“Si
hay una definición de mí que puedo ofreceros, amigos míos, es esta: “Soy una
enamoradiza”. Esa ha sido la clave en mí. Esto es lo que deseo que seáis:
enamoradizos y enamoradizas de la Fuerza de Vida que está en vosotros. Esa
Fuerza de Vida es vuestro verdadero esposo o esposa. Llamadla, pedidle que actúe en vosotros y será Cristo quien actúe en vosotros. Aplicaos
simultáneamente esta iniciativa, a vuestro alrededor, en lo concreto.
Ofreced
vuestro tiempo, ofreced vuestra fuerza, ofreced sin contar, tan solo cosechando
miradas de amor. Cesad los pequeños contactos con los demás y con todos los
contextos de la vida, dejad el
lenguaje de la negociación, el lenguaje mercantil: “te quiero si me quieres, te
vendo si me devuelves con un interés, invierto en ti, etc.”.
Vais a ser
infinitamente ricos con lo que deis, en cuanto no tengáis miedo de actuar como sabe
vuestro corazón que debe hacerlo y cómo os dice que lo hagáis. No temáis más,
no tengáis el menor temor de lo que se pueda esconder tras vuestra máscara…
Queréis siempre que una fuerza superior baje hacia vosotros, pero ¡habéis
pensado que sois vosotros mismos los que tenéis que ascender hacia la Fuerza que
está en vosotros! Adentrarse en sí mismo es crecer. Es crecer uno mismo hasta
que observemos que no hay más arriba ni más abajo, ni tu ni yo, ni Maestro ni
discípulo, ni sol ni luna, tan solo un espacio puro en lo más profundo de
nuestro corazón, un espacio que resuelve todas las tensiones.
Pero, no penséis,
amigos míos, que os arrastro en una especie de sueño, un sueño entre los que
están de moda, hoy día, en alguna literatura. Os entreno a pensar, a fusionaros
con la Realidad. Y, es gracias a la fusión, a la fusión con vuestra realidad,
como vuestro corazón va a unirse al de los corazones, que se unirán a su vez al de los demás, y así sucesivamente..., hasta lograr que las realidades concretas de este mundo, sus leyes físicas, sus mecanismos psicológicos, todo lo que caracteriza su sensibilidad, su comprensión, su inteligencia, entren en cambios irreversibles. Quiero deciros, aunque lo sepáis ya, que sois vosotros los que tenéis la total responsabilidad del decorado, de los decorados en los que vivís y en los que viviréis.
¿De qué queréis parir? La Realidad, la cuestión surge aquí. Myriam
os lo dice, vuestra clave está en vosotros, vuestra clave está en
vuestra sencillez, en vuestra generosidad, en vuestra abnegación –
observad que no he dicho sacrificio,
es completamente distinto –
vuestra abnegación, vuestra voluntad de cumplir con vuestro
destino, de cumplir con vuestro cambio, vuestra voluntad de ir hasta
el final
de vuestra esperanza. Quizás al principio os tomen por
“iluminados”, tópicos reconocidos.
Id cada día un poco más lejos. Sed vosotros mismos y dejad de
interpretar roles. Yo misma he interpretado muchos roles a lo largo
de mis numerosas vidas, me parece justo, verdaderamente justo
insistir sobre este hecho. La mentira que se hace uno mismo es lo
peor de las mentiras. Es la que nos envenena poco a poco. El orgullo
y la cobardía, la pretensión, nada de eso queréis ya, ¿verdad?
Soñáis con un mundo en el cual la paz no sea solamente una tregua
entre dos guerras. Bien, pues ¡sembrad paz en vosotros! Haced lo
que haga falta sin querer convencer a nadie de nada, sin
preocuparos de las críticas ajenas. Sembrad, amigos míos, la paz en
vosotros. En esto se resume la cosa. Borrad las fronteras.
Que esta voluntad de entrar en transformación que os reúne aquí,
hoy, con fuerza suficiente,
ocupe mucho más sitio de vuestra vida,
que esta voluntad ocupe todavía más sitio en vosotros junto a la
tolerancia, quizás entre una muchedumbre de intolerancia, de modo
que el hecho parir en el mundo que alimentáis, entre
verdaderamente en su fase decisiva. La decisión os pertenece. No
pertenece a vuestros Hermanos de Estrella, no pertenece al Maestro Jeshua, ni a una Fuerza exterior que lo ha habitado y que
adoraríais como a un Mesías; pertenece a la atención que le vais a
prestar a la naturaleza profunda de vuestra vida, a la naturaleza
profunda de vuestros actos y pensamientos aún sabiendo que esta
a-t-e-n-c-i-ó-n proviene de vuestra intención. ¿Cuál es
verdaderamente vuestra intención de ser, y de actuar?
Canalización Myriam de Magdala.
Publicado por Marie Johanne Croteau.