a los infiernos" que llevó a cabo tras su crucifixión)
Cuando cayó la tarde, nos enseñó además que aquello a lo que se nombraba Belzebuth no era otra cosa que una agrupación de seres parecidos a nosotros pero procedentes de otro mundo, y de los que la necesidad de poder los había llevado a oponerse a los Elohims de su Padre...
(En cuanto al nombre de Lucifer, significa etimológicamente "portador de Luz". Inicialmente, el ser a quien fue atribuido este nombre no tenía nada de sombrío. Obraba en la esfera de conciencia del planeta Venus. Oponiéndose a las intenciones de seres venidos de las Estrellas, algunos han tratado de asimilarlo a la Sombra. En el espíritu popular lo han conseguido, creando así un egregor efectivamente funesto).
Esa fue la última vez, creo, que el Maestro abordó tal tema. No quería que polarizáramos nuestros espíritus en esa dirección porque, decía, la Sombra siempre ejerce una fascinación. Incluso cuando se la denuncia como adversaria a la vía que afirmamos haber elegido, su proximidad atrapa con facilidad a aquellos que piensan no querer más que estudiarla. Jeshua no daba tregua a que aprendiéramos todos a volar alto por encima del Océano de los humanos para que así sus turbias aguas no nos cautivaran.
_"Jamás me dirijo a aquello que, en vosotros, puede aún dejarse seducir por el sueño... ¡Jamás!."
("Las primeras enseñanzas del Cristo" - Daniel Meurois-Givaudan)