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07 octubre 2018

Ofreced vuestro tiempo, ofreced vuestra fuerza, ofreced sin contar, tan solo cosechando miradas de amor. (Mensaje del Espíritu de Mª Magdalena)



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“Si hay una definición de mí que puedo ofreceros, amigos míos, es esta: “Soy una enamoradiza”. Esa ha sido la clave en mí. Esto es lo que deseo que seáis: enamoradizos y enamoradizas de la Fuerza de Vida que está en vosotros. Esa Fuerza de Vida es vuestro verdadero esposo o esposa. Llamadla, pedidle que actúe en vosotros y será Cristo quien actúe en vosotros. Aplicaos simultáneamente esta iniciativa, a vuestro alrededor, en lo concreto. 

Ofreced vuestro tiempo, ofreced vuestra fuerza, ofreced sin contar, tan solo cosechando miradas de amor. Cesad los pequeños contactos con los demás y con todos los contextos de la vida, dejad el lenguaje de la negociación, el lenguaje mercantil: “te quiero si me quieres, te vendo si me devuelves con un interés, invierto en ti, etc.”. 

Vais a ser infinitamente ricos con lo que deis, en cuanto no tengáis miedo de actuar como sabe vuestro corazón que debe hacerlo y cómo os dice que lo hagáis. No temáis más, no tengáis el menor temor de lo que se pueda esconder tras vuestra máscara… 

Queréis siempre que una fuerza superior baje hacia vosotros, pero ¡habéis pensado que sois vosotros mismos los que tenéis que ascender hacia la Fuerza que está en vosotros! Adentrarse en sí mismo es crecer. Es crecer uno mismo hasta que observemos que no hay más arriba ni más abajo, ni tu ni yo, ni Maestro ni discípulo, ni sol ni luna, tan solo un espacio puro en lo más profundo de nuestro corazón, un espacio que resuelve todas las tensiones. 

Pero, no penséis, amigos míos, que os arrastro en una especie de sueño, un sueño entre los que están de moda, hoy día, en alguna literatura. Os entreno a pensar, a fusionaros con la Realidad. Y, es gracias a la fusión, a la fusión con vuestra realidad, como vuestro corazón va a unirse al de los  corazones, que se unirán a su vez al de los demás, y así sucesivamente..., hasta lograr que las realidades concretas de este mundo, sus leyes físicas, sus mecanismos psicológicos, todo lo que caracteriza su sensibilidad, su comprensión, su inteligencia, entren en cambios irreversibles. Quiero deciros, aunque lo sepáis ya, que sois vosotros los que tenéis la total responsabilidad del decorado, de los decorados en los que vivís y en los que viviréis. 

¿De qué queréis parir? La Realidad, la cuestión surge aquí. Myriam os lo dice, vuestra clave está en vosotros, vuestra clave está en vuestra sencillez, en vuestra generosidad, en vuestra abnegación – observad que no he dicho sacrificio, es completamente distinto – vuestra abnegación, vuestra voluntad de cumplir con vuestro destino, de cumplir con vuestro cambio, vuestra voluntad de ir hasta el final de vuestra esperanza. Quizás al principio os tomen por “iluminados”, tópicos reconocidos.

 Id cada día un poco más lejos. Sed vosotros mismos y dejad de interpretar roles. Yo misma he interpretado muchos roles a lo largo de mis numerosas vidas, me parece justo, verdaderamente justo insistir sobre este hecho. La mentira que se hace uno mismo es lo peor de las mentiras. Es la que nos envenena poco a poco. El orgullo y la cobardía, la pretensión, nada de eso queréis ya, ¿verdad? Soñáis con un mundo en el cual la paz no sea solamente una tregua entre dos guerras. Bien, pues ¡sembrad paz en vosotros! Haced lo que haga falta sin querer convencer a nadie de nada, sin preocuparos de las críticas ajenas. Sembrad, amigos míos, la paz en vosotros. En esto se resume la cosa. Borrad las fronteras.

Que esta voluntad de entrar en transformación que os reúne aquí, hoy, con fuerza suficiente, ocupe mucho más sitio de vuestra vida, que esta voluntad ocupe todavía más sitio en vosotros junto a la tolerancia, quizás entre una muchedumbre de intolerancia, de modo que el hecho parir en el mundo que alimentáis, entre verdaderamente en su fase decisiva. La decisión os pertenece. No pertenece a vuestros Hermanos de Estrella, no pertenece al Maestro Jeshua, ni a una Fuerza exterior que lo ha habitado y que adoraríais como a un Mesías; pertenece a la atención que le vais a prestar a la naturaleza profunda de vuestra vida, a la naturaleza profunda de vuestros actos y pensamientos aún sabiendo que esta a-t-e-n-c-i-ó-n proviene de vuestra intención. ¿Cuál es verdaderamente vuestra intención de ser, y de actuar?

 Canalización Myriam de Magdala. 
Publicado por Marie Johanne Croteau.


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