"Sin ser pesimistas, no podemos negar el hecho de que vuestro planeta y su humanidad deben prepararse para grandes sufrimientos". (Vuestro Hermano Morya)
También hemos dicho aquí, en este sitio, que también están en el mundo, entre los hombres y mujeres del mundo "los dos candelabros", "los dos olivos"... y, obviamente, nadie, o casi, les ha reconocido. ¡Recordemos que, tal y como dijeron aquellos que algunos llamamos nuestros Hermanos Mayores de las estrellas (los Elohims) estamos en la cuarta y última fase del proceso de "depuración" y "mutación" de la Humanidad más conocido como el Apocalipsis! ¡Los tiempos se han acortado!
M. Z. G.
"Cristo sugería a los hombres de Palestina que tendieran la otra mejilla a aquellos que les pegaban, con el fin de descarriar su voluntad de agresión y de venganza. No les pedía que padecieran, sino que fueran en busca del mal allí donde se encontraba, con el fin de que éste tomara conciencia de su vanidad. ¿Qué os sugiere esto hoy día? ¿Pasividad? ¿Debilidad? ¿O efectiva revolución de las conciencias?
¿Sabéis lo que eso significa realmente? Eso no quiere decir que sea esencial que algún nuevo Gandhi aislado se alce en medio de vosotros, sino que, en lo sucesivo, es vital que aceptéis el derribo de vuestras bases, a fin de que sean disueltas las del universo que alimenta vuestros pretextos.
No olvidéis que cada uno de vosotros constituye por sí mismo, potencialmente, un verdadero hogar de insurrección solar, o bien, si el término os asusta, una base de lanzamiento para el mundo que viene.
La puesta en marcha se organiza entorno a tres motores: EL NO JUICIO, LA COMPASIÓN Y LA DETERMINACIÓN. Alimentadlos en vuestro ser interno a través de los mil "detalles" de la vida cotidiana.
"El detalle", os lo aseguro, no es, además, siempre tan "detalle" como se piensa. Esa mirada que dispensáis a los demás en el ascensor al salir de casa forma parte de él, la calidad de vuestro apretón de manos también, así como la de las palabras que dejáis asomar a vuestros labios.
La Revolución crística, vuestra mayor revolución, comienza ahí, con toda su fuerza, en un terreno de humildad. No os fuerza, al igual que todas las revueltas del pasado, a decir no, levantando el puño, mas os compromete a decir un sí decisivo abriendo el corazón.
El alma, amigos míos, no se alza enfrentándose contra una fuerza, no se eleva tampoco, de ninguna manera, rebajando lo que reprueba. Se alza en pie en una dirección y con una meta. ¿Lo comprendéis? Alzarse eternamente contra algo es desarrollar con seguridad el principio de adversidad. Es por efecto de ese principio en vosotros por lo que estáis cansados, sin ni siquiera daros cuenta de ello. Hay que romper con él. Sin tergiversar, sin odiarlo, ya que ha sido, a pesar de todo, vuestro campo de experimentación.
Ya sabéis todo eso, decís..., naturalmente. Mis palabras sólo constituyen un recordatorio más. Ciertamente, entonces ¿qué esperáis para manifestar esa verdad? Saber no es suficiente... El que sabe se limita a dar lecciones..., mientras que el que Vive, se convierte él mismo en enseñanza. ¡Vivir! Nada más, finalmente, no se os pide nada más que eso... Vivir y no balbucir la existencia construyendo sempiternos y sutiles planes de dominación.
Sois pues, lo repito, hogares de insurrección sagrada en potencia. Naturalmente, podéis seguir esperando señales, manifestaciones flagrantes de una presencia celeste que confirme la "Energía que sentís". ¡La "Energía", bonita palabra! Está en todas las bocas. ¿A ver quién percibe más!
Y qué inquietud para aquellos que, honestamente, no consiguen percibir esa famosa "Energía". Casi se creen que son anormales. Del Cristo que se ha reducido al Catolicismo a aquel que debería venir a salvaros a bordo de una nave espacial, no hay más que un paso, el que nunca se da para comprometerse consigo mismo de forma radical.
No existe ningún salvador para aquellos que quieren salvarse de sus responsabilidades.
Todo esto no quiere decir, amigos míos, que no habrá "señales en el Cielo y sobre la Tierra". Las habrá..., y, serán tan impresionantes, tan tangibles que apenas lo podréis creer.
No serán ellas, sin embargo, las que metamorfosearán vuestro ser, ni las características que, lentamente, habréis insuflado a este mundo. Si bien, es cierto que se erigirán como testimonios del advenimiento crístico, sabréis, a pesar de todo, los unos y los otros, interpretarlas de forma tan diferente, que un poco más de confusión aún, terminará con el pulimento de los egos.
Esas señales vendrán a la vez de la Tierra y de otros mundos, como los últimos elementos de una puesta en escena tendente a dejar expresarse en el hombre lo mejor y lo peor. Todos los castillos de arena deben derrumbarse, todas las joyas deben destellar.
¿Dónde irá pues vuestra confianza? ¡Tantos navíos enarbolan el pabellón crístico! Tendréis dos soluciones, dos tentaciones. Refugiaros otra vez en la seguridad de un integrismo conminándoos a seguir pisando los mismos dogmas soporíferos, o avanzar, aparentemente solos, aparentemente en la cuerda floja, con la única voluntad de aprender a amar y a servir a la Vida, pase lo que pase. La elección, porque siempre existe en el plano individual, está ahí: huir por los surcos del pasado o empezar a encarnar al Espíritu allí donde la Vida nos coloca.
¡Los acontecimientos van a obligaros 'a moveros' desde 'dentro' y desde 'fuera'!"
("Visiones esenias" - D. Meurois Givaudan)