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17 octubre 2018

La Humanidad aún no comprende que el Sol es una Fuerza Cósmica inconcebible, generadora de VIDA, a la que, acertadamente, podemos llamar: "Dios".



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La Humanidad aún no comprende que el Sol, es una Fuerza Cósmica inconcebible, a la que, acertadamente, podemos llamar "Dios", y que Dios, forma parte integrante de nosotros, y nosotros de Él. Él es nosotros y nosotros es Él. No existe la Divinidad por un lado y los seres humanos y la Creación por otro. Hay una sola y única Fuerza que lo engloba Todo. 

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Dios no es una Fuerza exterior a cada uno y a la que se puede invocar cuando las cosas no nos van bien. Esa Fuerza Cósmica a la que llamamos Dios, es nuestro mismo Principio. 

Pero, debemos comprender que Dios no es "alguien" en particular, que no es una persona. Cuando se dice que el ser humano fue creado a "imagen y semejanza" de Dios, a menudo tenemos tendencia a interpretar erróneamente, por lo tanto, que Dios es a imagen y semejanza nuestra. Somos semejantes a Dios en cuanto que, y al igual que Él, tenemos un cuerpo, un alma y un espíritu. Un espíritu que engloba las dos polaridades, la masculina y la femenina, igual que Él.

En este y en todos los Universos, para cualquier ser que ha alcanzado una cierta madurez de su Yo Superior, o Espíritu, o como dirían los orientales, de su Atman, el concepto de "Dios" tal como se concibe y describe hoy en la Tierra, es un concepto un tanto absurdo y pueril.

Si preguntáramos a la población de la Tierra, quién es Dios y por qué razón cree en la realidad de Dios, la inmensa mayoría de los hombres y mujeres nos darían respuestas tan vagas, imprecisas y pueriles que se necesitaría una pizca de nada para que esa misma creencia se tambaleara y se rompiese en mil pedazos. 

La mayoría de nosotros creemos en algo, en una cosa, en una fuerza, no porque sea una resultante de nuestras propias experiencias, sino porque nuestros padres, o el colegio, nos han educado en tal vía y no en la otra, porque nuestra sociedad o cultura ha creado modelos de la existencia arbitrarios, levantados en los altares de las verdades absolutas y sobre los credos de algunos líderes religiosos que se arrogan el derecho de pensar por todos nosotros y digieren por anticipado, lo que creen conveniente y oportuno dar o no dar, en qué debemos creer y en qué no.

Pero, para todos y cada uno de esos seres, de fuera de la Tierra, independientemente del lugar que ocupen en el Universo, "Dios", en efecto, no es "alguien" sino una Fuerza Cósmica, una Campo de Conciencia hasta tal punto sublimada que se expande continuamente y crece a través de nuestro propio crecimiento espiritual. Es una Fuerza de Amor inconmensurable que aumenta y se expande en función del ritmo de crecimiento de nuestros Espíritus y de la unión de ellos.

Cuando todo hombre y toda mujer de la Tierra alcance, por fin, su maduración real, comprenderá en su carne, en su alma y en su espíritu que forma parte indisoluble con la Gran Luz, el Sol, el Señor-Cristo, o el Buda si preferimos llamarle así. El Sol-Cristo, es el Amor Absoluto y se nutre, crece y se expande gracias también al Amor que expresan no sólo los Grandes Seres-Planetas sino que también al que expresan y manifiestan todas y cada una de las criaturas que viven en este Sistema Planetario.

Los Elohim

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